La Dictadura de Primo de Rivera resumen y tema
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La Dictadura de Primo de Rivera resumen y tema
Dictadura, República y Guerra
1. La Dictadura de Primo de Rivera: intento de solución autoritario a la crisis del Estado Liberal. El desarrollo de la oposición al régimen y el hundimiento de la Monarquía.
El 13 de Septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado, que fue aprobado por el rey Alfonso XIII y apoyado por los sectores sociales conservadores. Así, el ejército instauró una dictadura militar.
Las causas que provocaron ese golpe de Estado fueron internas: violencia social, radicalización del catalanismo, descrédito del sistema parlamentario. La situación empeoró, además, a causa del desastre de Annual.
Algunos de los ideólogos del nuevo régimen exaltaron el fascismo italiano e intentaron imitar algunos aspectos. Pero la dictadura no fue un régimen fascista, puesto que Primo de Rivera no accedió al poder con un credo doctrinal, ni con un programa concreto.
En una primera etapa, considerada provisional, Primo de Rivera asumió todos los poderes al frente de un directorio militar que dejó en suspenso la Constitución, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos y censuró la prensa. Para restablecer el orden social, se abolieron las libertades y se intensificaron las acciones represivas contra los sectores más radicales del movimiento obrero. Además, se practicó una dura política contra los nacionalismos periféricos, que fue especialmente anticatalanista.
El problema marroquí se resolvió favorablemente gracias a la ofensiva conjunta hispano-francesa, que supuso la rendición de Abd-el-Krim y la ocupación de la región marroquí del Rif.
La victoria de Marruecos afianzó el poder personal de Primo de Rivera, que intentó institucionalizar la dictadura, sustituyendo el Directorio Militar por un directorio civil. El Directorio Civil fue un consejo dirigido por Primo de Rivera e integrado exclusivamente por militares y por miembros de la Unión Patriótica (partido que pretendía ampliar las bases sociales del régimen, constituyendo el único partido legal). Iniciaron una política social y económica intervencionista, que logró un aparente éxito respaldado por la favorable situación económica internacional.
Con respecto a la política económica, el Estado orientó la misma a fomentar las obras públicas y a crear grandes monopolios, practicando, además, el proteccionismo arancelario (especie de impuesto para los productos del exterior) para favorecer a los empresarios españoles; pero la ausencia de reformas estructurales en la agricultura mantuvo el campo español en su atraso secular.
La política social se caracterizó por la represión de los sindicatos más radicales (la CNT fue ilegalizada, pero no la UGT, porque su actitud fue pasiva ante el golpe militar), y por un cierto reformismo social de carácter paternalista, que introdujo algunas mejoras en la situación de los trabajadores.
El Estado creó la Organización Cooperativa Nacional, que integraba a obreros y patronos. Su objetivo era regular las condiciones laborales, controlar el movimiento sindical y evitar la conflictividad social.
Las primeras voces de oposición al régimen que se alzaron fueron las de los intelectuales (Unamuno, Blasco Ibáñez) así como las universidades. Esta oposición fue creciendo, y alcanzó todos los sectores políticos:
- La actitud del socialismo osciló entre los partidarios de aprovechar el régimen para influir en la política social y los que se oponían radicalmente.
- El anarquismo, con la CNT prácticamente desarticulada.
- El catalanismo se radicalizó.
- Los republicanos, junto con el socialismo, se perfilaron como la única opción verdaderamente renovadora y aglutinaron el movimiento opositor.
A partir de 1928, se intensificaron las críticas a la Dictadura a causa de la crisis económica. En este clima de malestar y creciente oposición al régimen, el rey Alfonso XIII retiró su apoyo a Primo de Rivera. El dictador dimitió, siendo sustituido por un gobierno provisional, presidido por el General Dámaso Berenguer, conocido popularmente como el “Dictablanda”. El rey pretendía volver al sistema de la Restauración, pero el cambio de sistema político era ya inevitable.
2. La Segunda República: intento de solución democrática. La articulación de un nuevo sistema político.
La Segunda República española fue proclamada el 14 de Abril de 1931, como consecuencia de la mala gestión política de la monarquía, desacreditada por haber apoyado la Dictadura de Primo de Rivera.
El gobierno provisional emprendió las reformas para democratizar y modernizar España, a pesar de la desfavorable coyuntura internacional, dominada por la crisis económica y la ascensión de los fascismos. El nuevo régimen se encontró con la oposición de las clases económicamente dominantes y de un amplio sector del proletariado.
Después de la dimisión de Primo de Rivera, el gobierno del General Berenguer pretendió volver a la situación de 1923. Pero la oposición antimonárquica reclamó transformaciones democráticas. Así, en Agosto de 1930, los diferentes partidos republicanos y regionalistas firmaron el Pacto de San Sebastián, para impulsar un movimiento que derrocase la monarquía e instaurase la república.
El movimiento revolucionario fue un fracaso. La insurrección militar fue reprimida, pero el fracaso no evitó la crisis del gobierno de Berenguer.
En estas circunstancias, el gobierno se vio forzado a convocar elecciones municipales planteadas por la oposición como una consulta a favor de la monarquía o la república. Las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en 41 de las 50 capitales de provincia y en las ciudades más importantes. Ante los resultados electorales, el rey Alfonso XIII optó por el exilio y el 14 de Abril de 1931 se proclamó la República; Niceto Alcalá Zamora, en nombre del comité revolucionario, lo hizo desde Madrid, constituyendo un gobierno provisional formado por regionalistas, republicanos y socialistas.
El gobierno provisional que pronto convocó elecciones constituyentes, inició una serie de reformas sociales y militares.
Las actuaciones reformistas contaron desde el principio con la oposición de un sector del ejército y de la oligarquía económica, pero, sobre todo, chocaron con la Iglesia. Esta actitud provocó una oleada anticlerical que se manifestó en la quema de conventos. Tampoco colmaron las expectativas de una parte del proletariado, que aspiraba a la revolución social.
El contexto internacional tampoco favoreció la estabilización del nuevo régimen, ya que se vivía una situación de crisis económica y el auge de los regímenes políticos totalitarios estaba protagonizando la vida política europea.
Empezaban a notarse los efectos de la crisis económica mundial que se había iniciado en 1929, lo que contribuyó a desestabilizar la economía y la sociedad, a pesar de que en España, el atraso económico, el predominio de la agricultura y el aislamiento del proteccionismo aduanero habían protegido a España de los más fuertes efectos de esa crisis económica.
El paro fue el factor que contribuyó en mayor grado a agudizar las tensiones sociales.
Proliferaron los totalitarismos, que se presentaban como los únicos sistemas capaces de superar los problemas socioeconómicos de la sociedad, ejemplos que dificultaron en España la supervivencia de la República.
Con respecto a la articulación de un nuevo sistema político, encontramos que se produjo una diversificación de los partidos políticos, contradictorios y hasta excluyentes, que fueron incapaces de proporcionar mayorías parlamentarias y provocaron una gran inestabilidad gubernamental, lo que restó eficacia a la República.
Los republicanos seguían divididos en diversas tendencias:
- En la derecha destacaban el Partido Radical de Alejandro Lerroux.
- En la izquierda destacaban Acción Republicana de Manuel Azaña.
Las organizaciones obreras favorables a la República estaban representadas por el PSOE y su filial sindical (UGT), que representaban a un amplio sector de la clase obrera. Adoptaron una postura reformista al aliarse con los republicanos durante el Primer Bienio.
El resto de las organizaciones obreras no apoyó incondicionalmente al nuevo régimen. El sindicato anarquista CNT, el Partido Comunista (PCE) y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) empezaron a despuntar en la vida política española.
Los regionalistas fueron favorables a la República. Cabe destacar el importante papel de los partidos catalanes, especialmente Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Las fuerzas políticas de derechas contrarias a la República estaban formadas por: los católicos que formaron la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José Mª Gil Robles; los monárquicos, los carlistas y los propietarios agrícolas.
Asimismo, se articularon los primeros grupos autoritarios paramilitares próximos al fascismo: Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española. Ambas se fusionaron en una sola organización.
3. Condicionamientos, conflictos y etapas de la República. Logros y decepciones.
El período comprendido entre 1931 y 1933 se conoció como Bienio Progresista. Las elecciones a Cortes constituyentes se celebraron en 1931, siendo el primer proceso electoral auténticamente democrático en España, pero todavía sin el voto femenino.
El Parlamento tuvo una mayoría republicano-socialista, formando un gobierno presidido por Manuel Azaña, que ratificó a Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República. Este parlamento redactó una Constitución y continuó con la labor del gobierno provisional. A pesar de la oposición de la derecha y de organizaciones obreras, se pudieron llevar a cabo importantes reformas.
La Constitución de 1931 reflejaba un sistema democrático de gobierno, basado en unas Cortes unicamerales o Congreso de los Diputados que detentaban el poder legislativo y que eran escogidas cada cuatro años por sufragio universal (mayores de 23 años) Será esta la primera vez que se conceda el voto a las mujeres.
El gobierno, con poder ejecutivo, era responsable de su gestión ante las Cortes. El presidente de la República era elegido por las Cortes, aunque su actuación estaba subordinada al poder legislativo (que era ostentado por las Cortes). También se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales para decidir sobre la constitucionalidad de las leyes.
Se reconocieron las libertades individuales y los derechos sociales y políticos, tanto para hombres como mujeres.
El problema de este texto constitucional fue su excesivo contenido ideológico izquierdista.
La estructura del Estado era unitaria, pero se reconocía el derecho de autonomía.
Con respecto a la cuestión religiosa, se reflejaba el anticlericalismo de republicanos y socialistas. Se establecía la separación Iglesia-Estado, instaurando un régimen laico; al mismo tiempo, se suprimía el presupuesto del clero, y las órdenes religiosas no podían ejercer la enseñanza.
El gobierno de coalición republicano-socialista realizó importantes reformas: a nivel religioso, a nivel militar, a nivel agrario, a nivel social y en relación con la cuestión autonómica.
La reforma religiosa consistió en la aprobación de varias leyes para reducir el poder de la Iglesia. También se disolvió la compañía de Jesús, se aprobaron los divorcios y el matrimonio civil. La Iglesia, por tanto, se alineó rápidamente contra la República.
La reforma militar era necesaria para profesionalizar el ejército, además de asegurar su fidelidad a la República y alejar a los mandos monárquicos. Estas reformas (reducción del servicio militar a un año, someter su jurisdicción a la civil…) provocaron malestar en el ejército.
Ya la reforma agraria era una cuestión pendiente en España y el gobierno provisional promulgó algunos decretos para iniciarla. El gobierno de Azaña aprobó la Ley de Reforma Agraria con el objetivo de eliminar el latifundismo y crear una clase de pequeños propietarios.
Esa ley establecía la expropiación (sin indemnizar a los grandes de España que habían sido los propietarios) y su aplicación la realizó el Instituto de Reforma Agraria (IRA).
La división de opiniones entre los partidos, la oposición de los propietarios afectados, la falta de presupuesto para pagar las indemnizaciones a los propietarios que no cultivaban directamente sus tierras, se tradujeron en la ineficaz aplicación de la reforma, lo que provocó el descontento del campesinado.
Las reformas sociales fueron dictadas por Largo Caballero, destinadas a mejorar la situación laboral del trabajador. También se intentó reformar la educación, centrándose en la enseñanza primaria: construcción de nuevas escuelas, nuevas plazas de maestros, impulsándose un proyecto pedagógico innovador.
Se crearon las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura al mundo rural. Además, se suprimió la obligatoriedad de la formación religiosa.
Sin embargo, la falta de fondos dificultó la posibilidad de la reforma educativa.
Con respecto a la cuestión autonómica, la República fue la ocasión para que las nacionalidades históricas reclamasen una nueva organización territorial que recogiese las aspiraciones de autogobierno.
En Cataluña, Macià de Esquerra Republicana, había proclamado la República catalana en un marco federal, lo que obligó al gobierno provisional a negociar con éste la creación de un gobierno autonómico: la Generalitat. La Generalitat redactó el Estatuto de Núria (reconocía su derecho de autodeterminación y el catalán como única lengua oficial). Pero las Cortes aprobaron un Estatuto de Autonomía muy recortado respecto al proyecto original. Cuando celebraron sus elecciones al Parlamento, fue elegido Macià como presidente de la Generalitat.
En el País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco y el tradicionalismo carlista elaboraron el Estatuto de Estella, basado en la recuperación de los privilegios forales y la defensa del catolicismo. El gobierno republicano lo rechazó por su conservadurismo, pero ya en 1936, el triunfo de la izquierda permitió su aprobación.
En Galicia, las aspiraciones autonómicas cristalizaron en un Estatuto que no pudo ni empezar a discutirse porque ya estaba iniciada la Guerra Civil. Otras iniciativas en Valencia, Aragón, Baleares y Andalucía se vieron coartadas por la Guerra Civil.
El Bienio Reformista estuvo amenazado desde el principio por la oposición de la derecha y por la izquierda radical.
La derecha monárquica propició la frustrada sublevación militar que dirigió el General Sanjurjo en 1932. Aunque el gobierno pudo sofocarla, se demostró la importancia que tenía el sector antirrepublicano.
El líder de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), Gil Robles, dirigió una virulenta campaña de desprestigio contra el gobierno. En cuanto a las acciones de la extrema izquierda, la CNT se oponía al reformismo burgués y propugnaba la revolución libertaria.
El ambiente de agitación social iba en aumento desde insurrecciones campesinas como la de Casas Viejas (Cádiz) hasta convocatorias de huelgas. La dura e irregular actuación policial desacreditó al gobierno e indignó a la opinión pública.
El deterioro del gobierno de Azaña a causa de la represión se vio incrementado por la campaña de desprestigio llevada a cabo por la derecha. Esta situación obligó a Azaña a dimitir, convocándose elecciones generales en las cuales las mujeres ejercieron el derecho al voto por primera vez. La izquierda se presentó desunida, en cambio, la derecha se presentó coaligada con la CEDA.
Los resultados electorales dieron amplia mayoría a la derecha.
Ya entre 1933 y 1936 tiene lugar el denominado Bienio Conservador. En las elecciones de 1933, la CEDA de Gil Robles fue el partido más votado, aunque no obtuvo la mayoría, de modo que se alió con el Partido Radical de A. Lerroux para poder gobernar. Sus discrepancias internas provocaron una gran inestabilidad gubernamental.
El bienio radical-cedista se caracterizó por el conservadurismo y la anulación de las reformas sociales, económicas y autonómicas del período anterior, pasando a llamarse “bienio negro” debido a esas actuaciones: Ley de amnistía para los sublevados de Sanjurjo, presupuesto para el clero católico y derogación de la Ley de Congregaciones, revisión de la reforma agraria y definitiva paralización, enfrentamiento con la Generalitat de Cataluña y oposición al Estatuto Vasco.
Sólo se pueden considerar tres actuaciones positivas dentro de este período: la ley de arrendamientos rústicos, la promoción de viviendas de alquiler y la política de obras públicas.
El freno de las reformas y la crisis económica favorecieron el aumento de la agitación social. De manera que, la política agraria desencadenó numerosas huelgas campesinas, siendo desmanteladas las organizaciones campesinas. Por otro lado, en Cataluña y País Vasco, la actitud antiautonómica del gobierno provocó un aumento del clima de tensión.
La izquierda vio la entrada de la CEDA en el gobierno como un intento de Gil Robles de destruir la República y decidió recurrir a la fuerza para evitarlo. Así, la mayor parte de organizaciones obreras convocaron una huelga general en Octubre de 1934, que fue reprimida rápidamente por el gobierno, que declaró el estado de guerra. Este acontecimiento es conocido como la Revolución de Octubre de 1934.
Sólo en Cataluña y Asturias triunfó momentáneamente la insurrección. De hecho, en Asturias, la huelga se convirtió en una auténtica revolución social, interviniendo el ejército y la Legión al mando de Franco, que aplastó el movimiento.
La represión por los hechos de Octubre produjo una reacción en la opinión pública favorable a la izquierda.
Por otra parte, la política del gobierno se hizo más reaccionaria. Se permitió a la derecha fascista actuar abiertamente contra la izquierda y la República.
Como respuesta al avance del fascismo, los partidos comunistas europeos, a través de la III Internacional, propusieron la formación de un Frente Popular para unir a todas las fuerzas liberales y de izquierdas contra la amenaza fascista.
En este contexto, el gobierno conservador se vio inmerso en una grave crisis, cuya causa fue el descubrimiento de varios escándalos de corrupción. Ante esta situación, el presidente Alcalá Zamora nombró jefe de gobierno al centrista Portela Valladares, cuyo gobierno fue el encargado de convocar nuevas elecciones.
Ante la convocatoria de elecciones, los de izquierdas suscribieron un pacto por el que constituían el Frente Popular. Por el contrario, la derecha tuvo dificultades para unirse.
El Frente Popular consiguió la victoria y reemprendió la tarea reformista del primer bienio, pero durante los cinco meses que duró este gobierno se acentuó la polarización política y aumentó el deterioro de la convivencia social.
El nuevo gobierno presidido por Manuel Azaña inició su labor aplicando el programa electoral: se concedió una amplia amnistía política (perdón político) y la reforma de la enseñanza recibió un nuevo impulso, e incluso se reanudó la reforma agraria.
A pesar de los acuerdos de las izquierdas, las diferencias internas surgieron pronto, coexistiendo dos tendencias: los partidarios del reformismo democrático y los favorables a iniciar un proceso revolucionario.
Estos planteamientos explican las actuaciones revolucionarias de un sector de la izquierda y el clima de tensión que se desató.
Los sectores conservadores de la sociedad se alarmaron ante la política reformista que amenazaba su poder económico, y por la radicalización obrera. Formaron un verdadero contrapoder en defensa del orden, la propiedad, la religión y la patria, mediante la insurrección contra la izquierda.
En la primavera de 1936 la confrontación política se intensificó y proliferaron los enfrentamientos callejeros. La violencia partía de ambos bandos, pero para el Bloque Nacional y la Falange se trataba de un medio para desestabilizar al régimen. Desde la Unión Militar Española preparaban una conspiración contra la República.
En esta atmósfera de inquietud, el asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición monárquica, fue el detonante del golpe militar del 17 de Julio de 1936, que, al fracasar desembocó en una Guerra Civil.
4. Sublevación y Guerra Civil. Dimensión interna e internacional del conflicto.
Desde la proclamación de la República se había iniciado en España un proceso de revolución democrática que ponía en peligro los intereses de la oligarquía agraria y financiera, la Iglesia y el ejército. Para impedirlo propiciaron varias sublevaciones para derribar el régimen.
Con este fin, un sector del ejército llevó a cabo, el 18 de Julio de 1936, un golpe militar que fracasó y se convirtió en una Guerra Civil que dividió a España en dos hasta 1939.
La insurrección militar utilizó el ejército como eje de la configuración del nuevo Estado, cuya característica más destacada fue la concentración del poder político y militar en la persona del General Franco. Éste llevó a cabo la unificación política de falangistas y carlistas, dando lugar al autoritarismo fascista.
En los primeros meses de la Guerra Civil, el poder del Estado republicano se fragmentó. Paralelamente, la revolución social se adueñó de buena parte del territorio, lo que debilitó la autoridad del gobierno republicano.
La Guerra Civil estuvo marcada por la dinámica interna de cada una de las zonas. En la zona sublevada dominada por los militares se impuso una dictadura militar y un régimen represivo que destruyó toda la legislación republicana anterior. En la zona republicana se desató un proceso de cambios revolucionarios.
Al inicio de la Guerra Civil, en el bando republicano se inició un proceso revolucionario como respuesta a las medidas contrarrevolucionarias de los sublevados, teniendo lugar un pluralismo de poderes (ya que el poder central fue cuestionado en todas partes). Se produjo una revolución social que se adueñó de buena parte del territorio, fenómeno que debilitó la autoridad del gobierno republicano.
Los militares sublevados crearon en Burgos la Junta de Defensa Nacional, que evolucionó rápidamente hacia el mando único que recayó en Franco, quien concentró en su persona el poder militar y el político. Esta Junta prohibió los partidos políticos, y posteriormente, se creó un partido único, la Falange Española Tradicionalista y las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista).
En estos momentos de la contienda tendrá lugar la formación de colectividades en el campo y en las fábricas. Serán la UGT y la CNT las que dirijan la incautación de la tierra, cuyo cultivo fue dirigido de forma colectiva.
En la zona republicana, se creó un Gobierno de concentración con ministros republicanos, socialistas y comunistas. En Noviembre se incorporaron ministros de la CNT. Este gobierno tuvo que resolver problemas de abastecimiento y reorganización de la producción y comercialización. Las reformas republicanas continuaron, sin embargo, surgieron enfrentamientos entre los anarquistas, los republicanos y los comunistas.
Este conflicto estalló en combates callejeros entre unos y otros en Barcelona (1937), lo que provocó la dimisión de Largo Caballero (presidente de la República durante la Guerra Civil), asumiendo el cargo el socialista Juan Negrín.
Una figura de importante papel durante la Guerra Civil fue la líder indiscutible del Partido Comunista, Dolores Ibárruri, conocida como La Pasionaria, que defendía la unidad de la izquierda.
Con respecto a la dimensión internacional, el estallido de la Guerra Civil española contribuyó a agudizar la tensión existente en el contexto europeo, dominado por la confrontación entre el eje Berlín-Roma (Alemania nazi e Italia fascista) y las democracias parlamentarias y el comunismo soviético. La opinión pública extranjera se dividió.
Las democracias europeas propugnaron la no intervención en la guerra de España para no romper el débil equilibrio existente entre los regímenes democráticos y fascistas.
Se creó en Londres el Comité de No Intervención, pero la realidad fue que Italia, Alemania y Portugal continuaron ayudando a los rebeldes, mientras que la República se vio sometida a un cierre de fronteras y a un embargo de armas. Estados Unidos permitió los suministros de las empresas americanas a la España sublevada.
Como respuesta a la petición de los sublevados, Hitler ordenó la ayuda alemana inmediata, que fue constante a lo largo de la contienda, siendo creada la Legión Cóndor con voluntarios del ejército alemán (de tipo aéreo: pilotos, baterías antiaéreas, bombarderos). Respecto a la participación italiana, fue más numerosa pero menos valiosa técnica y estratégicamente.
La Unión Soviética fue el único país que, aunque había firmado el Tratado de No Intervención, ayudó con armas y alimentos a la República.
De menor importancia cuantitativa, miles de voluntarios de 50 países democráticos, lucharon contra el fascismo junto a la República, agrupados en las Brigadas Internacionales.
Finalizaremos destacando los hechos bélicos de mayor relevancia:
- En 1937 tiene lugar la ofensiva nacional en el Norte: bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor y ataques republicanos sin éxito a Teruel, Brunete…
- Ya en 1938, la Guerra se centró en Aragón y Cataluña, y los nacionalistas llegan al Mediterráneo cortando en dos la zona republicana: tiene lugar la Batalla del Ebro (la más larga y sangrienta, puesto que dura 4 meses) que vencen los nacionales.
- En 1939, los nacionales ocupan Cataluña, conservando los republicanos el Centro y el Sureste español. Se produce un momento de división entre los nacionales sobre si continuar o no con la guerra, decidiendo seguir; será ya en Marzo cuando ocupen toda la zona republicana.
- El 1 de Abril de 1939 Franco hizo público el comunicado del fin de la Guerra Civil, lo que supuso el fin de la II República Española.
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La Dictadura de Primo de Rivera resumen y tema
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930).
- Introducción:
En la década de los años 20 el mundo sigue condicionado por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. La República alemana de Weimar se muestra impotente ante las condiciones impuestas del Tratado de Versalles. La Francia de Clemenceau, máximo exponente de la política de dureza con los alemanes, se enfrenta a importantes protestas populares en plena reestructuración de su economía. El incumplimiento de Alemania de los pagos previstos determina la ocupación de la zona del Ruhr por el ejército francés, lo que aumenta la tensión entre los dos países. El Reino Unido conoce el primer Gobierno laborista-moderado de su historia en 1924. El rey Víctor Manuel de Italia, tras la amenazante <<marcha sobre Roma>>, confía el Gobierno a Mussolini en 1922. Tras este agitado período, a partir de 1924 se abre una etapa de distensión caracterizada por la bonanza económica (<<felices años veinte>>), el Plan Dawes y los Acuerdos de Locarno.
I.- LAS CAUSAS DEL GOLPE DE ESTADO.
Para entender este golpe militar que dio paso a la primera dictadura del siglo XX en España, hay que situarlo en las circunstancias políticas que lo hicieron posible, tanto las internacionales como españolas.
I.1.- Causas internacionales.
Giran en torno a los acontecimientos europeos surgidos tras la Primera Guerra Mundial:
1-El triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, que generó temor entre las clases burguesas a que el contagio revolucionario se propagara a sus propios países.
2- El surgimiento del fascismo italiano, contrarrevolución preventiva surgida en Italia para conjugar el peligro de la revolución marxista. En 1923 ya se había producido la Marcha sobre Roma, que instauró el fascismo en aquel país.
En Europa Central, Japón y los Balcanes se instauraban también regímenes autoritarios y en Alemania ya planeaba la sombra de Hitler, fracasando su intento golpista sobre la República de Weimar Solo Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos apostaban por el mantenimiento de la democracia.
Sin ser fascista, Primo de Rivera era admirador de Mussolini, a quien vio como un defensor en la lucha contra la corrupción y la anarquía que afectaban a Italia. El mismo rey Alfonso XIII llegó a denominar a Primo de Rivera como “mi Mussolini”.
3-La crisis de las democracias se va a acentuar en esta década, tras la crisis económica del capitalismo (crack de Wall Street de 1929), que harían necesario en adelante la intervención del Estado para la resolución de los problemas económicos, y también necesitó de la intervención de Estados Unidos.
I.2.- Causas internas.
Se inscriben en el marco de las internacionales, sin que entren en contradicción con ninguna de las que se mencionan. Pero destacamos las siguientes:
1-El agotamiento del sistema de la Restauración y la crisis de la monarquía parlamentaria, de la cual la fragmentación e inoperancia de los partidos políticos era el síntoma más que la causa.
En la parte de las izquierdas, la radicalización del socialismo, especialmente después de la entrevista entre Lenin y Fernando de los Ríos, y la fundación casi inmediata del Partido Comunista de España, a partir del sector más extremista del PSOE, llegó a suponer que un gobierno autoritario podría frenar el movimiento obrero y la agitación social.
2-El creciente protagonismo del ejército en la vida política del país, ya que se había manifestado en la crisis del 17, y que andaba paralelo con su ineficacia como cuerpo armado, puesta en evidencia en el problema de Marruecos: el desastre de Annual
3-La grave situación del orden público, y la corrupción política, el alza de los precios y la sangría permanente de los precios reclamaba según algunos una solución drástica al problema; una política “quirúrgica” que hundiera el bisturí en los males que aquejaban a la Nación.
4-El auge de los nacionalismos periféricos. El nacionalismo catalán y vasco era mal visto tanto por el ejército como por los grupos de ideología derechista, a pesar de que el catalanismo era en aquel momento muy moderado, a excepción de algunos grupos como Acció Catalana, escindido de la Lliga, contribuyó a aumentar la inquietud de las fuerzas nacionalistas españoles. Más extremas eran las reivindicaciones del PNV, aunque en aquel momento el partido vasco era todavía muy débil. El problema era, en consecuencia, casi exclusivamente catalán.
II.- ETAPAS DE LA DICTADURA (1923-1930)
II.1.- EL PRONUNCIAMIENTO.
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, encabezó el Golpe de Estado que triunfó en todo el país y que fue visto con buenos ojos por el rey Alfonso XIII. El destino de la monarquía española quedaba así ligado al del Dictador, y su caída arrastraba un año después a Alfonso XIII.
No ha podido demostrarse que el Rey promoviese el Golpe de Estado, pero no cabe duda de que estaba enterado de lo que se tramaba en los cuarteles; además Alfonso XIII se sentía ahogado por una Constitución (la de 1876) que le dejaba poca libertad de acción, llegando a afirmar que sería capaz de gobernar “con la Constitución o sin ella”. El monarca llegó a consultarle a Antonio Maura sobre la conveniencia de encabezar él mismo un régimen de dictadura, pero el exdirigente conservador le hizo ver que era tarea propia de los militares.
Primo de Rivera, militar de prestigio en las campañas de Cuba, Filipinas y Marruecos, contó para hacer triunfar el Golpe de Estado con el apoyo de algunos generales, como Sanjurjo en Zaragoza y, especialmente, la del gobernador militar de Madrid, Duque de Tetuán. El Presidente del Gobierno, García Prieto, solicitó al Rey que destituyese a los militares sublevados; al negarse éste, el gobierno no tuvo más remedio que dimitir. Entonces el Rey llamó al General Primo de Rivera para que se hiciese cargo del Gobierno, y por Real Decreto de 15 de septiembre de 1923, tomó el “cargo de Presidente del Directorio Militar encargado de la gobernación del Estado”.
Ese mismo día dio a conocer un “Manifiesto al País y al Ejército”, donde expresaba su decidido propósito de liberar a España de los profesionales de la vieja política y de emprender urgentes reformas económicas, sociales y políticas. Iniciaba así una política personalista y paternalista, en la que sus relaciones con el Rey fueron a veces difíciles; es conocida su frase de “a mí no me borbonea nadie”.
No pretendió establecer un régimen definitivo; ésta contradicción entre la liquidación política de la Restauración y la provisionalidad del sistema dictatorial se volvería contra él:
El Golpe de Estado fue posible, sobre todo, por la actitud de dos fuerzas: la burguesía y el movimiento obrero. Aquélla se puso sin disimulos del lado de la Dictadura, y la que marcó la pauta fue la catalana; así frenaba a la clase obrera y a los políticos de los antiguos partidos. Pero a abandonará al dictador en 1930 cuando juzgó que su sistema no le servía para mantener y salvar la estructura económica base de su influencia.
El movimiento obrero al carecer de una firme conciencia política, no dio lugar a protestas; los obreros se mantuvieron tranquilos. Anarcosindicalistas y Comunistas, considerando la instauración de la Dictadura como un movimiento de profunda reacción social que amenazaba a los grupos de vanguardia del proletariado español y a la propia vida de los sindicatos, se prepararon para defender su existencia. En cambio, el Partido Socialista y la UGT pasaron de una actitud expectante, que era ya asentimiento, a la aceptación y colaboración a lo largo de los casi siete años.
II.2- EL DIRECTORIO MILITAR: SU ACCIÓN POLÍTICA.
Se denominó así al gobierno formado por encargo del Rey, inmediatamente después del Golpe de Estado, formado exclusivamente por oficiales de alta graduación. Su implantación fue aceptada por la mayoría del país, más los políticos recibieron el Golpe de Estado con recelo y vacilación.
Las medidas políticas que se tomaron fueron las siguientes:
- La publicación de un Manifiesto a los españoles, en donde de una manera poco concreta se exponían las directrices de su política, siendo las más importantes la lucha contra el caciquismo, la Restauración del orden público y el regeneracionismo.
- El control por parte del ejército de todos los resortes de la vida del país, porque el Directorio era un organismo consultivo. Nada más tomar el poder se declaró el estado de guerra en todo el territorio nacional y se sustituyeron los antiguos gobernadores civiles por militares, lo que sería el instrumento principal de la lucha contra el caciquismo.
- Disolución del Congreso y la parte electiva del Senado, la suspensión de las garantías constitucionales relativas al habeas corpus y otras libertades o garantías como el derecho de asociación y de reunión, y censura de prensa, quedando prohibida cualquier crítica a la dictadura.
- La política del Directorio Militar.
La Dictadura se propuso solucionar con autoridad y orden los conflictos más graves del país, causa del fracaso del sistema político de la Restauración: el caciquismo, el nacionalismo, el problema de Marruecos y el orden público.
La promulgación del Estatuto Municipal de 1924, inspirado por José Calvo Sotelo, era el arma fundamental para la lucha contra el caciquismo. Este pretendía la autonomía de los Ayuntamientos y la descentralización de la Administración, resultó inoperante al otorgarse a los gobernadores civiles, que eran militares, demasiadas atribuciones sobre los municipios, y entre ellas la investigación de los posibles casos de corrupción.
El hecho de que los Gobernadores Civiles continuaran nombrando alcaldes y diputados provinciales acredita que había surgido un nuevo caciquismo, sin haber sido eliminado el viejo.
La actuación contra los desordenes públicos produjo efectos inmediatos. El deterioro del orden público se corrigió. La delincuencia común retrocedió. Pero su error fue confundir con delincuencia lo que era simplemente protesta o reivindicación política del movimiento obrero. La prohibición de manifestaciones y la censura de prensa fueron los dos instrumentos utilizados para reprimir “la delincuencia”. Tras la detención o encarcelamiento de algunos responsables obreros las protestas desaparecieron, continuó la represión sobre los nacionalismos, intelectuales y la CNT.
Para auxiliar a las fuerzas del orden público, intentó extender a toda España la institución catalana del Somatén, resultó poco operativa, y en realidad era un cuerpo paramilitar contrarrevolucionario y adicto al régimen.
Primo de Rivera se mostró torpe y remiso para reconocer el hecho diferencial catalán. Llegó a confundir el sentimiento regionalista con el separatismo, prevención que le llevó a suprimir casi inmediatamente la bandera catalana, el himno catalán y a decretar medidas contra el uso de la lengua catalana, incluso a clausurar el Fútbol Club Barcelona y el Orfeó Catalá. Con estas actitudes, la Lliga, que era un firme apoyo monárquico en Cataluña se fue debilitando mientras crecían otras formas más radicales: el catalanismo insurreccional del Estat Catalá, cuyo líder era Francés Maciá. Así la burguesía catalana retira su apoyo a la dictadura y algunos sectores se radicalizan en una dirección más nacionalista y se manifiestan a favor de la República.
En el País Vasco la actitud de la dictadura fue muy similar, llegándose incluso a clausurar Aberri, el periódico del PNV. De esto deducimos que la política primoriverista respecto al problema nacionalista fue torpe, y en vez de eliminar el nacionalismo, lo enfrentó a la Monarquía.
II.3.-EL DIRECTORIO CIVIL (1925-1930)
Después del éxito militar del desembarco de Alhucemas, Primo de Rivera creó el Directorio Civil, esto significa que la dictadura parecía querer estabilizarse como un régimen permanente. Al desembarco de Alhucemas y a la resolución victoriosa del problema de Marruecos se suman los éxitos económicos obtenidos durante los dos años del Directorio Militar. Los elementos clave para la ejecución de la política de la Dictadura eran la Unión Patriótica y la Asamblea Nacional Consultiva.
1-La Unión Patriótica, creada por el dictador en 1924. Era un movimiento más que un partido, que intentaba agrupar a gentes de lo más heterogéneo entorno a un ideario monárquico y democrático, siempre que acataran la Constitución de 1876. Su origen convergente y la heterogeneidad de las fuerzas que la componían hicieron que en algún momento, al no atender la Dictadura sus planteamientos, también rompieran con el régimen. Entre estas Acción Católica Nacional de Propagandistas de Ángel Herrera Oria. No obstante, de ella saldrían los representantes de la Asamblea Nacional que debía elaborar una nueva Constitución, con lo cual quedaba roto definitivamente el pilar fundamental del sistema de la Restauración: la Constitución de 1876.
2-La Asamblea Nacional Consultiva. Los éxitos de la dictadura en el terreno militar, económico y educativo llevaron a la idea de institucionalizarla, y crear un régimen nuevo. Con el plebiscito de 1926 se abrió paso a la Asamblea Nacional Consultiva, cuyo cometido era la elaboración de una nueva Constitución de la dictadura. El anteproyecto fue muy laborioso (dos años y medio) y tuvo serias dificultades, finalmente no prosperó por dos causas fundamentales:
- Su carácter legítimo. El anteproyecto estaba viciado de raíz, ya que no venía precedido de elecciones constituyentes para la formación de la Asamblea Nacional Consultiva, además de no ser representativa su composición (400 de sus miembros eran de la Unión Patriótica).
- Tenía importantes carencias democráticas. No contemplaba la Soberanía Nacional sino la cosoberanía, o soberanía compartida por el Rey y las Cortes, ni la división de poderes. Así la representación se realizaba a través de una Cámara única en donde sólo la mitad de sus representantes eran elegidos por sufragio universal. Pero otorgaba tanto poder al Rey que incluso disgustó a Primo de Rivera.
Eran tantas las dificultades y divergencias que no llegó a entrar en vigor. Siendo esto muy grave para la dictadura porque ponía de manifiesto su incapacidad para crear algo original y distinto al sistema de la Restauración.
III.- ECONOMÍA Y SOCIEDAD DURANTE LA DICTADURA.
La dictadura primorriverista se justificó siempre por sus realizaciones, al no contar con un soporte ideológico.
Practicó una política económica intervencionista, prueba de ello:
- El control de todos los sectores productivos y la supervisión de las actividades económicas hasta en los menores detalles: precios, volumen de producción. Así, se creó un Comité Regulador de la Producción Industrial y cualquier empresa necesitaba permiso gubernamental para instalarse, ampliarse o trasladarse de localidad.
- Las ayudas y subvenciones, con dinero público a empresas nacionales.
- El reforzamiento del proteccionismo arancelario para salvaguardar los productos agrarios e industriales nacionales de la competencia exterior.
- El incremento de las inversiones públicas para financiar las redes de carreteras, obras hidráulicas y regadíos.
- La creación de los monopolios de Telefónica y CAMPSA. Esta última compañía (concebida por el ministro de Hacienda José Calvo Sotelo) controlaba en exclusiva la importación, refinado, distribución y venta de petróleo en nuestro país. El 30% del capital de CAMPSA era estatal y el resto de las acciones quedaron en manos de grandes bancos privados (Banesto, Vizcaya, Hispano y Urquijo).
Los resultados fueron la disminución espectacular del número de huelgas, la finalización de modernas obras públicas y el aumento de la producción (especialmente de hierro, acero y cemento). Por contraste, el Estado se endeudó en exceso y, en definitiva, los principales beneficiados resultaron ser los grandes grupos capitalistas españoles.
El mundo de la producción y el trabajo fue configurado por Eduardo Aunós, Ministro de Trabajo según el modelo del Estado corporativo, a imitación de la Carta del Lavoro de la Italia fascista. A tal efecto se creó el Consejo Nacional del Trabajo (1924), que reemplazaba al anterior Instituto de Reformas Sociales, como paso previo a la creación de la Organización Corporativa del Trabajo en 1926. Esta tenía una composición mixta para la regulación de los problemas laborales, estructura que se organizaba en Comités Paritarios (igual representación de patronos y de obreros), que se hallaban bajo la tutela del Estado, y contó con el silencio expectante del PSOE y la colaboración de la UGT. El mismo líder socialista Francisco Largo Caballero pasó a formar parte del Consejo Nacional del Trabajo.
Esta política económica se vio favorecida por la buena coyuntura vivida entonces en el mundo, los “felices años 20”. Pero los enormes gastos que la realización de los planes señalados, llevó consigo unidos al dispendio realizado en determinados fastos como la Exposición Universal de Barcelona y la Iberoamericana de Sevilla (1929), aumentaron considerablemente la deuda pública. De manera que, cuando cambió la coyuntura económica, el capital extranjero invertido o depositado en los bancos españoles se retiró y la peseta de depreció, provocando una crisis general de la economía.
Por otro lado, la modernización no afectó a las estructuras campesinas, que siguieron con una baja productividad sin aumentar la superficie ni mejorar las técnicas de cultivo. La emigración encubrió la grave situación al disminuir la población activa agraria, que pasó de un 57% a un 45% en 1930.
Las migraciones interiores se dirigieron allí donde la oferta de trabajo era mayor, y fueron las grandes ciudades (Madrid, Barcelona) las que acogieron a mayor número de inmigrantes. Con el desarrollo de las actividades comerciales y los servicios aumentó la demanda de mano de obra femenina y, por primera vez, hubo mujeres que desempeñaron cargos de responsabilidad en los gobiernos municipales.
Las concentraciones industriales en las grandes ciudades favorecieron el desarrollo de las organizaciones obreras: UGT (con 219 000 afiliados en 1926), la Confederación Nacional de Sindicatos Católicos y Confederación Nacional Católica Agraria.
IV.- LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA Y LA CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA.
Lo que explica claramente la larga duración de la Dictadura es, sin duda, la impotencia de la oposición.
- Los políticos de la vieja guardia: al principio su postura fue de expectativa, creían que el Golpe de Estado era inevitable y que el régimen resultaría poco duradero. Pero con el paso del tiempo su acritud fue en aumento.
- Los republicanos, que estaban desunidos, y aunque en febrero de 1926 firmaran una especie de pacto – Alianza Republicana -, la realidad es que cada grupo actuaba por su cuenta.
- La oposición militar. A partir de los años 1925-1926 la oposición militar comenzó a coordinarse con la oposición política, que se hizo manifiesta, en junio de 1926, en los sucesos de la noche de San Juan “la sanjuanada”. Aunque no pasó de ser un conato, sin embargo fue la primera manifestación concreta de una protesta que ya reunía a importantes sectores del país, militares y políticos. Fueron detenidos y multados personajes influyentes, como los Generales Aguilera o Weyler, y políticos, como el Conde de Romanones y el líder del Partido Reformista, Melquíades Álvarez,
Esta actitud reticente se explica por algunas de las reformas militares llevadas a cabo. Fue partidario de los ascensos por méritos de guerra, que favorecían a los militares africanistas frente a los de la Península. Pero el conflicto más grave fue con el arma de artillería, en el que la oficialidad se había negado siempre a aceptar cualquier ascenso que no fuera por estricta antigüedad. Cuando se quiso imponer el nuevo criterio, se encontró con una oposición cerrada, se produjeron incidentes sangrientos y hubo de disolver el cuerpo de artillería. Incluso Miguel Primo de Rivera forzó al Rey, bajo amenaza de dimisión, a firmar un decreto por el que se obligaba a los artilleros a prometer fidelidad al Gobierno para lograr el reingreso. A partir de entonces una parte importante del ejército rompió las relaciones con el Rey y adoptó una actitud marcadamente prorrepublicana.
- Los intelectuales y la Dictadura. El primer choque significativo se produjo en 1924 cuando Miguel de Unamuno fue suspendido de empleo y sueldo de su cátedra y desterrado a la isla de Fuerteventura, desde donde más tarde inició el exilio voluntario a Francia.
Su postura traducía no sólo la oposición al sistema, sino también un enfrentamiento personal con el Rey y el propio Dictador. Otro choque tuvo lugar con la clausura del Ateneo de Madrid porque, se decía, que estaba derivando al republicanismo, y con el Proyecto de Reforma Universitaria, en el que se otorgaba la expedición de títulos con valor universitario a los jesuitas de Deusto y a los agustinos de El Escorial. Los graves incidentes estudiantiles de marzo de 1928 provocaron el cierre de las Universidades de Madrid y Barcelona, la sustitución de sus rectorados y la pérdida de matrícula por parte de los alumnos.
El asunto se fue politizando, y los estudiantes llegaron a poner en el Palacio Real un cartel que decía “Se alquila”.Por otra parte, las críticas del Dictador contra la universidad provocaron la indignación del estamento docente y un grupo de catedráticos de talla, entre ellos José Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos y Luís Jiménez de Asúa, abandonaron la docencia. Esta agresión hizo que la clase intelectual, en su totalidad, coincidiera en el objetivo de librar al país del régimen de Primo de Rivera.
Los intelectuales y el ejército de la Península, serán las dos fuerzas que contribuyan más directamente en la caída de Primo de Rivera. Pero junto a estas, hubo otros problemas, tales como la cuestión catalana. Pero, además, tampoco supo frenar a un movimiento obrero que, a medida que pasaba el tiempo, iba tomando posiciones. A partir de 1928 el PSOE empezó a pensar que, puesto que no había un auténtico régimen parlamentario, la única salida debería ser la república; y lo mismo propusieron el partido comunista y los anarquistas de la CNT.
En los últimos meses de 1929, y a la vista de la utilización por parte de la Dictadura de nuevos procedimientos caciquiles para sostener al régimen (aprobar una nueva Constitución), arreciaron las protestas y se precipitaron todos los acontecimientos que llevaron a su dimisión, motivada sobre todo por la desaparición del apoyo a su derecha – el Ejército, la Corona –, y no tanto por los ataques de la izquierda. Las clases conservadoras optaron por considerarse amenazadas por un Estado corporativo gobernado en interés de los trabajadores. La Iglesia desconfiaba del regalismo benigno de Primo de Rivera; los banqueros, de su interferencia en la autonomía de los grandes bancos, y los industriales no favorecidos de su intervencionismo.
Finalmente, Miguel Primo de Rivera, después de meditar distintas formas de salir de la Dictadura, hizo una consulta a los altos mandos militares; al ver el escaso entusiasmo de éstos por el régimen, presentó la dimisión el 28 de enero de 1930. El Rey mostró su desagrado, ya que en el procedimiento utilizado no sólo se le ignoraba por completo a él, sino también a la opinión pública y a la totalidad del ejército. Inmediatamente marchó a París, donde moriría al poco tiempo.
V.-EL GOBIERNO BERENGUER: LA TRANSICIÓN A LA REPÚBLICA.
Tras la marcha de Primo de Rivera, el Rey encargó al General Berenguer que se hiciera cargo del gobierno y condujera al país a la normalidad constitucional de 1876, sin hacer peligrar al Rey. Pero la lentitud que imprimió a su acción de gobierno en su vuelta a la normalidad, fue perjudicial para su solución; pues después de un año, muchos políticos habían perdido confianza en el futuro de la monarquía, y la popularidad del rey había quedado deshecha por una constante campaña contra él.
Además el pueblo español había experimentado un cambio profundo y la opinión pública, que parecía dormida hasta entonces, ahora empezó a participar en la vida política y, se expresaban en contra de un régimen monárquico. Por primera vez en mucho tiempo los republicanos aumentaron el número de sus partidarios. Había un republicanismo histórico presidido por Alejandro Lerroux, surgió también un republicanismo nuevo procedente de la monarquía, representado por Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, o el de los sectores intelectuales liderados por Manuel Azaña. Por primera vez los españoles se interesaban por la política En agosto de 1930 se llegó al Pacto de San Sebastián, que reunió a tres fuerzas principales para tratar un futuro cambio hacia la república, a las que se añadieron los regionalistas y los constitucionalistas, que reunía a algunos políticos monárquicos reticentes con el monarca y dispuestos a deslizarse hacia un aún indefinido republicanismo; a los republicanos históricos, y al Partido Socialista. De dicho Pacto se derivaron dos complementarias líneas de acción:
- una revolucionaria, que llevó al fracasado pronunciamiento militar de Jaca de diciembre de 1930,
- y otra política que, con una gran campaña de prensa y mítines, lograría arruinar el prestigio de la Monarquía.
Sin embargo los contactos que estas dos fuerzas realizaron con las agrupaciones proletarias para buscar adhesiones no condujeron a nada. A partir de este momento existió un gobierno provisional republicano presidido por Alcalá Zamora y que se reunía en el Ateneo de Madrid. Los intelectuales acudieron a la llamada de una “Agrupación al Servicio de la República” inspirada por José Ortega y Gasset, en la que colaboraban también Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala.
El gobierno Berenguer continuó ignorando el cambio producido en la sociedad española. La crisis del gobierno surgió a finales de 1930 cuando quiso convocar unas elecciones generales, a lo que los partidos monárquicos protestaron anunciando que no acudirían a las urnas y alegando la necesidad de que primero fueran las municipales, única manera de garantizar la imparcialidad electoral. Berenguer se vio precisado a presentar la dimisión al rey.
A mediados de febrero de 1931 le sustituyó el gobierno del Almirante Aznar, estando representados todos los políticos de los partidos del turno que seguían fieles a la monarquía. Pero el gobierno no logró calmar la agitación de la opinión pública: continuaron los desórdenes universitarios, sin adoptar una política coherente debido a las tensiones entre los miembros del gabinete. Aznar prometió la convocatoria de las elecciones municipales y se apresuró a llevarla a cabo. Se celebrarían el 12 de abril de 1931.
Una nota característica de estas elecciones fue la incertidumbre existente acerca de los resultados, ya que, al no haberse celebrado elecciones desde el año 1922, resultaba imprevisible el comportamiento del censo electoral que, además, había aumentado de una manera considerable. También constituyó una novedad el que no interviniera el poder público, como sucedía con anterioridad, y la apatía de los monárquicos que apenas si hicieron campaña y acudieron desunidos a las elecciones. La jornada electoral fue concebida como un plebiscito en que las posturas se simplificaban a favor o en contra de la Monarquía. La victoria de las izquierdas en las capitales de provincia tuvo como resultado el cambio de Régimen.
Al atardecer del 12 de abril empezaron a llegar los resultados de las elecciones municipales en las capitales de provincia: el bloque republicano-socialista había triunfado en todas partes. Este resultado sorprendió a la oposición casi tanto como al gobierno. El Gobierno estaba estupefacto; casi no había discutido las elecciones y ahora dejó de actuar como un cuerpo único. Por la mañana Berenguer, como ministro de la Guerra, sin consultar al Rey ni a sus colegas, envió una circular telegráfica al Ejército reconociendo la derrota y aconsejando orden y sumisión a la voluntad nacional.
El día 13, Cambó, enfermo y angustiado por el triunfo de la izquierda catalana sobre la Lliga, citó a Romanones en el Hotel Ritz de Madrid: Romanones tenía que aconsejar al Rey que llegara a un acuerdo con el comité revolucionario de Alcalá Zamora. El Rey estuvo conforme con esto, decisión que significaba el fin de la Monarquía. Por la tarde, sin revelar al gabinete sus gestiones de la mañana, Romanones, contra la opinión de La Cierva, persuadió al gobierno de que debía dimitir. Aún más decisivo fue que Sanjurjo, como Director General de la Guardia Civil, señalara con claridad que no podía sacar la Guardia Civil contra de la revolución.
En la mañana del 14 de abril, Romanones envió una nota al Rey aconsejándole que abandonara España, en tanto que Bugallal y La Cierva le recomendaban resistir con su ayuda, siendo convencido por los argumentos de Romanones. Entre tanto, al mediodía, en casa de Marañón, Romanones había negociado con Alcalá Zamora que el Rey saliera inmediatamente de España y que el comité revolucionario asumiera el poder como Gobierno Provisional. Ahora el comité tenía apoyo en las calles y a las tres en punto se izó la bandera republicana en el edificio de la Telefónica, al llegar noticias de que en Barcelona se había proclamado la República. En la tarde se celebró el último Consejo de Ministros de la Monarquía en el Palacio de Oriente, sólo de La Cierva, Ministro de Fomento, se resistió a que Alfonso XIII abandonase el poder. A las 9,15 de la noche, saliendo en automóvil del jardín del Moro, el Rey emprendió viaje a Cartagena, para desde allí embarcar a Marsella. A las 9 de la noche desde el despacho del Ministro de la Gobernación, Alcalá Zamora proclamó la República a todo el país, a través de las ondas de radio. De este modo, el nuevo régimen quedó instaurado sin derramamiento de sangre.
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Autor del texto: V. Fernández
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