Marx resumen

 


 

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MARX-RESUMEN

 

En el terreno de la antropología y contra el idealismo hegeliano, Marx afirma que el ser humano es un ser activo y su dimensión práctica es más importante que la teórica. El motor de los cambios en la historia es el ser humano, por tanto, debe partirse del análisis concreto de lo que este es y de sus condiciones materiales de existencia. El ser humano es un ser natural con necesidades, las primeras aquellas que se refieren a su supervivencia (alimentación, vestido, etc.), pero también tiene una fuerza vital que puede utilizar para apropiarse de lo que necesita para vivir, esta fuerza vital es el trabajo o actividad productiva, la praxis (conjunto de actividades cuya finalidad es la transformación del mundo). La condición natural del ser humano es a la vez una condición social. Puede decirse, entonces, que lo que determina el ser del hombre en cada momento histórico proviene de analizar cómo se realiza esta doble relación: La actividad productiva que relaciona al hombre con la naturaleza a través del trabajo y la actividad social que explica cómo se relaciona con los otros hombres. La historia demuestra que tanto la producción de los medios de subsistencia como las relaciones sociales en las que se lleva a cabo dicha producción han sido diferentes en los distintos grupos humanos y han ido cambiando a través del tiempo. En el sistema capitalista la persona es una mercancía más, un bien sujeto de compra y venta, Marx considera que su situación es injusta y debe ser modificada porque produce alienación.

 

Para Marx, todo ser humano posee una ideología, que se basa en ideas o representaciones, verdaderas o falsas, de la sociedad en la que vive. La clase dominante de una sociedad puede contribuir a encubrir la realidad a través de la ideología, pero también la propia complejidad de la realidad social puede impedir que se alcance su conocimiento verdadero.

 

Al basarse la ideología en percepciones y vivencias parciales o deformadas de la realidad y no en una actividad científica, serán falsas las representaciones que la conforman, por lo que la realidad y las condiciones en que se desarrolla la vida de los hombres resultan, a su vez, falsificadas. En ese caso (cuando las ideas se han convertido como en Hegel en ideología o falsa conciencia), aunque la conciencia imagine esas ideas como dotadas de su propia sustantividad, la existencia humana resulta alienada.

 

La alienación afecta a todos los niveles del ser humano y se manifiesta no sólo en el campo económico, aunque este sea el que determine en cierta manera a los demás. Las formas más importantes de alienación son las siguientes: La alienación económica o trabajo alienado; es la alienación fundamental, propia del capitalismo, que desposee al obrero de su trabajo y del producto de su trabajo. La alienación social, que divide básicamente la sociedad en dos clases sociales, una de ellas es la explotadora y la otra la explotada. La alienación política; el Estado se convierte en un aparato dominador que se levanta por encima de los hombres concretos y contra ellos. La alienación religiosa; la religión propone una vida mejor tras la muerte, como consuelo que sirve para soportar las penalidades de la explotación capitalista. La alienación filosófica; la filosofía se presenta como una interpretación de la realidad que resulta ser falsa, pues prescinde u oculta las condiciones materiales de vida de los seres humanos. «Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo.»

 

Al hablar de alienación, Marx viene a señalar que el ser humano, cuya actividad tiene por objeto la naturaleza, crea un mundo en el que dicha naturaleza aparece como su obra y, sin embargo, en el modo de producción capitalista esa actividad no le permite ser dueño de sí ni de lo que produce, porque se presenta como algo ajeno. En segundo lugar, el hombre, al ser desposeído de los objetos que crea, deviene, él mismo, objeto, viéndose negado como persona. En tercer lugar, como consecuencia de lo anterior, los seres humanos se deshumanizan al tener que someterse a unas relaciones sociales injustas, donde son explotados como máquinas y reconocidos solo como tales.

 

Para superar esa explotación, se impone el estudio del modo de producción que permite y propicia esta situación, elaborando una teoría que, una vez puesta en práctica (praxis), permita su transformación y logre la realización del hombre. Marx se propone unir teoría y praxis para construir verdaderamente un mundo racional. Ese es el sentido de su pensamiento y de su obra. Ese es el objetivo del materialismo histórico.

 

Marx toma de Hegel el esquema dialéctico (tesis-antítesis-síntesis), pero la dialéctica marxista representa una inversión del planteamiento hegeliano: la materia (entendida sobre todo en un sentido económico) es la clave explicativa de la realidad. Frente a la dialéctica de la Idea propone una dialéctica de la realidad y de su transformación revolucionaria. La dialéctica marxista tiene un doble significado: por un lado, Engels trata de aplicar el esquema materialista a la naturaleza, resultando de esto el materialismo dialéctico. Por otro lado, Marx desarrolla el materialismo histórico, que trata de comprender la historia y la economía a través de la dialéctica. Veamos en qué consiste esta teoría marxista.

 

El materialismo histórico es una teoría sociológica que, a partir de datos empíricos, pretende explicar el mecanismo de tránsito de un modelo social a otro en la historia.

 

Defiende las siguientes tesis:

 

  1. Las sociedades se basan en sus condiciones materiales de vida, es decir, en su economía.
  2. La naturaleza y el ser humano no existen separados: el ser humano es un ser práxico, con su trabajo transforma la naturaleza, introduciéndola en su devenir histórico.
  3. En toda sociedad se distingue unos modos de producción que estarían compuestos por una estructura económica (fuerzas productivas y relaciones de producción) y una superestructura (estructura jurídico-política y estructura ideológica).
  4. La infraestructura determina el tipo de ideología, no a la inversa. «No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad sino la realidad social la que determina su conciencia».
  5. Una sociedad es un organismo dinámico: a una fase de estabilidad social le sigue siempre una fase de revolución. La causa de la transformación social es el desarrollo de las fuerzas productivas, de los medios de producción, del avance tecnológico. Esto causa una tensión dialéctica entre las nuevas fuerzas productivas y las relaciones de producción. La tensión se resuelve con una revolución que desemboca en un nuevo modo de producción (con una nueva superestructura o ideología asociada). Y vuelta a empezar.
  6. A lo largo de la historia las sociedades se han transformado dialécticamente según el modo de producción vigente en cada una de ellas (esclavista o antiguo, feudal o medieval y capitalista o burgués). El motor de los cambios históricos ha sido la lucha de clases, que muestra el permanente enfrentamiento de intereses entre clases antagónicas.
  7. El modo de producción capitalista es la última sociedad antagónica: la lucha de clases desaparecerá con el triunfo revolucionario del proletariado. Utopía: instauración de una sociedad comunista sin propiedad privada ni división de clases (paz, igualdad, justicia social). Será el fin de la «prehistoria social».

 

La originalidad de la reflexión de Marx sobre la dialéctica de la historia consiste en localizar en su base económica la explicación de los cambios en la sociedad.

 

El objetivo del proceso, el fin al que se dirige la historia, es la desaparición de las clases y la instauración del comunismo. La marcha hacia esta utopía podrá ser acelerada mediante la lucha de clases del proletariado. Eso significa que el proletariado toma conciencia de su condición de explotación y de sus intereses, contrarios a los de los capitalistas, y se sirve del materialismo histórico para poner fin a su alienación y lograr su realización total.

 

El primer paso en este camino, es la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y de la división del trabajo, mediante el establecimiento de la dictadura del proletariado. Con ello se alcanzará la sociedad sin clases. Es el Estado socialista.

 

En una sociedad de este tipo no tendrá sentido el Estado, porque este es el instrumento que emplea la clase dominante para mantener sus privilegios, pero tampoco la lucha de clases, porque estas no existirán. En su lugar surgirá una comunidad real de hombres libres e iguales. El Estado pierde su carácter político y pasará ser un mero administrador de los bienes de la sociedad, será el Estado comunista.

 

El hombre recuperará su esencia como ser natural activo a través del trabajo no alienado, que le permitirá resolver sus necesidades vitales de forma humanizada y solidaria en la nueva sociedad comunista. Esta situación ideal, utópica para muchos, hizo pensar a Marx que el Estado comunista sería el último en la historia de la humanidad. El comunismo encarna el sentido teleológico de su teoría y su praxis.

 

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TEMA . KARL MARX  (1818-83)

 

Algunas citas de Marx para empezar.

 

- “La religión es el opio del pueblo”.

- “El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”.

- “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”.

- “Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos”.

- “La manera como se presentan las cosas no es la manera como son”.

- “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”.

- “El motor de la historia es la lucha de clases”.

- “El hombre es el ser supremo para el hombre”.

- “Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado”.

- “Los desposeídos tienen un mundo que ganar”.

                                                                                                          Karl Marx

 

1. BIOGRAFÍA DE MARX

 

            Carlos Marx nació en Trier, Alemania, el 5 de mayo de 1818 en el seno de una familia acomodada. Su padre fue un abogado judío convertido en protestante. En 1835 comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de Bonn, y en 1836 los continuó en Berlín, donde se doctoro en 1841. Paralelamente estudio filosofía e historia y tomó contacto con los hegelianos de izquierda, dedicándose a fondo a la comprensión del sistema filosófico de Hegel, que ejercía en él una gran influencia. Desde 1841 hasta 1843 colaboró como periodista y jefe de redacción del diario liberal Rhenische Zeitung. Pero por la tendencia democrática revolucionaria del periódico fue censurado varias veces, hasta suprimirlo. En esa época conoce a Feuberbach, hegeliano de izquierda que evolucionó hacia el materialismo, otra de sus importantes influencias. También en esos años se familiariza con los escritos de Proudhon, Fourier y Leroux, a quienes luego denominarían socialistas utópicos. En 1844 se traslada a París, en Francia conoce a los socialistas revolucionarios, y se interioriza de los escritos de Saint Simon, quien también ejerce una gran influencia en Marx. En ese año, conoce a F. Engels, con quien Marx compartió la elaboración de su pensamiento y quien además de ser un importante colaborador, se convierte en fundamental complemento hasta el punto de que muchos de los elementos del sistema marxista se deben a su inspiración. En 1845, Marx escribió con Engels "La Sagrada Familia", obra dirigida contra los hermanos Bauer, hegelianos de izquierda. En ese mismo año también redactan la Ideología Alemana, obra que contiene los primeros esbozos del materialismo histórico. En 1845 Marx es expulsado de París y se traslada a Bruselas. En 1847 escribe "Miseria de la Filosofía". También en ese año funda la Liga de los Comunistas de Londres y escribe a petición de ella junto con Engels "El Manifiesto Comunista", que sintetiza de forma clara los principios marxistas. En los años revolucionarios, Marx dirigió en Colonia el diario "Neue Rheinische Zeitung", que fue clausurado al poco tiempo, y después del fracaso de la revolución de 1848, se dirijo a París, en donde fue expulsado por la manifestación del 13 de junio de 1849. Entonces marchó a Londres, donde paso el resto de su vida.

 

            En Inglaterra alternó su tiempo entre los estudios que fueron base de su obra cumbre "El capital"-cuyo primer tomo le supuso casi dos décadas de trabajo-, las actividades revolucionarias, otros escritos y el trabajo como corresponsal del New York Tribune. Marx, además, estudia en profundidad los clásicos de la economía del período anterior (Quesnay, Smith, David Ricardo).

 

            En 1859, publicó su "Critica de la Economía Política", y más tarde en 1864 fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como la I Internacional. Marx fue el alma de esta organización. Unificando el movimiento obrero de los diferentes países, Marx fue forjando la táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera en los distintos países. La I Internacional cumple su misión y deja paso a una época de desarrollo más amplio del movimiento, con la creación de partidos obreros socialistas dentro de cada Estado nacional.

 

            En 1867 se publica el primer tomo de "El capital", los otros fueron publicados por Engels después de la muerte de Marx, que fue el 14 de marzo de 1883. Su vida, como se ha visto, fue una constante emigración, Berlín-París-Bruselas-Colonia-Londres.

 

            En este breve resumen biográfico se han señalado las principales influencias del pensamiento marxista: en primer lugar, los hegelianos de izquierda, de quienes Marx tomo la dialéctica como método. Feuerbach, que determinó su acercamiento al materialismo. Los socialistas utópicos, especialmente Saint Simon, quienes contribuyeron a su concepto de socialización y los economistas clásicos que permitieron a Marx una comprensión de la economía política, y del funcionamiento de las relaciones de producción de la época, de manera destacada uno de ellos, David Ricardo, quien formuló la teoría del valor.

 

2. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO DE LA OBRA DE KARL MARX

 

Contexto histórico

            El siglo XIX es la época de la revolución industrial que se da en Inglaterra a partir de la invención de la máquina de vapor y sus consecuencias: ferrocarril, siderurgia, navegación a vapor,... La ciencia y  la técnica llevan a  cabo la transformación más espectacular que haya sucedido en toda la historia. Y esta revolución industrial lleva consigo violentas transformaciones sociales. Se suceden numerosas revoluciones -1820, 1830, 1848, 1871-, la mayoría de origen francés, se extienden rápidamente por otros países europeos. Los impulsos proceden del liberalismo, los movimientos democráticos, el socialismo, el anarquismo, la crisis económica y, en general, el descontento político. Los intentos de contención están representados por el tradicionalismo, la Iglesia y la propia burguesía conservadora. Al mismo tiempo, otro movimiento recorre Europa: el nacionalismo, que hacia fin de siglo deriva en imperialismo colonialista.

 

            Con el desarrollo industrial, la burguesía ha tomado las riendas de la economía y con ella ha surgido una nueva clase social: el proletariado. La industria naciente necesita abundante mano de obra concentrada en las ciudades, que se ve sometida a una explotación salvaje en su trabajo. Son frecuentes las jornadas laborales de más de trece o catorce horas, no existen derechos laborales, ni festivos, ni vacaciones, ni seguridad social,... las condiciones higiénicas son deplorables y el trabajo infantil generalizado. Se llega incluso a cobrar por anticipado el trabajo futuro de los hijos pequeños del obrero. Ante esta situación, lentamente el ejército de proletarios comienza a tomar conciencia de su situación y a organizarse. Empiezan a constituirse diversas teorías revolucionarias, de entre las cuales destaca la de Marx cuyo objetivo es superar estas tremendas injusticias e instaurar una sociedad comunista en la que todos los seres humanos sean iguales y el hombre no sea explotado por el propio hombre.

 

Contexto ideológico-filosófico

            La ideología dominante que se impone lentamente es el liberalismo. Sin embargo, hay que distinguir, al menos, entre un liberalismo económico que es el fundamento ideológico del sistema capitalista (salvaje) y un liberalismo político, que se opone al absolutismo y defiende el parlamentarismo. Pero no hay que olvidar que esta ideología -como todas- está en función de determinados intereses concretos; así, por ejemplo, el liberalismo económico acepta con naturalidad la explotación salvaje a que son sometidos los proletarios y el liberalismo político suele limitar los derechos civiles a quienes alcanzan una determinada renta económica. La  libertad, por tanto, suele verse desde el punto de vista del grupo de pertenencia. No hemos de olvidar, sin embargo, el papel progresista que representan las teorías liberales frente a los intentos de restauración del Antiguo Régimen, así como la influencia democratizadora y tolerante de un liberalismo intelectual opuesto a todo dogmatismo.

 

            Frente al liberalismo están las posiciones tradicionalistas anteriormente mencionadas y, además, surgen una serie de movimientos que intentan responder a la situación de miseria del proletariado europeo. Entre ellos hay que mencionar los socialismos utópicos (Fourier, Saint-Simon y Owen), que defienden una organización social libre de los conflictos generados por la propiedad en una especie de fraternidad universal igualitaria y pacífica. Los anarquismos, por su parte (Proudhon, Bakunin y Kropotkin), propician la desaparición de toda autoridad política, jurídica y religiosa, dirigiendo sus esfuerzos a la destrucción del Estado, que es considerado como responsable de los conflictos sociales y el obstáculo principal para el establecimiento de una sociedad justa e igualitaria, basada en la bondad innata del hombre.

 

            El pensamiento de Marx intenta dar una respuesta a los conflictos de su tiempo que supere estas posturas utópicas basadas en una vaga filantropía para proponer un socialismo con fundamentos científicos. Su punto de partida lo toma de la filosofía de Hegel. Éste es el máximo exponente del idealismo alemán, y Marx toma de él su concepción de la historia universal dirigida por leyes dialécticas (basadas en la oposición de contrarios) pero convirtiendo el idealismo en un materialismo histórico: lo que explica la historia no son las ideas, como cree Hegel, sino la lucha que enfrenta a las clases sociales por la defensa de sus intereses materiales.

 

            Para comprender esta lucha, Marx se basa en los estudios de Economía Política de los teóricos ingleses (sobre todo de Adam Smith) que por primera vez trataban de convertir la Economía en ciencia, es decir, descubrir las leyes que la dirigen. Aunque Marx no comparte la ideología capitalista de los nuevos economistas, utiliza sus descubrimientos teóricos para explicar el sistema económico que intenta superar.

 

            En Marx encontramos una obra de enorme originalidad, que incorpora reflexiones de tipo filosófico, sociológico, histórico, económico y político, hasta el punto de que no resulta fácil separar en sus escritos estos aspectos. La amplitud y complejidad de su obra ha dado lugar a una multitud de interpretaciones de su pensamiento, algunas de ellas opuestas entre sí. En todo caso, está claro que más allá de su afirmación de que "la filosofía no debe interpretar el mundo, como ha hecho hasta ahora, sino transformarlo", Marx ha sido, aunque con frecuencia manipulado, el pensador que mayor influencia ha ejercido en muchos cambios sociales del siglo XX y nuestro tiempo.

 

3. LA TEORIA MATERIALISTA DE LA HISTORIA

 

            El hecho de que Engels en su obra Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana simplifique la historia del pensamiento como la lucha entre idealismo y materialismo;  y el hecho de que Lenin concibiese el materialismo entendido como prioridad de la materia sobre el espíritu, han contribuido a oscurecer el sentido del materialismo en Marx. Se impone, pues, un esclarecimiento.

            Es manifiesta la oposición de Marx a toda forma de idealismo. Rechaza el idealismo de Hegel, acusándole de abstracción e irrealismo por su indiferencia hacia la naturaleza y el hombre real. Frente a las posturas idealistas, Marx explica la realidad a partir de lo concreto mismo, no a partir de ideas o abstracciones. Y lo concreto son las necesidades materiales del hombre sensible, del hombre real. De ahí el nombre de Materialismo. Pero su teoría es denominada Materialismo Histórico por la importancia que concede a la historia en la formación del hombre. Éste no es simple naturaleza, sino fundamentalmente historia. El hombre es lo que él ha hecho de sí mismo a través de la historia. Marx, además, quiere ser científico, no metafísico. El materialismo histórico, por tanto, es la ciencia marxista de la historia y consiste en la afirmación del hombre como protagonista de la historia a través de su actividad práctica. Marx insistía en que los elementos fundamentales que propician el cambio de la historia no son propios de la conciencia, sino fuerzas materiales: es el ser social el que determina la conciencia y no es la conciencia de los hombres la que determina su ser social. Según el materialismo histórico, por tanto, la base de todo el orden social es la producción material.

 

            El punto de partida es el hombre que, en cuanto ser de necesidades, actúa (praxis) y transforma la naturaleza, produciendo distintos modos de vida, distintos tipos de sociedades a lo largo de la historia. La historia, por tanto, es producto de la acción humana. El factor decisivo para su interpretación del desarrollo del acontecer histórico, para su filosofía de la historia, es el factor técnico: los medios de producción (máquinas, materias primas, capital,...). Esta interpretación puede tener su origen en el hecho de que Marx vive en plena revolución industrial y técnica, sin embargo, su gran originalidad estriba en que Marx considera que  esto ha sido así a lo largo de toda la historia. La historia de la humanidad es la historia de los medios de producción, porque los medios de producción han determinado el desarrollo de la historia.

 

            La sociedad, por otra parte, se explica a partir de las relaciones dialécticas entre el hombre y la naturaleza y el hombre con los demás hombres a través del trabajo. Mediante el trabajo el hombre se crea a sí mismo al producir los objetos capaces de satisfacer sus necesidades. El proceso de trabajo se define como el conjunto de actividades que el hombre realiza para transformar los objetos naturales con el fin de satisfacer sus necesidades.

            Marx afirma que lo que diferencia al hombre de los animales es la capacidad que tiene el hombre para producir sus medios de existencia. Pero agrega que la vida humana, lo que el hombre sea, depende de lo que produce y sobre todo del modo como lo produce; hasta tal punto que el modo de producción material es determinante de la vida social, política y espiritual.

 

            La categoría de producción se convierte, pues, en la categoría fundamental para comprender no sólo al hombre, sino también a las distintas sociedades y, en consecuencia, para comprender la historia de la humanidad.

            En toda época histórica existen, según Marx, unos medios: tierras, capital, instrumentos, máquinas, materias primas a partir de los cuales se realiza la producción. Esos medios de producción, más las técnicas y los obreros que los utilizan forman las fuerzas de producción  o fuerzas productivas que, a lo largo del proceso de producción dan lugar a las relaciones de producción (es decir, las formas de propiedad de los medios de producción, las formas de reparto de la producción y la organización de las clases sociales). Las relaciones de producción, por tanto, en cuanto relaciones existentes en un momento determinado entre los propietarios de los medios de producción y los proletarios, son la expresión del reparto del poder social; en este sentido, las relaciones de producción establecen un modelo de distribución de posibilidades socialmente aceptadas de satisfacción de necesidades y, con él, predeterminan la estructura de intereses existente en una sociedad.

 

            Al conjunto de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción originadas por las fuerzas productivas, lo denomina Marx, MODO DE PRODUCCION O INFRAESTRUCTURA de toda sociedad. Ésta es la base real sobre la cual se levanta una superestructura jurídica y política y a la que corresponden las formas sociales de conciencia. El modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. Y esto es la superestructura. Llama, por tanto, SUPERESTRUCTURA al conjunto de ideas, creencias, religiones, normas,... que configuran la conciencia social; así como el arte y las estructuras e instituciones jurídicas y políticas que irradia y de las que se sirve la infraestructura. Por tanto, la superestructura es el conjunto de elementos destinados a justificar la situación de dominio, y que se manifiestan en el campo jurídico, histórico, político, filosófico, religioso o cultural. El mismo Estado y el derecho que emana de él, por ejemplo, es una superestructura que se elabora en defensa de los intereses de la clase dominante. La superestructura, por tanto, es producto de la infraestructura.

 

            El modo de producción de la vida material condiciona, según Marx, el desarrollo de la vida social, política y espiritual. Y en consecuencia, la historia será la expresión del desenvolvimiento y sucesión de distintos modos de producción, que han ido dando lugar a diferentes tipos de sociedades, las cuales se han sucedido siempre unas a otras a partir de una revolución. Así, la sociedad primitiva fue una sociedad nómada, una sociedad de cazadores (relaciones sociales) debido a los instrumentos de trabajo (fuerzas productivas) de que disponía: arcos, flechas,... Al ser sustituidos estos instrumentos por utensilios mecánicos, se originan nuevas relaciones de producción que dan lugar a las sociedades agrícolas y sedentarias. Con el descubrimiento de la fragua se desarrolla la sociedad feudal dividida en señores y siervos. Pero cuando el régimen feudal se convirtió en un impedimento para la producción, la revolución burguesa lo destruyó. La sociedad burguesa en que vive Marx es una sociedad dividida en clases: propietarios y proletarios (relaciones sociales) debido al desarrollo de nuevos instrumentos de trabajo (fuerzas productivas): las máquinas.

 

            A lo largo de la historia los distintos modos de producción han dado lugar a distintos tipos de sociedades. Aunque Marx no da una única clasificación, podemos decir que, básicamente, son:

-primitiva: propiedad colectiva de los bienes. Los medios de trabajo y los productos obtenidos pertenecen a todos.

-esclavista: el esclavo es un instrumento del amo déspota que tenía completo derecho sobre su vida.

-feudal: señor noble, dueño de la tierra y con relaciones de servidumbre o dependencia a nivel económico y político por parte de sus siervos.

-capitalista: el capitalista es propietario de los medios de producción y de la fuerza de trabajo del trabajador que convierte en una mercancía más, de modo que la dependencia de los trabajadores con respecto de los propietarios de los medios de producción se asegura jurídicamente a través de un contrato laboral y económicamente por medio del mercado del trabajo.

-socialista: régimen de propiedad colectiva de los medios de producción. Todos serán dueños mediante la propiedad colectiva. La etapa socialista o dictadura del proletariado cuyo lema es “a cada cual según su trabajo”, pretende borrar las huellas de la sociedad capitalista para dar paso a la sociedad comunista.

 

            El desarrollo de la historia viene siempre condicionado por la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. Como las relaciones sociales dependen de las fuerzas de producción, resulta inevitable en determinadas circunstancias la confrontación, cuando las relaciones producción no favorecen las fuerzas productivas. Se llega entonces a la revolución social.

            La lucha de clases, uno de los paradigmas marxistas de interpretación de toda la historia y su propio motor, se manifiesta cuando la clase explotada -el proletariado- se constituye en antítesis de la clase dirigente, llegando a provocar la revolución social. Marx quiere ser un científico e interpretar la historia a partir de la lucha de clases. Pero, a su vez, tiene otra finalidad: su supresión. Por eso, su crítica histórica es, a la vez, análisis de la situación y proyecto transformador de la sociedad. Marx propone la superación de las relaciones inhumanas y alienantes del capitalismo mediante la instauración de una sociedad sin clases, la comunista, que según lo que se extrae de sus textos, está caracterizada por:

1. Cada persona trabajará  de acuerdo con sus capacidades y recibirá de acuerdo con sus necesidades.

2. Desaparición de las clases sociales.

3. No habrá  división entre el trabajo intelectual y el manual. Todos podrán practicar todos los trabajos.

4. Propiedad colectiva de todos los medios de producción. 

5. Desaparición del Estado como fuerza coercitiva, quedando sólo como aparato técnico para el desarrollo social.

6. Ideal de traer la felicidad a la Tierra para todos en condiciones de igualdad: abundancia de riqueza.

7. Fraternidad universal: “¡Proletarios del mundo, uníos!”.

 

4. EL CONCEPTO DE ALIENACION Y SUS FORMAS

 

4.1. El concepto de alienación.

            El concepto de alienación hay que entenderlo, en un sentido general, como la acción de transmitir o transferir a otro (alius) lo que me es propio. Alienación significa, por tanto, desposesión de uno mismo o hacerse extraño a uno mismo.

            Marx, considera en los Manuscritos de Economía y filosofía (1844) que la forma de trabajo de la sociedad moderna constituye la alienación total del hombre:

            1. El trabajo, entendido como actividad del hombre, constituye su actividad existencial, su esencia, el medio para desarrollar su naturaleza. Lo propio/esencial del hombre no es la teoría sino la praxis: el trabajo. El hombre se humanizó, en realidad, como resultado de sus intercambios con la naturaleza y se sigue transformando psíquica y físicamente gracias a la actividad laboral. El trabajo es lo que caracteriza al hombre: se hace a sí mismo según lo que produce y cómo lo produce. Mediante el trabajo se desarrolla en la historia: transforma la naturaleza para producir lo que necesita.

            2. En la relación existente entre sujeto (trabajador) y objeto (producto elaborado), el objeto es el resultado  o producto de la acción transformadora del sujeto, es obra suya.

            3. La situación en la que el producto de la acción transformadora del hombre no le pertenece, sino que se convierte en propiedad de otro (alius), del burgués capitalista, es a lo que Marx denomina alienación: el obrero trabaja sólo para sobrevivir, no para realizarse.

 

4.2. ¿Por qué se produce una situación de alienación?

            1. El producto del trabajo -en aquella situación en la que el trabajador tiene que vender su fuerza de trabajo- se enfrenta al trabajador como algo extraño e independiente de la persona que lo ha elaborado como producto.

            2. El producto del trabajo se convierte en cosa -mercancía- independientemente de su conexión con el productor -trabajador-, y, al mismo tiempo, el trabajador también se convierte en cosa -mercancía- porque sólo se le tiene en cuenta en cuanto vale para producir mercancías. De esta manera, el trabajador se reifica, se aliena, se convierte en mercancía, porque su situación es exactamente idéntica a la de cualquier mercancía: el trabajador también depende de la oferta/demanda que el mercado tenga de trabajadores.    

            El valor del trabajador es determinado por la oferta/demanda y no por sus necesidades reales: "la demanda de hombres regula necesariamente la producción de hombres, como ocurre con cualquier otra mercancía. Si la oferta es mucho mayor que la demanda, una parte de los obreros se hunde en la mendicidad o muere por inanición. La existencia del  trabajador está  reducida, pues, a la condición de existencia de cualquier otra mercancía. El obrero se ha convertido en una mercancía y para él es una suerte poder llegar hasta el comprador." (Manuscritos del 44).

            Al trabajador se le emplea para obtener plusvalía, beneficio, con los productos de su trabajo. Marx afirma que en la sociedad capitalista tiene que producirse necesariamente una plusvalía, ya que ésta es consecuencia de la estructura económica de la sociedad capitalista. La plusvalía explica el proceso de acumulación del capital en manos de unos pocos, mientras se acumula la pobreza en el proletariado, reduciendo su trabajo y su producto a meras mercancías.

 

4.3. Alienación: valor real y plusvalía.

            ¿Cuál es la base del valor real de una mercancía? El valor de un bien cualquiera está  determinado por la  cantidad de trabajo necesario para producirlo. El valor es la "forma objetiva del trabajo social gastado en la producción". Si el capitalista entregara al asalariado todo el producto de su trabajo no le quedaría margen de ganancia. Sin embargo, compra al asalariado su fuerza de trabajo, pagándola como se paga cualquier otra mercancía: con lo que el obrero necesita para su supervivencia (salario de subsistencia). Como el trabajador produce un valor que es superior al que recibe como compensación (salario), se produce un "plus valor", es decir, una plusvalía. El beneficio del capitalista, por tanto, proviene de vender algo que a él no le ha costado nada. La plusvalía es la diferencia entre el salario y el precio completo del producto o, dicho de otro modo, la diferencia entre lo que cuesta la fuerza de trabajo y el valor de la mercancía en el mercado. De este modo, el excedente del valor de la mercancía sobre su coste de producción se lo apropia el capitalista en perjuicio del proletariado.

            Bajo el concepto de trabajo alienado podemos distinguir ciertos rasgos esenciales: de la relación del obrero con los productos de su trabajo (se comporta ante ellos como objetos ajenos y extraños; los ha producido y no es su dueño); de su propia situación como hombre (no se siente afirmado en el trabajo, sino a disgusto: no es dueño de éste); por último, de las relaciones que los hombres contraen entre sí (se comporta ante ellos como ante seres extraños: lucha de clases). Esta situación impone al hombre una deshumanización, una pérdida de su libertad. El mundo del trabajador es un mundo deshumanizado, en donde el reino de los valores humanos es suplantado por el reino de las cosas. Él mismo es considerado una mercancía más.

            Marx concluye que esta alienación del hombre no está  en consonancia con la propia naturaleza humana, sino que es consecuencia de una sociedad y una época determinada: es consecuencia de unas concretas relaciones de producción en las que unos son los dueños de los medios de producción y otros los productores (trabajadores). Una situación en la que el producto resultante de su trabajo no les pertenece a los trabajadores hace que éstos se vacíen de sí mismos, se escindan, se enajenen, se sientan alienados.

 

4.4. Formas de alienación:

            4.4.1. Alienación económica: es la básica, provoca las otras formas de alienación, ya que convierte al trabajador, al ser humano, en mercancía (producto destinado al mercado). La economía clásica, según Marx, quiso ocultar esa alienación fundamental al presentarla como algo natural e intemporal. El objetivo de Marx, a este respecto, consiste en la abolición de la propiedad privada de los medios de producción.

 

            4.4.2. Alienación social: consiste en la división de la sociedad en clases: clases superiores y clases inferiores. En la sociedad capitalista los seres humanos, iguales por naturaleza, quedan clasificados de acuerdo con los bienes materiales que poseen: unos poseen los medios de producción, y otros, los trabajadores, no. El objetivo marxista consistir  en la eliminación de todas las clases.

 

            4.4.3. Alienación política: consiste en la división entre la sociedad civil (formada por los ciudadanos) y el Estado, que representa sólo los intereses de una clase social, de una parte de la sociedad civil. El Estado para Marx no es un concepto (como para Hegel), sino el instrumento de la clase social que manda, que pone al Estado a su servicio en lugar de al de toda la sociedad. Tiende a usarlo para dominar a la clase oprimida en su propio provecho. La aspiración última de Marx consiste en eliminar el Estado opresor y convertir el mundo entero en patria de la humanidad.

 

            4.4.4. Alienación religiosa: la religión y la filosofía prestan justificación y estabilidad a la organización socio-política. La religión, al proponer la solución de la alienación que sufre el hombre en un más allá deja intacto el más acá, divide al hombre, le resigna al justificar la injusticia que sufre en este mundo por la compensación en un más allá. Se convierte en el "opio del pueblo". La religión consiste en la evasión de la realidad hacia un mundo trascendente, hacia creaciones ilusorias que sirvan de consuelo y de esperanza ante una situación mundana tremendamente injusta.

            Para Marx, la raíz de la religión no está en el sentimiento humano-religioso (Feuerbach), sino en la miseria y desgarramiento de la vida social; por lo tanto, no basta con desmitificar la alienación religiosa, sino que propone como objetivo modificar ese mundo del cual la alienación religiosa es una manifestación reveladora. Los hombres, según Marx, tienen necesidad de la religión porque no son felices. Ésta les "adormece" ante la miseria (recomendando valores de sumisión, humildad, sufrimiento,…) y, desgraciadamente, también les impide la auténtica liberación (prometiendo una falsa liberación en la otra vida, en el paraíso).

 

            4.4.5. Alienación filosófica: La filosofía es alienadora porque se limita a interpretar la realidad y porque la interpreta falsamente (véase Hegel, por ejemplo). Según Marx: "Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversos modos, de lo que se trata es de transformarlo".

            La religión y la filosofía, como contenidos ideológicos, tienen como función ocultar, desfigurar, una situación de la existencia real, social e histórica que se caracteriza como deshumanizadora y alienante para el hombre. Para Marx, habría que realizar una doble crítica de la ideología (la ideología sirve para justificar y tratar de legitimar una realidad injusta): una crítica teórica y práctica que nos permita transformar la realidad que la produce.

 

5. LA CRÍTICA A LAS IDEOLOGIAS

 

            El término "ideología" fue creado por el pensador francés Destutt de Tracy y con él designó la concepción científica que intenta estudiar "los conocimientos", el conjunto de ideas que caracterizan a una época, a un grupo de personas, o a un movimiento político, cultural o religioso; posteriormente, durante la época napoleónica, dicha palabra adquirió un sentido peyorativo, viniendo a significar algo así como carencia de sentido práctico o falta de capacidad para captar el auténtico sentido de la realidad.

            En Marx, se conserva ese sentido negativo; ideología es falsa conciencia o conciencia deformada de la realidad. Es una elaboración puramente intelectual de ideas ajena al contacto con la realidad (material). En la medida en que nuestras ideas intentan reflejar la realidad (económica, política, etc.) pueden hacerlo de un modo adecuado o falso. Cuando en vez de representar la realidad tal cual es, tratan de enmascararla, de falsearla, estamos ante la ideología. Por ejemplo, pensar que el sistema de producción capitalista es un sistema justo y bueno para el ser humano es una deformación ideológica, según Marx.

 

5.1. El nacimiento de las ideologías.

            Las ideologías como “formas de conciencia deformadas” nacen de la división del trabajo (en intelectual y manual). La conciencia, por tanto, se separa de la práctica social: el hombre se dedica a crear teorías puras, sin base real, al margen de la realidad material y la producción, pero que se toman como si fueran algo real. El creador de estas formas de conciencia hace que los otros hombres tomen como real lo que no es sino producto de su imaginación.

 

5.2. La deformación de las ideologías.

            La ideología, que como se ha dicho es una forma de conciencia deformada, al interpretar la realidad, la deforma. Aunque hay diferentes tipos de ideologías, todas ellas coinciden en que falsean la realidad. Veámoslo:

 

5.2.1. Ideología política.

            El falseamiento de la ideología política se manifiesta de diferentes formas. Veamos algunas:

            1) Según la Constitución de algunos Estados “el pueblo es soberano” y “todos los ciudadanos son libres e iguales”, sin embargo, el falseamiento es manifiesto: la soberanía del pueblo, la libertad y la igualdad son puramente formales, porque no alcanzan al hombre real y concreto. Lo que se hace creer a los ciudadanos, por tanto, no es más que un falseamiento de la realidad ya que ésta se caracteriza por: sufragio censitario, desigualdad de clases, no reconocimiento de la mayoría de derechos a mujeres, jóvenes, no propietarios, etc.

            2) El Estado, teóricamente, es el árbitro de las diferencias entre los ciudadanos, está por encima de los intereses particulares de los individuos. En realidad, el Estado no es un árbitro imparcial, sino un instrumento de opresión en manos de la clase dominante.

            3) Sólo los burgueses pueden ser políticos –la igualdad, ya se ha dicho, es ficticia-, ya que son los únicos que tienen tiempo, formación  y capital necesarios para dedicarse a la política, bienes de los que el proletariado carece por completo. Como cabe esperar, al ser burgueses los diputados, votarán a favor de las medidas que favorezcan los intereses de  su clase.

 

5.2.2. Ideología religiosa.

            Aunque la religión no es la preocupación fundamental de la filosofía de Marx, considera que va mucho más allá de la ideología política, ya que ésta, al menos, se encuentra cerca de la realidad. En el caso de la religión, en cambio, entramos en el mundo de lo imaginario, de lo irreal, de lo que solamente el ideólogo afirma que es real.

            La ideología religiosa crea sus propios objetos (Dios, ángeles, Santísima Trinidad, paraíso,…), que carecen de consistencia real. Sólo son productos imaginarios para que el proletariado se conforme con su situación injusta en este mundo, garantizándole la justicia en el otro mundo. Al condenar la violencia, por otra parte, la religión inhabilita al proletariado para llevar a cabo la revolución necesaria para la consecución de una sociedad más justa en este mundo.

            Aunque la religión perpetúa el orden injusto establecido con el conformismo que promueve, sin embargo, el propio Marx considera que tiene como aspecto positivo el anhelo de realización del ser humano que promueve (todos iguales -ante Dios-, crítica a los ricos,…), aunque debería transformarse en estimulante para protestar ante las injusticias existentes y no inventar un más allá en el que se obtendrá el premio por haber sufrido la injusticia en este mundo.

 

5.2.3. Ideología filosófica.

            También la filosofía, en la medida en que se ocupa de problemas abstractos y se olvida de los conflictos reales del presente, es una ideología, aunque menos primitiva y tosca que la religiosa, que corresponde a un mayor grado de ignorancia dentro de la historia de la humanidad.

            La filosofía sólo dejará de ser ideología si deja de interpretar falsamente la realidad y denuncia la alienación y se convierte en praxis, en actividad transformadora, en actividad revolucionaria.

 

5.3. La función de las ideologías.

            Las ideologías de una sociedad no tienen historia propia, independiente de la infraestructura de su sociedad, sino que se corresponden con el sistema de producción y de distribución de bienes, esto es, con la infraestructura de una sociedad.

            ¿Qué papel desempeñan las ideologías? ¿qué función tienen? La ideología que predomina en una sociedad es la ideología de la clase dominante, la que posee los medios de producción. Ésta refleja espontáneamente su situación social y genera un conjunto de doctrinas que proporcionan una “imagen” del hombre, la sociedad y el mundo. Es una imagen deformada de la realidad, “una mentira legitimadora”, ya que lo que se pretende con tales doctrinas ideológicas es justificar los intereses de la clase dominante. Intenta presentar como “natural” el orden social vigente, aunque no lo sea (Recuérdese, como ejemplo, la obsesión del liberalismo por consagrar la propiedad privada entre los derechos naturales fundamentales del ser humano).

            Cuando la lucha de clases se agudiza, la clase dominada toma conciencia de sí misma elaborando una teoría –Marx considera, en su caso, que científica- para justificar la lucha de los explotados y justificar un nuevo modelo de sociedad libre de explotación.

 

5.4. Desaparición de las ideologías.

            Tanto en El Capital como en el Manifiesto del Partido Comunista, Marx afirma que las ideologías desaparecerán cuando termine la subordinación de los hombres a las fuerzas sociales, cuando puedan autodeterminarse con plena libertad. Las ideologías, por tanto, desaparecerán, cuando se instaure la sociedad sin clases comunista. Entonces ya no será necesario legitimar, falseando la realidad, el dominio de una clase social sobre otra.

 

Texto de selectividad de Karl MARX:

 

Contribución a la crítica de la economía política. (Trad. J. Merino).

 

 

                                                PREFACIO

 

            Examino el sistema de la economía burguesa por el orden siguiente: Capital, Propiedad, Trabajo asalariado; Estado, Comercio exterior, Mercado mundial. Bajo los tres primeros títulos estudio las condiciones económicas de existencia de las tres grandes clases en las cuales se divide la sociedad burguesa moderna; el enlace de los otros tres títulos salta a la vista. La primera sección del primer libro, que trata del capital, comprende los capítulos siguientes: 1.º La mercancía. 2.º La moneda o la circulación simple. 3.º El capital en general. Los dos primeros capítulos forman el contenido de este volumen. Tengo a la vista el conjunto de materiales en forma de monografías escritas con largos intervalos para mi pro­pia ilustración, no para la imprenta, y cuya ininterrumpi­da elaboración, según el plan indicado, dependerá de las circunstancias.

 

                Suprimo un prólogo general que había esbozado porque, después de reflexionar bien, me parece que anticipar resultados que quedan todavía por demostrar podría desconcertar, y porque el lector que tenga la bondad de seguirme tendrá que decidirse a elevarse de lo par­ticular a lo general. En cambio, algunas indicaciones so­bre el curso de mis propios estudios políticoeconómicos podrían encajar muy bien aquí.

 

                Mi estudio profesional era la jurisprudencia, que sin embargo no continué más que de un modo accesorio respecto a la filosofía e historia, como una disciplina subordinada. Por los años 1842-1843, en calidad de redactor en la Rheinische Zeitung, me vi obligado por primera vez a dar mi opinión sobre los llamados intere­ses materiales. Las discusiones del Landtag renano sobre los delitos forestales y el parcelamiento de la propiedad rústica, la polémica que M. von Schapper, primer presi­dente a la sazón de la provincia renana, entabló con la Rheinische Zeitung, respecto a las condiciones de vida de los aldeanos del Mosela, y por último las discusiones sobre el librecambio y la protección, me dieron los pri­meros motivos para ocuparme de las cuestiones econó­micas. Por otra parte, en esta época en que el afán de «avanzar» vencía a menudo a la verdadera sabiduría, se había hecho oír en la Rheinische Zeitung un eco debi­litado, por decirlo así, filosófico, del socialismo y del comunismo franceses. Me pronuncié contra este titulado, pero al mismo tiempo confesé claramente, en una con­troversia con la Allgemeine Augsburger Zeitung, que los estudios que yo había hecho hasta entonces no me permitían arriesgar un juicio respecto de la naturaleza de las tendencias francesas. La ilusión de los gerentes de la Rheinische Zeitung, que creían conseguir desviar la sentencia de muerte pronunciada contra su periódico imprimiéndole una tendencia más moderada, me ofreció la ocasión, que me apresuré a aprovechar, de dejar la escena pública y retirarme a mi gabinete de estudio.

 

                El primer trabajo que emprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue una revisión crítica de la Rechtsphilosophie de Hegel, trabajo cuyos preliminares aparecieron en los Deutsch-Französische Jahrbucher, publicados en París en 1844. Mis investigaciones dieron este resultado: que las relaciones jurídicas, así como las formas de Estado, no pueden explicarse ni por sí mis­mas, ni por la llamada evolución general del espíritu humano; que se originan más bien en las condiciones materiales de existencia que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del siglo XVIII, comprendía bajo el nombre de «sociedad civil»; pero que la anato­mía de la sociedad hay que buscarla en la economía política. Había comenzado el estudio de ésta en París y lo continuaba en Bruselas, donde me había establecido a consecuencia de una sentencia de expulsión dictada por el señor Guizot contra mí. El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social  de su existencia, los hom­bres entran en relaciones determinadas, necesarias, in­dependientes de su voluntad; estas relaciones de pro­ducción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El con­junto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e in­telectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la reali­dad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal super­estructura. Al considerar tales trastornos importa siem­pre distinguir entre el trastorno material de las condi­ciones económicas de producción -que se debe compro­bar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artís­ticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven. Así como no se juzga a un in­dividuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la concien­cia de sí misma; es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida mate­rial, por el conflicto que existe entre las fuerzas produc­toras sociales y las relaciones de producción. Una socie­dad no desaparece nunca antes de que sean desarrolla­das todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la humanidad no se propone nunca más que los problemas que puede resolver, pues, mirando de más cerca, se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o se encuentran en estado de existir. Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción asiáticos, antiguos, feudales y burgueses modernos pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación social económica. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del pro­ceso de producción social, no en el sentido de un anta­gonismo individual, sino en el de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los in­dividuos; las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con esta formación social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana.

 

                Friedrich Engels con quien (desde la publicación en los Deutsch-französische Jahrbucher, de su genial esbo­zo de una crítica de las categorías económicas) sostenía una constante correspondencia, en la que intercambiábamos nuestras ideas, había llegado por otro camino -com­parad su Lage der arbeitenden Klasse in England- al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, vino, también él, a domiciliarse en Bruselas, acor­damos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar con nuestra conciencia filosófica anterior. El manuscrito, dos gruesos volúmenes en octavo, hacía largo tiempo que se encontraba en poder del editor, en Wesfa­lia, cuando nos advirtieron que un cambio de circunstan­cias ponía un obstáculo a la impresión. Abandonamos el manuscrito a la roedora crítica de los ratones tanto más a gusto cuanto que habíamos alcanzado nuestro principal fin, aclarar nuestras propias ideas.

 

                De los trabajos dispersos que hemos sometido al pú­blico en esta época y en los cuales hemos expuesto nues­tros puntos de vista sobre diversas cuestiones, no mencionaré más que el Manifest der Kommunistischen Par­tei, redactado por Engels y yo en colaboración, y el Discurso sobre el libre cambio, publicado por mí. Nuestros puntos de vista decisivos han sido expuestos científicamente por primera vez, aunque bajo la forma de una polémica, en mi escrito, aparecido en 1847, y dirigido contra Proudhon: Miseria de la Filosofia, etc. La tirada de una disertación sobre el trabajo asalariado, escrita en alemán y compuesta de conferencias que yo había dirigido al grupo de obreros alemanes de Bruselas, fue interrumpida por la revolución de febrero y consiguientemente expulsión.

 

                La publicación de la Neue Rheinische Zeitung, en 1848-49, y los acontecimientos posteriores interrumpie­ron mis estudios económicos, que no pude proseguir hasta 1850, en Londres. La prodigiosa cantidad de ma­teriales para la historia de la Economía política amon­tonada en el British Museum; la situación tan favorable que ofrece Londres para la observación de la socie­dad burguesa, y en fin, la nueva fase de desarrollo en que ésta parecía entrar por el descubrimiento del oro californiano y australiano, me decidieron a comenzar de nuevo por el principio y a someter a un examen crítico los nuevos materiales. Estos estudios me llevaron por sí mismos a investigaciones que parecían alejarme de mi objeto y en las que, sin embargo, tuve que detenerme más o menos tiempo. Pero lo que abrevió sobre todo el tiempo de que disponía fue la imperiosa necesidad de producir un trabajo remunerador. Mi colaboración, co­menzada hacía ocho años, en la New York Tribune, el primer periódico angloamericano, trajo consigo, ya que no me ocupo más que excepcionalmente de periodismo propiamente dicho, una extraordinaria dispersión de mis estudios. Sin embargo, los artículos sobre los aconteci­mientos económicos notables que tenían lugar en Ingla­terra y en el continente, formaban una parte tan consi­derable de mis aportaciones, que tuve que familiarizarme con detalles prácticos que no son del dominio de la cien­cia propia de la economía política.

 

                Con este esbozo del curso de mis estudios en el te­rreno de la economía política he querido hacer ver úni­camente que mis opiniones, de cualquier manera que se juzguen por otra parte, y aunque concuerden tan poco con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos y concienzudos estudios. Pero en el umbral de la ciencia, como a la entrada del infierno, una obligación se impone:

 

Qui si convien lasciare ogni sospetto

ogni viltà convien che qui sia morta.

Londres, enero de 1859

 

Fuente del documento : http://profefilosofia.50webs.com/apuntes/tema11.doc

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Autor del texto: Juan Ramón Tirado Rozúa

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