Vida amor y muerte en la poesía de Miguel Hernández resumen y tema

 

 

 

Vida amor y muerte en la poesía de Miguel Hernández resumen y tema

 

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Vida amor y muerte en la poesía de Miguel Hernández resumen y tema

 

VIDA Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ.

 

     Según Leopoldo de Luis hay dos clases de poetas – podríamos decir dos clases de hombres -, los que consideran que vida y muerte son dos cosas distintas, herencia de Epicuro (la muerte no me afecta, porque mientras yo estoy ella no existe y cuando ella llega, yo ya no estoy), y aquellos que perciben la muerte ínsita en el propio vivir (el-ser-para-la muerte del existencialismo). Jorge Guillén puede ser ejemplo de lo primero, cuando asegura que “vivir no es ir muriendo”, y apostrofa: “Muerte, para ti no vivo”. A Miguel Hernández, pese a su vitalismo, lo encontramos más cerca de la segunda actitud, y más cerca de los estoicos cuando dice en el poema “Silbo de afirmación en la aldea

 

                                     “Lo que haya de venir aquí lo espero,

                                       cultivando el romero y la pobreza.”

  

     En Miguel Hernández se da una estrecha relación entre su biografía y su poesía. En sus primeros poemas de juventud hay un modo de ver la vida vitalista y literario, contempla el mundo desde la perspectiva de los poetas leídos. Hay, por ejemplo, una clara influencia de Jorge Guillén. En su poema Beato sillón de su libro Cántico dice: “El mundo está bien hecho”. Miguel Hernández en el poema Lagarto, mosca, grillo… concluye “Y porque todo es armonía y belleza / en la naturaleza.” (p.65). Hay una visión renacentista de su mundo (locus amoenus). Si aparece algo de pena es más literaria, ficticia, virgiliana, no real, eso vendrá después. “La poesía es una bella mentira fingida” dice M. Hernández. La muerte es en esta época algo más literario. Las primeros poemas que hablan de la muerte como algo vivido son la Elegía al guardameta, o aquél en el que recuerda a una de las tres hermanas que murieron después de nacer él, Hermanita muerta, cuando Miguel contaba nueve años. En la octava Funerario y cementerio (p. 92) de Perito en lunas en un alarde barroco estetizante llamará al ataúd “prisma” “final modisto de cristal y pino”, o “diamante fino” en Hermanita muerta.

     El dualismo vida / muerte lo podemos ver ya  en las octavas Toro, Torero de Perito en lunas en la que el toro es la muerte y el torero la vida, la gloria; lo mismo sucede en Elegía media del toro. Sin embargo en Citación - fatal triunfa el toro (la muerte) frente a la figura de Ignacio Sánchez Mejías. A partir de 1934 la poesía de Miguel Hernández sufre una de sus transformaciones, se humaniza, y ahora en su mundo poético el amor y la muerte se alían.1935 va a ser un año lleno de plenitud vital en el plano amoroso. Aunque su relación con Josefina se deteriora, van a aparecer nuevas mujeres en su vida, Maruja Mayo y María Cegarra que le van a inspirar gran parte de los poemas de El rayo que no cesa. En él aparece la pena (rayo, cuchillo) por la no realización amorosa completa, y aparece el toro como símbolo de la muerte. Pero sigue teniendo un significado literario, la muerte es la insatisfacción en el plano amoroso del poeta.

 

                                     “Y como el toro, mi sangre astada,

                                       …………………………………

                                       vierte sobre mi lengua un gusto a espada

                                       diluida en un vino espeso y fuerte

                                       desde mi corazón donde me muero.” (p.167)

 

     Vida y muerte son parte del ciclo vital de la naturaleza. Los restos, tras la muerte, darán vida a otros seres “¿No cumplirá mi sangre su misión: ser estiércol? (p.191)

 

                                     “Mi cuerpo pide el hoyo que promete la tierra,

                                       El hoyo desde el cual daré mis privilegios de león y nitrato

                                       a  todas las raíces que me tiendan sus trenzas.” (p.192)

 

     Poco más adelante ya la muerte no va a ser descrita, imaginada, soñada, presentada, contada…va a ser vivida. El poeta va a vivir tiempos de muerte: gentes de su patria, amigos, compañeros, su propio hijo. Comienza con la famosa Elegía a Ramón Sijé en El rayo que nocesa. Es la muerte del amigo, de veintidós años, que le coge por sorpresa lejos de su Orihuela natal, en Madrid. Sijé muere el 25 de abril de 1935, y ya aparecerá en El rayo que no cesa el 24 de enero de 1936 cuando éste vea la luz primera vez. Es un poema que rompe con la unidad temática del libro, el amor a la mujer, pero Miguel lo introduce en honor al amigo muerto. Y, cosas de la vida, este poema escrito “precipitadamente” se convierte en el poema más conocido y uno de los más hermosos de la poesía española.

     Viento del pueblo, publicado en el verano de 1937, en plena guerra civil española, comenzará con la Elegía primera dedicada a Federico García Lorca, asesinado al comienzo de la guerra civil española. Después vendrá la Elegía segunda dedicada a su amigo Pablo de la Torriente, muerto también en el frente. En este libro hay un hermoso poema de amor, La canción del esposo soldado donde la vida y la muerte se funden con el amor en el centro “te doy vida en la muerte que me dan y no tomo”(p.229)  y sigue

 

                                     “Sobre los ataúdes feroces en acecho,

                                       sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa

                                       te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho

                                       hasta en el polvo, esposa.                                     (p.230)

 

     Hermosos versos que nos recuerdan al Quevedo del famoso soneto “Amor más allá de la muerte”. O esa terrible antítesis fiel reflejo de la situación de guerra en la que Miguel, como otros muchos millares de españoles, se ve inmerso “Es preciso matar para seguir viviendo”. Vida y muerte son dos polos que no se tocan. La referencia al primer hijo en proyecto “He poblado tu vientre de amor y sementera” muestra la esperanza en la nueva vida que está por venir y la alegría del nuevo padre.

     La muerte aún se hace más patente en El hombre acecha, es algo que lo envuelve todo y en todo momento. “Detened ese tren agonizante / que nunca acaba de cruzar la noche” (aquí la noche es el símbolo de la muerte) dice en los versos finales El tren de los heridos. Sin embargo en ese mundo de desánimo y muerte siempre aparece la esperanza en la vida y en la libertad. Así dice en el poema El herido:

 

                                     “y hará (la libertad) que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan

                                       en la carne talada.

                                       ………………………………………………………………..

                                       Porque soy como el árbol talado, que retoño:

                                       porque aún tengo la vida.

    

     De todas las muertes que le tocó vivir, sin duda la que más le marcó fue la de su hijo Manuel Ramón, muerto en octubre de 1938 a los diez meses  de haber nacido. La esperanza en una nueva vida se ve truncada por la enfermedad y las condiciones de vida tan terribles producto de la feroz guerra. Parte de los poemas de su último libro, Cancionero y romancero de ausencias, están dedicados a la muerte de su primer hijo. Las ausencias se hacen presentes en la vida de Miguel ya no solo por la muerte del hijo, sino porque en 1939 Miguel va a ser encarcelado y va a recorrer varias cárceles: Torrijos, Seminario de Orihuela, Conde de Toreno en Madrid (donde coincidirá con el famoso dramaturgo Buero Vallejo autor de un retrato que se hizo muy famoso de Miguel), Palencia, Ocaña y Reformatorio de Adultos de Alicante. Miguel es condenado a muerte y después es indultado gracias a los oficios de algunos amigos y conmutada la pena por la de treinta años de reclusión. La ausencia de la esposa y del nuevo hijo serán tema fundamental de estos últimos poemas. En ellos ya no hay esteticismo, ni heroicidad, ni visión telúrica, hay sentimiento y dolor íntimo humano. “En mi casa falta un cuerpo. / Dos en nuestra casa sobran” dice en la conclusión del poema Era un hoyo no muy hondo refiriéndose al hijo muerto. El tema clásico de la fugacidad del tiempo (Tempus fugit) se hará presente en el poema El sol, la rosa y el niño (p. 273) donde el sol y la rosa son símbolos de la fugacidad “El sol, la rosa y el niño / flores de un día nacieron”.

     Y en el momento tan cruel que Miguel está viviendo de nuevo renace la esperanza, surgida tras el nacimiento del segundo hijo, Manuel Miguel. De nuevo el claroscuro de la vida. En la Nanas de la cebolla (p.301), una hermosa canción de cuna,  en medio de la miseria y la desesperación por el hambre (su esposa le escribe una carta en la que le dice que solo tiene para comer pan y cebolla) aún le pide a su hijo: “Ríete, niño / que te traigo la luna / cuando es preciso”. En un último gesto de padre protector termina el poema “No sepas lo que pasa / ni lo que ocurre”.

     La influencia  de Quevedo es patente en uno de los versos del poema Hijo de la luz y de la sombra, ¡Ay, la vida: qué hermoso penar tan moribundo! (p.289). De nuevo el claroscuro barroco sintetizado en la paradoja “hermoso penar” que define para Miguel lo que es la vida: alegrías y tristezas, vida  y muerte son caras de una misma moneda.

    

 

                                     “Aquí estoy para vivir

                                     mientras el alma me suene,

                                     y aquí estoy para morir,

                                     cuando la hora me llegue,” (p.215)

 

     Y la hora le llegó un 28 de marzo de 1942, a los treinta y dos años de edad, por causa de una neumonía mal curada que degeneró en tuberculosis, y en medio del abandono y la desidia. Está enterrado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio en Alicante.

     La simbología hernandiana referida a la vida y a la muerte es muy rica. Incluso es bastante frecuente que un mismo elemento sea símbolo de los dos dependiendo del contexto y del momento. Símbolos de la muerte son: la lluvia, el color negro, incluso el blanco, el mar, la noche, la sangre, el toro, las garras…Símbolos de la vida son: el color verde, el rojo, el moreno, el verde, el azul y el morado; la blancura de la amada es belleza; la naturaleza en general (el sol, la luna , la tierra, el huerto, la higuera, el naranjo, el olivo, los higos, el gallo).….Son los dos a la vez: la sangre, la lluvia, el mar, la tierra, la noche (cuando simboliza a la esposa, mientras el sol es el esposo; de la unión de los dos nacerá el hijo)….

 

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Vida amor y muerte en la poesía de Miguel Hernández resumen y tema

  1. VIDA, AMOR Y MUERTE EN LA POESÍA DE M. HERNÁNDEZ

 

Estas preocupaciones del hombre desde siempre, que constituyen los tres grandes temas de la lírica universal de todos los tiempos, lo son también de la poesía de Miguel Hernández. El poeta de Orihuela lo expresa simbólicamente a través de la imagen de la herida, proveniente del lenguaje del amor-pasión de los cancioneros medievales y de la mística. Así lo resume en Cancionero y romancero de ausencias: “Llegó con tres heridas:/la del amor,/la de la muerte,/la de la vida”.  

Son tres realidades estrechamente unidas para el poeta, porque cada una implica a las otras dos, y así lo dice en la obra citada: “Escribí en el arenal/ los tres nombres de la vida:/vida, muerte, amor…”.

Estos tres temas irán apareciendo con mayor o menor fuerza a lo largo de su trayectoria poética según se vaya desarrollando su propia historia personal, porque su poesía es expresión constante de su propia experiencia, que va: desde la vida casi festiva e inconsciente del principio, a la vida vivida como un destino trágico de sus últimos años y desde el sexo y el amor pasional, al amor trascendente superador de la muerte a través del vientre de la mujer, centro del universo, y símbolo de fecundidad, porque en él reside la esencia de la vida. En sus poemas hay huellas de las tres mujeres a las que, de una u otra manera, amó: Maruja Mallo, María Cegarra y, sobre todo, su novia y mujer, Josefina Manresa.

Por su parte, la muerte, experiencia que nunca le resultó ajena –recuérdese la muerte de sus tres hermanas, la de Ramón Sijé, entre otros amigos, las muertes de la guerra y la de su primer hijo-, como asunto poético es tema recurrente en su poesía: como hecho real en la “Elegía a Ramón Sijé”, como semilla de libertad en los poemas de la guerra y como ausencia y presagio funesto en Cancionero y romancero de ausencias: “Tú, tu vientre caudaloso,/el hijo y el palomar./Esposa, sobre tu esposo/suenan los pasos del mar”. Nunca aparece una visión nihilista de la muerte en Miguel  Hernández, porque la muerte es semilla de libertad, como se ha dicho antes o porque a través del hijo triunfará sobre ella, ya que el individuo se prolonga en la especie: el vientre, el cementerio, los muertos, son símbolo de permanencia de la especie humana.

Como hemos dicho, la expresión de esas tres realidades irá evolucionando a lo largo de su obra:            

La mayor parte de los primeros poemas son expresión de un vitalismo despreocupado y en ocasiones de un optimismo natural. En muchos de ellos, como ocurre en Perito en lunas, rinde homenaje a la naturaleza, a la gente y a las cosas que lo rodean, con una expresión gozosa. A veces la naturaleza aparece con aspecto idílico, sin duda producto de sus lecturas de églogas del Siglo de Oro.

En dicha obra hay poemas que se refieren al sexo, como “sexo en instante” o “Negros ahorcados por violación”, pero el amor pasión, el sentimiento amoroso en el que el poeta está implicado en cuerpo y alma, no aparece hasta El rayo que no cesa. A partir de ese momento la visión del amor irá evolucionando del amor-dolor al amor-esperanza de sus últimos poemas. El tema de la muerte apenas aparece.

En la obra siguiente, El rayo que no cesa, si bienes un libro de poesía eminentemente amorosa (algún estudioso de su obra ha dicho que, si hubiera que sintetizar en un término la poesía de Miguel Hernández, habría que calificarla de “amorosa”: amor a la naturaleza, a la mujer, al hijo, a los amigos, al pueblo, a la vida), también aparecen con fuerza el destino trágico y la muerte, no solo en sentido literal, real, como en la “Elegía a Ramón Sijé”, sino también en un sentido metafísico.

Amor, vida trágica y muerte son, pues, los motivos sobre los que se articula El rayo que no cesa, porque en la tortura amorosa la vida es un morir continuo y violento y porque la muerte surge como la salvación del sufrimiento por el amor inalcanzable, como la liberación del destino trágico que le identifica con el toro: “Pero el fin podré vencerte,/ave y rayo secular,/corazón, que de la muerte/nadie ha de hacerme dudar.”

En las siguientes obras, junto a la imagen del toro,  la de la sangre  es fundamental (de sangre en sangre vengo / como el mar de ola en ola). La sangre representa al hombre en su ser histórico y eterno: aquello que hay de permanente en la humanidad. A través de estas dos imágenes el sentido trágico de su propio destino individual  adquiere dimensiones universales, cósmicas: “canción del esposo soldado” de Viento del pueblo, “hijo de la luz y de la sombra” y “yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío“ no son solo poemas de amor, sino también un canto a la aventura cósmica de la perpetuación de la sangre a través del vientre femenino en cumplimiento del destino histórico que le ha sido encomendado.

Al comenzar la guerra, en Vientos del pueblo alza su voz combativa con tonos épicos y entusiasta. Ahora la muerte es parte de la lucha y de la vida. La muerte aparece ahora para ser “elegía” por los héroes del pueblo, ya sea por los héroes anónimos, ya sea por destacados personajes, como Federico Gª Lorca. Sin embargo, según avanza la contienda, se aleja la esperanza de la victoria y España se tiñe de sangre. Ante este espectáculo, M. Hernández modula su voz hacia el dolor y el pesimismo ante el género humano en El hombre acecha: Ya no hay muerte de héroes, sino víctimas. Lleno de espanto, el poeta comienza un camino hacia la introspección y el intimismo del que ya no saldrá.

En sus últimos poemas (Cancionero y romancero de ausencias) se cierra el ciclo de vida y muerte volviendo al amor, porque para el poeta no hay salvación ni redención posible si no se ama. Junto al presagio de la muerte, aparecen constantemente la amada y el hijo (el que murió y el que se amamanta con sangre de cebolla), porque el amor hace sentirse libre al poeta: (“A lo lejos tú, sintiendo/en tus brazos mi prisión:/en tus brazos donde late/la libertad de los dos./Libre soy. Siénteme libre./Sólo por amor”, dice a su mujer), (y a su hijo: “Tu risa me hace libre,/me pone alas./Soledades me quita,/cárcel me arranca”).

En esta última obra el poeta muestra un pleno dominio de la forma; ha depurado su lenguaje, haciéndolo más directo y transparente, con una apariencia de espontaneidad y sencillez, a la vez que muestra preferencias por el verso corto de la métrica popular. Todo ello contribuye a que su reflexión sobre la fatalidad de su destino trágico, sobre el dolor, el amor y la muerte aparezca ahora de modo más íntimo y reconcentrado, sin  la exaltación de obras anteriores. Además su pensamiento ha ido evolucionando hacia una concepción  telúrica y panteísta del mundo donde lo individual y lo colectivo, lo histórico y lo social se funden. El amor, la vida y la muerte son fuerzas de dimensiones cósmicas: “Beso que rueda en la sombra:/beso que viene rodando/desde el primer cementerio/hasta los últimos astros//…Hundo en tu boca mi vida,/oigo rumores de espacios,/y el infinito parece/que sobre mí se ha volcado.//He de volver a besarte,/he de volver. Hundo, caigo,/mientras descienden los siglos/hacia los hondos barrancos/ como una febril nevada/de besos y enamorados”.   

 

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3. TEMÁTICA

            Se relacionan tres grandes temas: vida, amor y muerte.

            Sin embargo, alrededor de esos tres grandes temas siempre está uno básico de forma secundaria: La naturaleza.

3.1.     LA NATURALEZA ha estado ligada a Miguel Hernández como poeta y como persona. Desde sus cuatro años, el poeta oriolano entra en contacto directo con una naturaleza viva en la que se suceden las estaciones anuales, donde aprende el nombre de plantas y animales, sus olores, sus costumbres ritos, asiste al parir de las bestias, a su amamantamiento, su trabajo de cabrero, por otra parte le enseña a silbar a uquear, a ordeñar...Por ello, la presencia constante de la naturaleza más que en sus temas está en su imaginario poético.

            En los versos iniciales de adolescencia plasma la naturaleza oriolana transmitiendo su visión directo de lo sensorial y lo acústico “Glu, glu, glu, en cuclillas/ordeño una cabrita y un sueño”, a las que añade el modernismo trasnochado de Vicente Medina y el costumbrismo bucólico de Gabriel y Galán.  Provienen de sus primeras lecturas ofrecidas por Almarcha y la Biblioteca local,  a las que se añaden autores como Zorrilla, Bécquer, Campoamor,  Espronceda o Rubén Darío.

De Salvador Rueda toma la afición por los paisajes coloristas: el azul (cielo levantino) o el verde (de la huerta) , el blanco o el negro, y el amarillo (limonar) este último unido a la sensación de amargura.

 A su vez se deja impresionar por la naturaleza bucólica de Virgilio a través de las “églogas” de Virgilio.

            Su primer libro de poemas “Perito en lunas” recoge este tema de la naturaleza en cuanto que son descripciones de elementos naturales “la palmera”, la sandía ...casi todos elementos femeninos presididos por la luna, símbolo de fecundidad. La metáfora lunar es el nexo que da unidad al libro. Evoca la naturaleza mediante la flora: azucenas, nardos, lirios, alhelíes, claveles, rosas y el azahar, que inspira una octava y será símbolo del “blanco” a lo largo de toda su poesía;

La huerta que es un elemento del huerto del poeta que estará siempre presente en su poesía “Volverás a mi huerto y a mi higuera”, a veces con connotaciones eróticas y la palmera (del paisaje levantino) “alto soy de mirar a las palmeras”. La fauna forma parte del hábeas de su naturaleza: “el toro” y “el gallo” inspiran algunas octavas y “el toro” será un símbolo omnipresente en El rayo que no cesa.

A partir de este libro la naturaleza se fundirá con el imaginario poético de MH. Así el limón que fue primero un elemento de inspiración de su vega pasa a ser símbolo de la pena de amor: recordemos que ese limón que la amada le tira, símbolo erótico de su pecho, provoca herida de “una picuda y deslumbrante pena”

También los vergeles y flores son elementos del mundo poético-simbólico de Hernández en los poemas amorosos: No salieron jamás del abrazo /...y ante el rojo rosal de los besos rodaron.  El jazmín y el clavel son símbolos florales “En ti tiene el oasis su más ansiado huerto/  el clavel y el jazmín se entrelazan” el huerto símbolo de fertilidad o el oasis la amada. Se suceden otros elementos como la granada, la zarzamora , las amapolas..., cardos, azahar, nardos.

Se dejan sentir en la naturaleza simbolizada los fenómenos naturales ligados a la fuerza de los sentimientos, o a la idea de libertad: por una lado la familia léxica del viento (aventar, vendaval) en Vientos del pueblo y huracán (huracanado como adjetivo que predomina en su poemario); el campo asociativo de la “tormenta” (truenos “relámpago” y “rayo” simbolizando el dolor). La vida se le presenta al poeta siempre amenazada por fuerzas cósmicas incontrolables, pero a veces la naturaleza connota rasgos positivos como en el Poema de la Elegía. Frente al dolor las abejas y almendras, rosas que connotan la esperanza.

 

            Por otra parte, la poesía hernandiana se nutre de símbolos del animalario –ya habíamos visto- el toro, que en El rayo que no cesa representa el paralelismo simbólico entre el poeta y el toro de lidia, destacando en ambos su destino trágico de dolor y de muerte, su virilidad, su corazón desmesurado, la fiereza y la pena. Frente al toro, el buey que es el vasallaje del enamorado como en el poema “Me llamo barro aunque Miguel me llame” en el que dice “como un nocturno buey”, en cambio en Vientos del pueblo representan la mansedumbre, la sumisión, la cobardía. Los bueyes mueren vestidos de humildad y olor a cuadra. El ruiseñor , otro símbolo del huerto hernandiano será en este mismo libro símbolo del poeta-cantor del pueblo “Cantando espero la muerte,/ que hay ruiseñores que cantan /encima de los fusiles y encima de las batallas” y con ello aparecerán en otros poemas otros pájaros como la alondra y el jilguero que simbolizarán al hijo y el poder liberador de la infancia. (“tu risa me hace libre, me pone alas” “alondra de mi casa”.

 

Las metáforas y símbolos de la poesía relacionadas con la naturalezaresponden a objetos muy comunes y cotidianos como la cebolla en “Nanas de la cebolla” o la manzana en la Elegía dedicada a Federico García Lorca.

Otros elementos metafóricos naturales son la tierra y el mar. La primera es barro  a los pies de la amada, y será “la madre en Vientos del pueblo o “el hombre acecha” “Decir tierra es decir madre que me ha parido” y a su vez nos encontramos el símbolo del tronco y de los árboles , hijos de la tierra que son los hombres del pueblo y el mismo poeta; con un significado próximo se observa en el niño yuntero “levantando la corteza/ de su madre con la yunta ./Cada nuevo día es /más raíz, menos criatura”.

 El mar en oposición es tanto el amor como la muerte “Ventana que da al mar, a una diáfana muerte en “Orillas de tu vientre”.

Concluiremos que Hernández se identifica con el ser universal, llega a hacer del hombre y la naturaleza una sola unidad.

 

3.2. EL AMOR

            El tema de la vida, el amor y la muerte pugnan o luchan con idéntica insistencia por dominar la poesía de Miguel Hernández tal como lo resume el poema escrito en Cancionero y Romancero de Ausencias.

Llegó con tres heridas:

la del amor,

la de la muerte,

la de la vida.

El mundo poético de Miguel Hernández se puede concentrar en este trío de elementos en correspondencia mutua:

Vida= Amor + muerte;     Muerte= Vida +Amor;      Amor= Muerte+Vida

 

Ahora bien, si tuviéramos que reducir o sintetizar la poesía hernandiana, tendríamos que calificarla de poesía amorosa: ningún poema de Miguel Hernández queda al margen del sentido amoroso: a la naturaleza, a la mujer, al hijo, a los amigos, al pueblo, a la vida. El sentimiento amoroso es el gran eje a cuyo alrededor gira la poesía hernandiana, mas este amor adoptará formulaciones distintas.

 

El amor- lamento y el amor-ilusión de tradición literaria

El amor hacia una mujer, probablemente real, es expresado dentro de la tradición literaria. Acude al artificio del amor sobre modelos de la tradición: el amor cortés del siglo XV y poemas  bucólicos (poemas pastores de amor, del siglo XVI, de raíz petrarquista).

 

La metáfora de la herida, perteneciente al lenguaje del amor-pasión de los cancioneros medievales y de la mística se convierte en el vehículo simbólico de toda la existencia hernandiana.

 

El amor sensual

 

En Perito en lunas ese amor se ve más reflejado hacia la naturaleza ., pero no exenta de sensualismo. Su poemario se caracteriza por sus manifestaciones de sensualidad. En la Orihuela de los años 30 no debía ser frecuente que un poeta dedicase una poesía a entretenimiento sexuales como los que Miguel recoge, como en la octava “Sexo en instante” (tema del onanismo) o  al tema de la violación “Negros ahorcados por violación·”

 

El amor- dolor que va de la tradición a la realidad

Pero será en El rayo que no cesa donde Miguel Hernández encuentra su voz y su herida, la del amor (su muerte y su vida), El poemario nos revela la inmensa herida de su interior encarnada en el “el rayo” o el “cuchillo” que tiñen de sangre los temas del amor y de la vida.

            Ved poemas de “Un carnívoro cuchillo”  “No cesará este rayo que me habita” “Como el toro he nacido para el luto”

El amor es pasión atormentada por el anhelo insatisfecho y unas ansias de posesión frustradas; en el que vemos la pena de amor, de un amor  humano y apasionado utilizando  metáforas intensas  (pena es cardo, zarza, arado y también huracán de lava, rayo...) y la melancolía de enamorado se encarna en el símbolo trágico del “toro”.

Su amor real y su sufrimiento sigue los modelos del “dolorido sentir de Garcilaso” y el desgarrón de Quevedo y sus modelos modernos (Aleixandre, Guillén y Neruda) se unen a su vivencia real y dolorosa por imposible (Maruja Mallo) la distancia de la novia (Josefina Manresa) y el amor como lejanía platónica (María Cegarra)

A su vez la estructura y los componentes nos remiten al modelo de “cancionero” de la tradición del “amor cortés” petrarquista. Así su experiencia amorosa se articula en tres tópicos: la queja dolorida, el desdén de la amada y el amor como muerte. Su pasión la vive como una tortura, un sufrimiento (Umbrío por la pena) o como el suplicio de Prometeo al que un ave le devoró las entrañas “el rayo picotea mi costado”. Por otra parte, la amada aparece como inaccesible y esquiva.

            La imaginería  dominantes en este poemario son símbolos recurrentes:

-El TORO  que representa la figura del amante: virilidad, ímpetus de la sangre; por otro lado; es el destino trágico (“mi corazón vestido de difunto” de una lucha que lleva irremediablemente hasta la muerte.

-Instrumentos de dolor y tortura hirientes como el cuchillo, la espada, la guadaña, espinas ,puñales, martillo hachas, piedras. Símbolos de las heridas de amor.

- Fenómenos atmosféricos: huracán vendaval, tormenta y sobre todo el rayo que visualiza la fuerza aniquiladora de la pasión amorosa.

            El poeta con ello traslada la vivencia del dolor amoroso a la esfera del dolor físico.

El amor alegría. El amor-fraternidad

Con el agitado ambiente de la República y el estallido de la Guerra Civil , Miguel Hernández se ve arrastrado a una poesía de testimonio y denuncia. Es una poesía comprometida con función social y política; es la poesía impura reflejada en su poemario Viento del Pueblo en el que el tema de la solidaridad será el predominante.

            En este contexto el tema del amor se funde con la poesía de combate.

Ved poemas “Canción del esposo soldado; ahora el poeta canta su amor, encendido por una dimensión erótica (como en el Cantar de los Cantares de San Juan de la Cruz), canta a la esposa, la compañera, preñada de su simiente. Es un amor quevediano “Más allá de la muerte”. El amor se hace “cántico”; la amada “esposa”; el poeta “soldado” y el hijo que esperan “símbolo de la victoria de la “República”

 

El amor-odio

Pero la victoria se aleja y el poeta, pese al nacimiento de su primer hijo está cansado, cuando surge El hombre acecha donde la poesía se vuelve más intimista  porque el odio y la muerte lo salpica todo y sólo el amor es la única esperanza entre la crueldad de la guerra. La comunicación ahora es “la carta”

Ved poema  “Carta”

En ese odio y ese temor; el hombre se animaliza, esgrime sus garras. El bestiario de ferocidad y cobardía que se asignaba al enemigo en el libro anterior, se asigna a la amenaza del hombre mismo (el hombre es un lobo para el hombre)

Hoy el amor es muerte,

y el hombre acecha al hombre”

Canción primera”

 

El amor-esperanza           

 

Muere en 1938 su primer hijo y sólo el nacimiento de su segundo hijo a quien dedica sus “Nanas de la cebolla” alegrará su existencia, pero no conocerá a su padre en libertad pues a partir de 1939 será detenido y al poeta sólo le quedará cárcel, sufrimiento y muerte. Antes le entrega a Josefina un cuaderno con  poemas que había titulado Cancionero y Romancero de Ausencias en el que predominará una poesía desnuda, íntima en el que aborda los tres grandes temas obsesionantes “vida, amor y muerte” marcadas por la ausencia o la elegía.

Ved poemas Llegó con tres heridas,  Menos tu vientre, Antes del odio, La boca, El  vals de los enamorados.

            Se canta a la esposa ausente. El poeta acosado confecciona sus claves de esperanza para seguir viviendo y para huir del terror de la muerte, mira más atentamente a la vida. La afirmación de la vida corre junto a la afirmación del espacio del amor.

 

Se une también el tema del amor al hijo que conecta, trascendentalmente, con el amor fraternal, el amor a los hombres.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,

seguiremos besándonos en el hijo profundo

besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,

se besan los primeros pobladores del mundo”

 

            En este diario de privación (ausencia) y dolor por la vida, el amor y la muerte, “día” y “noche” son los grandes símbolos, lo masculino y lo femenino necesario para la fecundación y el “vientre” es el símbolo de la “madre”. La amada es ahora esposa y madre como salvación a esos polos negativos muerte-hijo y cárcel-amor/esposa ausente).

Por otra parte, el símbolo del agua es generador de vida frente a la sed en el desierto o el arenal  (la esposa es un “oasis” en “casida del sediento”. La sed, por su parte es símbolo del deseo de la amada y también sed del deseo de libertatambién “Antes del odio”.

Por último la casa que iluminada con luz victoriosa cuando vivía el hijo se convierte en “hoyo/ataúd tras su muerte. Ahora se identifica con el palomar en “Cantar” o símbolodel arraigo similar al del vientre.

En definitiva, la mujer, esposa y madre, es ahora, evocada en su ausencia, centro/vientre y salvación/oasis; así en “La boca” se cierra el círculo de las “heridas” hernandianas dejándolas grabadas en los labios de la esposa.

            Boca que desenterrastre

            el amanecer más claro

            con tu lengua. Tres palabras,

            tres fuegos has heredado:

            vida, muerte, amor. Ahí quedan

            escritos sobre tus labios.

Al desánimo producido por una vida llena de ausencias que le tiñeron de amargura, M. Hernández culmina con un canto de esperanza y victoria de sus ideales.

 

3.3. VIDA-MUERTE

Vida y muerte se aúnan en dos sentidos:

  1. uno, en el sentido existencialista del filósofo Heidegger , por ejemplo, “el hombre es un ser nacido para la muerte”, ya anticipado por Quevedo en la literatura española “vivir es ir muriendo a cada instante”.
  2. Otro, en el sentido solidario de la muerte-semilla, como cantó Walt Whitman. La vida que retoña, la mujer que proporciona la vida es un motivo recurrente en la obra hernandiana. El símbolo al que acuda es el del vientre materno. Eros y Thánathos- amor y muerte-, aparecen unidos para que la vida del ser humano se perpetúe como especie.

Así los cementerios, los muertos, esqueletos son símbolos de permanencia de y constancia de la especie humana.

Ved poemas Canción del esposo soldado, Hijo de la luz y de la sombra

Porque la especie humana  me han dado por herencia/ la familia del hijo será la especie humana/ Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,/ se besan los primeros pobladores del mundo. “Hijo de la luz y de la sombra”.

 

Recordad también que Miguel Hernández escribió a parte muchos poemas elegíacos dedicados a  amigos y poetas (Federico García Lorca, Garcilaso de la Vega, Gabriel Miró, Vicente Aleixandre y Ramón Sijé)

Ved Elegías

 

Algunos símbolos se relacionan con la dualidad vida/muerte en su poesía. Así huesos es un símbolo que evoluciona:

  1. En su primera poesía se relaciona con la muerte
  2. En su poesía amorosa símbolo del impulso amoroso “se persiguen los astros y los huesos”
  3. En su poesía de combate se relacionan con “el empuje de los combatientes republicanos: Huesos-ser humano.
  4. En Cancionero de ausencias, se vuelve al sentido de la muerte.

 

Otro símbolo utilizado es la lluvia. El primer uso se refiere a la realidad natural, pero en su etapa amorosa, la lluvia es amor y el efecto de la lluvia es la amada “llueve, amor, sobre mi vida seca” y en las elegías se asocia a la pena por la muerte de alguien “Yo quiero ser llorando el hortelano” y fatalidad absoluta, pero capaz de alcanzar la fecundidad  “alimentando lluvias(...)/daré tu corazón por alimento” .

En la etapa bélica y en Cancionero de Ausencias las vivencias personales de Miguel Hernández(la guerra primero y después el hijo muerto) hacen que el símbolo se transforme. Coincide el sentimiento y del significado de la lluvia que identifican al hijo muerto y al conjunto de muertos de la guerra. Con esta imagen se refiere a la muerte personal y colectiva y le añade el significado de lluvia regeneradora de vida. Su idea es aplicable a toda la humanidad.

Llueve sobre el tejado/ como sobre una caja/ mientras la hierba crece/ como una joven ala” (Cancionero)

El ala metonimia del vuelo y de la vida que se eleva, con la esperanza en la naturaleza a pesar de la tragedia que el poeta está viviendo. Es el mensaje positivo que nos deja el último Hernández.

 

 

 

 

4.COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO DE Miguel Hernández

            Ved poemas “En mi barraquica” “Vientos del pueblo” “Andaluces de Jaén” “Canción última” “El niño Yuntero” “ Guerras” “Madre España” “Tristes guerras”

            En la primera obra teatral (autosacramental)  publicada de M. Hernández Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras (1933-34),condena los actos revolucionarios de los campesinos; critica con acritud alas posiciones políticas de los anarquistas y los comunistas y de los sindicatos obreros. Este pensamiento conformista y reaccionario del pensamiento hernandiano va ir desapareciendo.

            Cuando en marzo de 1934, Miguel Hernández viaja por segunda vez a Madrid, comienza una nueva etapa en la que se introducirá en la intelectualidad de la capital y se despegará definitivamente del ambiente oriolano, lo que provocará una crisis personal y poética de la que saldrá su voz definitiva. Comenzará a colaborar en la revista “Cruz y Raya” dirigida por José Bergamín, y tomará contacto con la Escuela de Vallecas (de ahí su relación con Benjamín Palencia y Maruja Mallo), Altolaguirre, Alberti, Cernuda, María Zambrano o Pablo Neruda. En el 1935 cuando escribe El rayo que no cesa conoce a Vicente Aleixandre cuyo poemario La destrucción o el amor se convierte en su libro de cabecera y colabora con Pablo Neruda en la revista Caballo Verde para la poesía, con lo que se decantará por la “posía impura” y junto a su trabajo en la enciclopedia “Los Toros” con José María Cossío se incorpora con Enrique Azcoaga a las Misiones Pedagógicas (1931-1936) que fueron un proyecto pedagógico basado en la Institución Libre de Enseñanza. Dicho proyecto persigue difundir la cultura general y la educación docente en aldeas, villas y poblaciones rurales donde el índice de analfabetismo era altísimo. En ese momento comienza el compromiso social de Miguel Hernández.  Es el paso del yo personal al “nosotros”

            Muy pronto, el estallido de la Guerra Civil lleva a Hernández a dar el paso al compromiso político. Defiende la República ; se incorpora como voluntario en el Quinto Regimiento,  más tarde, es nombrado Jefe del Departamento de Cultura para que se encargue del periódico de la brigada y de la biblioteca. En el 1937 es trasladado al Altavoz de Frente Sur, en Andalucía, utilizando la poesía como arma de combate. En Marzo se casa con Josefina Manresa en Orihuela por lo civil, pero regresa a Andalucía a dirigir El Frente Sur y en ese tiempo compone “Viento del pueblo” publicado en Valencia en 1937. En dicho libro, Miguel Hernández comprende el poder transformador de la palabra, su posible función social y política. La solidaridad es su lema político. Poesía comprometida, poesía de guerra y denuncia y poesía de solidaridad con el pueblo oprimido. Esta concepción de “poesía como arma” que domina en este poemario implica que lo lírico cede a lo épico: el poeta asume una función profética ( su voz se alza para proclamar el amor a la patria, para educar a los suyos en la lucha por la libertad y la justicia y para increpar a los opresores de la patria y de los hombres).

            Dicha función se articula en tres tonos:

1).Exaltación (heroica de los hombres que luchan por la justicia y la libertad) . Ved  poemas Vientos del pueblo, El Sudor, Canción del esposo soldado

2) Lamentación (por las víctimas de los opresores) Ved poemas El niño yuntero, Aceituneros...

3)Imprecación (a los enemigos, opresores y explotadores) “Los cobardes”.

El yo lírico se funde con un nosotros , sobre todo con seres anónimos o grupos sociales (campesinos, niño yuntero, jornaleros, aceituneros...) que se convierten en arquetipos o modelos de los oprimidos o explotados y esa llamada al “tú” lírico (función apelativa) se expresa con el apóstrofe.

 

El tono de exaltación es el dominante en el libro mitificando a esos seres protagonista y también se mitifica el poeta que se identifica con una colectividad (Poema Vientos del pueblo) como pueblo combativo y orgulloso y anunciándose proféticamente el triunfo sobre el opresor. Como ejemplo, la exaltación de los jornaleros en Andaluces de Jaén o a los campesinos en “campesinos de España”.

En estas composiciones, el poeta se identifica con una colectividad (el pueblo español) que queda glorificada en sus atributos de fuerza y orgullo a través de la hipérbole simbólica que hace uso de bestiario (“yacimientos de leones” y de fenómenos atmosféricos que connotan fuerza y violencia. Con el pueblo se siente identificado y comprometido “Acércate a mi clamor/ pueblo de mi misma leche). También sufre con los explotados “Me duele este niño hambriento/ como una grandiosa espina/ y su vivir ceniciento/ revuelve mi alma de encina).

Este tono se asienta no sólo en lo colectivo sino también en la fusión entre el amor y el heroísmo (esposo y soldado). Es el valor por defender al pueblo pero esperando a que la contienda acabe y vuelva a ser sólo esposo.

La lamentación le sirve para identificarse con las víctimas (niño yuntero) y el tono de imprecación le servirá para insultar a los tiranos  (Ejemplo el poema “las manos” que nos habla del contraste entre ricos y pobres, pueblo-tiranos, trabajadores y explotadores.

            En 1937 y pese a la alegría del nacimiento de su hijo comienza su segundo libro de guerra El hombre acecha. Supone un cambio con respecto al anterior las metáforas feroces para enemigo (monstruos, fieras, hienas, liebres, podencos..) pertenecen ahora sólo para el hombre en general. El propio título del poemario nos da la clave: del pueblo, mundo colectivo y solidario de su primera obra de guerra, que se insuflaba con el “viento”, pasa ahora al hombre, referencia genérica a la condición humana, que rige una fuerza amenazante, el “acecho”. “el hombre acecha al hombre” con la figuración de “garras /tigre”. (Poema “Canción última” Este tono culmina en”El tren de los heridos” , que es un tren que avanza en un terrible silencio nocturno sin estación donde detenerse, que es la imagen simbólica de la vida humana cruelmente azotada y arrastrada a la muerte.

            Con este tono, el poeta evidencia una situación (muerte, odio, crueldad) que su pueblo (y la condición humana en general) está padeciendo. Y en ello busca la razón de su canto (Ved poema: Llamo a los poetas) , en el que el poeta elige el retoricismo superficial a la hueca divinización de los poetas por lo humano (trabajo, dolor, amor, tristeza ) como Neruda y Aleixandre.

            Otro de los grandes temas, en este libro, es España (Ved poema toro de España y Madre España. ) el símbolo de España es la tierra como madre primigenia, “Decir madre es decir tierra que me ha parido”; el poeta se siente a salvo abrazado a esas entrañas maternales de la patria-tierra madre. Y en los temas esenciales, Miguel Hernández los poemas suelen establecer una oposición entre lo negativo y lo positivo: heroísmo-solidaridad; trabajo-progreso; libertad-opresión.

 

            Según avanza 1938, el poeta asiste al desmoronamiento del bando republicano además de perder a su primer hijo. En 1939 es arrestado y comienza su peregrinaje de cárceles y en Madrid es juzgado y condenado a muerte por participar en la contienda y por se acusado de pertenecer al Partido Comunista, haber intervenido en conferencias y mítines, escribir versos contra las fuerzas nacionales y contribuir, con ello, “a los crímenes perpetrados por los rojos”. En la cárcel coincide con Buero Vallejo autor del retrato más conocido del poeta. Más tarde le conmutaran la pena pero enfermo de gravedad accede a casarse por lo eclesiástico con Josefina, única concesión que hizo a los que le persiguieron por sus convicciones.

 

En Cancionero y Romancero de  ausencias ya no hay canto combativo, ni exaltación de los héroes del pueblo, ni imprecación a los verdugos, sólo hay lamento por el destino de cárcel y muerte que le aguarda. La guerra se retrata con una desnudez terrible, como un cuadro expresionista (“la sangre recorre el mundo, enjaulada, insatisfecha.../ Ansias de matar invaden /el fondo de la azucena...

 En el poema Guerras , Miguel Hernández nos muestra la esencia de la guerra: “Un fantasma de estandartes/ una bandera quimérica/ un mito de patrias: una/ grave ficción de fronteras” y el silencio posterior al horror “un silencio de vendas” . Es la muerte que queda prendida en los hombres y en su tierra, en sus miembros mutilados y en sus cárceles. Por eso nos legó una esperanza para la paz en una posición más positiva en este poema.

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes
.

 

 

5. ASPECTOS ESTILÍSTICOS  DE LA POESÍA HERNANDIANA

Miguel Hernández sabe utilizar con perfección el lenguaje poético sacando el mayor rendimiento a todos los niveles del lenguaje: nivel fónico, léxico semántico, sintáctico.

5.1.En cuanto al nivel fónico destacan.

-La utilización de rima asonante y consonante así como la utilización de la doble rima o rima interna.

  1. La utilización del ritmo:

Escoge varios esquemas de acentuación

            -La utilización  de la aliteración:

            de nasales (n, m) para expresar sensualidad

            de velares (k,g) que expresan tristeza y el dolor

            de vibrantes (r , r doble) para expresar la tragedia

            -Variedad métrica y  estrófica

                        Utiliza el versolibrismo y solemne verso alejandrino (7+7 sílabas) para expresar la solidaridad revolucionaria y el verso corto para los poemas más íntimos de Cancionero.

Y en cuanto a las composiciones utiliza (redondillas y tercetos encadenados, octavas, soneto quevedesco, silvas).

 

            5.2. A nivel léxico- semántico: IMÁGENES Y SÍMBOLOS DE LA POESÍA HERNANDIANA.

 

A pesar de las constantes, en cada etapa, tienen preeminencia algunos símbolos muy diferenciados.

 

1º etapa

Luna: Valor máximo como lenguaje de la naturaleza

 

2ª etapa

Rayo: Metáfora esencial del espacio amoroso-existencial

Toro: Símbolo de la pena amorosa

 

3º etapa:

 

Viento: Valor épico de la Historia y de la Historia destruida

Tierra: Imagen de la naturaleza y del trabajo

 

4ª etapa:

Luz y sombra: Trasuntos de lo elevado y lo descendido: la alegría y la esperanza frente a lo trágico y lo funesto

 

 

En Perito en Lunas, la luna se erige en el centro de su universo, de hecho se declara “perito”, experto en lunas,  y lo hace en dos acepciones: una la natural, por su contemplación como pastor y la otra artística: todos los objetos de su entorno pueden quedar retratados como formas lunares: la redonda (luna llena) o de cuernos (luna creciente o menguante). Pero la luna es también paradigma del comportamiento de la naturaleza constelada por las grandes ciclos míticos de la fecundidad y la fatalidad. También como significado del infortunio recogido de la tradición popular “la luna y la fortuna pronto se mudan” (cancionero de ausencias).

 

También la luna puede simbolizar el modelo del proceso creativo del escritor, teniendo en cuenta el proceso y las fases lunares.

 

En Perito en Lunas sobresale el símbolo del  toro, con el significado de sacrificio y muerte (sus cuernos son “mi luna menos cuarto” y los toreros “émulos imprudentes del lagarto” y la palmera elemento paisajístico del mediterráneo comparada con un chorro que nos recuerda al soneto de Gerardo Diego “el ciprés de Silos”. Por otra parte, en este libro hay símbolos de su tiempo como las veletas “danzarinas en vértices cristianos/injertadas: bakeres más viudas” en alusión a la bailarina J.Baker de moda en “Veletas”. Después símbolos sexuales como (remo exigente, higuera de higos en pelo) referido al miembro masculino o (nácar hostil) al femenino, o al deseo sexual (fuego del arenal, serpiente), entre otros.

 

El tema fundamental de El rayo que no cesa  es el amor insatisfecho y trágico sobre el que giran todos los símbolos. Así el rayo que es fuego y quemazón, representa el deseo amoroso enlazando con San Juan de la Cruz (Llama de amor viva), añadiendo también el concepto de herida. El mismo valor tienen (cuchillo, espada).

Ved poemas: Como el toro he nacido para el luto, No cesará este rayo que me habita, Me tiraste un limón y tan amargo, umbrío por la pena. Elegía, Me llamo barro, Por tu pie , la blancura más bailable.

 

Sin embargo, el rayo pugna poéticamente con lo negativo y lo positivo, como símbolo de esperanza en los poemas postreros:

Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida”.

 

A su vez la sangre es el deseo sexual , la camisa, el sexo masculino y el limón el pecho femenino en “Me tiraste un limón.” La frustración que produce en el poeta la esquivez de la amada se simboliza en la pena  (“Umbrío por la pena”) y todos estos símbolos se ven resumidos en “Como el toro”, soneto en el que vemos el paralelismo entre el poeta y el toro de lidia, destacando en ambos su sentido trágico. El toro uno de los símbolos más importantes en este poemario, con ese significado de tragedia.

Alrededor hay otros símbolos cortantes e hirientes como la espada, cornada, cuernos, puñales turbio acero, pétalos de lumbre, este rayo que no cesa, carnívoro cuchillo, que son los instrumentos de amor y muerte del poeta, o de amistad y muerte como ocurre en la elegía a  Ramón Sijé. (un hachazo, un manotazo duro, un empujón brutal, tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes, dentelladas secas y calientes...).

Otros símbolos sirven en este poemario para reflejar el vasallaje ante la amada (buey, barro, pie en poemas como Me llamo barro , Por tu pie en el que Miguel Hernández culmina servil diciendo “pisa mi corazón que ya es maduro”

 

En Viento del pueblo lógicamente el viento es el símbolo por excelencia de la poesía épica de Miguel Hernández, frente a su simbología como valor natural de fenómeno atmosférico o la mujer deseada en el segundo periodo. En cambio, en su poesía épica, el viento pasa a concebirse como la fuerza del pueblo. La poesía se entiende como una función social dominante, el poeta es viento, viento del pueblo, cuya fuerza nace del pueblo y regresa a él como protector. Y representa también la voz del poeta que esparce como el viento semillas para el modesto trabajador.

 

Ver poema de “vientos del pueblo”

 

Finalmente en el cuarto periodo el viento se transforma en el viento del encono, de los huracanes que atentan y acosan a los enamorados tras la guerra cuando se ha impuesto la paz.

 

Ahora bien en Viento del pueblo,  libro que representa la guerra  utiliza también otra simbología la del bestiario: buey como símbolo de sumisión y león como símbolo de fiereza.

Ved poemas Vientos del pueblo, niño yuntero, Canción última, Madre España

Frente a estos se añaden otros que aportan la significación del aire orgulloso y combativo como águilas, toros con los que el poeta combatiente se identifica , pero también como poeta están los ruiseñores (que hay ruiseñores que cantan/encima de los fusiles / y en medio de las batallas).

La pena sigue existiendo como símbolo pero ahora es la pena de los oprimidos, fruto de la injusticia porque su mirada se vuelve solidaria hacia los que sufren (“carne de yugo referido al niño yuntero, en el que aparece también la tierra como madre símbolo de España en El hombre acecha .

En éste también aparecen símbolos como colmillos y garras símbolo de fiera como sus equivalentes tigre, lobo, chacal, bestia animal) símbolo de la animalización regresiva del hombre a causa de la guerra y el odio.

La sangre aquí es llanamente el dolor y la muerte viene significada por un tren que no se detiene. Cobran sentido también los troncos y árboles y el tópico tierra-madre(vientre-España en poemas como Madre España.

  Por último la “Canción última” refleja el símbolo de la casa que nos recuerda a Quevedo en “miré los muros de la patria mía”

Por último en Cancionero y romancero de ausencias que se abre con elegías a la muerte de su primer hijo, Manuel Ramón, pero que con la venida de su nuevo hijo Manuel Miguel (1939) Miguel Hernández renueva la esperanza y en ese hijo que representa “el sol” queda simbolizada la pervivencia del poeta. A él le dedica “Nanas de la cebolla”.

Ved   poemas Nanas de la Cebolla, La boca, Cantar

            En este poema risa, alas, aves representan la esperanza, la libertad, y otros símbolos como la luz identificada como el hijo vivo y la amada, que ahora es esposa y madre y frente a la luz, la cárcel, la muerte y el sufrimiento son  la sombra y la ausencia. 

            Los símbolos luz/sombra en la última poesía hernandiana pugnan entre sí para significar la vida y la muerte, la esperanza y la frustración respectivamente, si bien cierra con versos de reafirmación de la victoria de la luz sobre la sombra. Triunfa la esperanza.

 

En este poemario como en Jorge Manrique también el mar simboliza la muerte (“Esposa sobre tu esposo/suenan los pasos del mar” y en “La boca” la boca de la esposa se encarga de dejar para la eternidad la escritura del poeta y sus heridas. Por el contrario, la tierra adquiere un sentido de vida, como regeneración. Tierra como sepultura y cuna de la vida.

 

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