Primera guerra mundial resumen
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Primera guerra mundial resumen
RESUMEN DE CLASE: “Primera guerra mundial” (1814-1818).
Causas de la Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial que estalló en 1914 puso fin a un período de paz que había durado casi medio siglo y en el curso del cual Europa había alcanzado un poder y una riqueza sin precedentes. Europa se había convertido en centro del mundo y su influencia se había extendido sobre todo el planeta.
La I Guerra Mundial marca el comienzo de un período de profundas transformaciones que cambiarían la faz del mundo entero. Europa perdería su supremacía y su lugar sería ocupado por las superpotencias continentales Estados Unidos y Rusia.
Dada la importancia de la I Guerra Mundial muchas veces se ha planteado la pregunta: ¿Cuál fue la causa de la guerra? ¿Quién fue responsable de ella? ¿Quién tuvo la culpa?
La I Guerra Mundial estalló como consecuencia de numerosas causas mediatas e inmediatas. Durante el siglo XIX el nacionalismo se había convertido en una de las principales fuerzas del desarrollo histórico. El nacionalismo había impulsado al pueblo alemán y al pueblo italiano a luchar por su unidad política y había llevado a todos los pueblos europeos a buscar por encima de todo la gloria y el poder de la propia nación.
Si bien la idea nacional era una fuerza fecunda, implicaba también serios peligros. Los esfuerzos por aumentar el poder nacional se tradujeron en una verdadera competencia entre las naciones. Francia no podía olvidar ni perdonar su derrota en la guerra contra Alemania en los años 1870 y 1871, quería recuperar las provincias de Alsacia y Lorena y no aceptaba que Alemania se pudiese convertir en la primera potencia militar y económica del continente. Alemania, bajo su ambicioso emperador Guillermo II, ya no se quería contentar con desempeñar un papel preponderante en la política europea, sino que quería colocarse a la altura de Gran Bretaña e intervenir en la política mundial. Con este fin Guillermo II empezó a convertir a Alemania en gran potencia naval lo que provocó la creciente oposición de Inglaterra. El nacionalismo empezó a tomar fuerza entre los pueblos de la Europa centrooriental, los polacos, checos, eslovacos, eslovenos, croatas, que, sometidos a los grandes imperios plurinacionales Austria-Hungría y Rusia, carecían de independencia y que ahora iniciaron la lucha por su autonomía y emancipación.
Las rivalidades entre los Estados europeos repercutieron en el mundo entero. La expansión europea durante la época del Imperialismo había servido durante algún tiempo para suavizar las tensiones en Europa. Pero una vez repartido el mundo, las tensiones reaparecieron y aumentaron ya que las rivalidades y los antagonismos se producían ahora a escala mundial.
La competencia entre los Estados se tradujo en una febril carrera armamentista. Cada nación aprovechó las posibilidades que ofrecía la tecnología moderna para armarse hasta el maximum. Apenas una nación aumentaba sus contingentes militares o construía un nuevo acorazado, las otras trataban de igualarla y aun superarla. El afán de aumentar la seguridad propia llevó a los gobiernos a buscar el apoyo de otros Estados.
En los años que precedieron la I Guerra Mundial Europa quedó dividida en dos bloques: la Triple Alianza y la Triple entente.
La Triple Alianza estaba formada por las tres potencias de la Europa central: Alemania, Austria- Hungría e Italia: la Triple Entente se componía de Francia, Rusia e Inglaterra.
Las relaciones entre las potencias rivales se tornaron tan tensas que la ruptura se podía producir en cualquier momento.
Uno de los principales focos de la tensión internacional eran los Balcanes. Austria-Hungría y Rusia se disputaban el predominio sobre esta península y trataban de extender su dominio sobre los Estados que se habían formado allí a raíz de la decadencia del Imperio turco. Servia, uno de estos Estados, quiso reunir dentro de sus fronteras a todos los “yugoslavos”, los eslavos del sur. Como en la vecina Austria vivían numerosos servios, las relaciones entre los dos Estados se tornaron hostiles. Una organización anarquista servia, la Mano Negra, quiso acelerar la desintegración del imperio austro-húngaro mediante actos terroristas. Uno de sus miembros, el estudiante Gavrilo Princip asesinó en Sarajevo al príncipe heredero de Austria-Hungría Francisco Fernando y a su esposa Sofía. El gobierno austriaco hizo responsable del asesinato a la misma Servia y le declaró la guerra. El atentado de Sarajevo puso en movimiento todo el complicado sistema de alianzas y compromisos de las potencias europeas. Rusia solidarizó con Servia y movilizó su ejército lo que a su vez provocó la movilización del ejército de Francia, aliada de Rusia. Alemania acudió en ayuda de Austria y declaró la guerra a Rusia y Francia. Gran Bretaña no se pudo mantener neutral frente al conflicto en el continente y, tomando el partido de Francia y Rusia, declaró la guerra a las potencias centrales.
El incidente en los Balcanes había dado origen a un conflicto general europeo.
Guerra de movimiento y guerra de trincheras
La guerra en el frente occidental: las potencias aliadas occidentales disponían de inmensas reservas humanas y económicas. Pero Alemania contaba en los comienzos de la guerra con un ejército más numeroso y mejor organizado. El Estado Mayor alemán decidió aprovechar la ventaja inicial y asestar un golpe mortal a Francia antes de que Gran Bretaña pudiera enviar ayuda y antes de que Rusia pudiera montar su pesada máquina militar.
Los ejércitos alemanes, violando la neutralidad de Bélgica, avanzaron a través del territorio belga y el norte de Francia. Su meta era París. Mas, a orillas del río Mame el general francés Joffre logró detener el avance alemán. Había fracasado el plan estratégico alemán de una victoria rápida.
La guerra en el frente occidental se estancó. A la guerra de movimiento siguió la guerra de trinchera, una guerra cruel y mortífera que se prolongó durante tres años, desde 1915 hasta 1917, sin que ninguno de los dos bandos hubiese podido irrumpir a través de las líneas enemigas. Fracasaron las innumerables ofensivas locales lanzadas por cada lado.
A fines del invierno de 1916 los alemanes concentraron todo su poder bélico en el fuerte de Verdún, el punto más poderoso de la línea francesa. Durante cuatro meses se sucedieron los ataques ininterrumpidamente. Pero los franceses bajo el general Pétain resistieron. Cuando el comando alemán decidió poner fin a la ofensiva, habían muerto 275.000 soldados franceses y 240.000 alemanes.
Los aliados lanzaron una contraofensiva a lo largo del río Somme en el verano de 1916. Pero a pesar de que introdujeron el tanque como arma nueva tampoco pudieron romper las filas enemigas.
Los sufrimientos y las pérdidas humanas y materiales en la guerra de trinchera fueron horrendos. La sola Francia perdió en los primeros dieciséis meses de la guerra a 600.000 hombres. El horror de la guerra pesó cada vez más sobre las naciones que veían que el conflicto se prolongaba sin que surgiera la esperanza de alguna pronta solución.
La guerra en el frente oriental: Rusia tuvo que afrontar durante la guerra las más serias dificultades. Estas se derivaron de la ineficiencia del gobierno, de la mala preparación del ejército y de la escasez de equipo militar y de provisiones. La Rusia zarista, afectada por graves problemas económicos y sociales, no estaba en condiciones de afrontar con éxito una prueba tan dura.
Al comenzar la guerra las tropas rusas lograron penetrar en Prusia oriental, pero fueron derrotadas por el general Von Hindenburg en la batalla de Tannenberg. Luego las tropas alemanas y austriacas pasaron a la ofensiva y expulsaron a los rusos de Polonia y Galicia.
En octubre de 1914 Turquía entró a la guerra al lado de las potencias centrales y cerró el paso de los Dardanelos a los aliados. Los ingleses trataron de abrir nuevamente el paso por los Dardanelos mediante un desembarco en Galípolis, mas, fracasaron totalmente. En cambio, lograron ocupar Palestina y pudieron incitar a los árabes a levantarse contra los turcos.
En mayo de 1915 Italia, desentendiéndose de los compromisos que tenía con Alemania y Austria, se unió con Francia e Inglaterra que le prometieron como premio territorios austriacos y africanos. Con la ayuda de Italia los aliados pudieron conquistar el control sobre el Mediterráneo.
En 1917 estalló la revolución en Rusia. Después de la caída del Zar y el triunfo de los bolcheviques, Rusia se retiró de la guerra e hizo la paz con las potencias centrales. Ello fue un duro golpe para los aliados occidentales, pero éste fue compensado con creces por la entrada a la guerra de Estados Unidos.
La guerra naval. En el año 1916 tuvo lugar la gran batalla naval de Jutlandia entre la escuadra alemana y la flota inglesa. A pesar de que los alemanes lograron hundir a numerosos barcos ingleses, no pudieron conquistar la supremacía en el mar.
La única esperanza que le quedó a Alemania para atacar a Inglaterra era la guerra submarina. El 1° de febrero de 1917 Alemania inició la guerra submarina sin restricciones. Los submarinos alemanes debían atacar y hundir sin aviso previo a todo barco que se acercaba a Inglaterra.
La entrada a la guerra de Estados Unidos: en los comienzos el pueblo norteamericano no tuvo ningún interés en participar en la guerra europea. El Presidente Woodrow Wilson propuso seguir una política de neutralidad. Sin embargo, en el curso de la guerra Wilson cambió de criterio y muchos norteamericanos empezaron a ver en Alemania un enemigo de Estados Unidos y un peligro para la paz del mundo. La guerra submarina sin restricciones provocó indignadas protestas. A raíz de las acciones bélicas se cortaron todas las relaciones económicas entre Estados Unidos y Alemania, en cambio las relaciones con Inglaterra y Francia se tornaron cada vez más estrechas. Estados Unidos concedió a las potencias aliadas grandes créditos y préstamos y tuvo por eso un interés vital en su triunfo. Muchos norteamericanos y sobre todo el mismo Presidente interpretaron la guerra como una lucha entre la democracia y la autocracia, ya que despreciaban el gobierno personalista del emperador Guillermo II. Había que hacer el mundo “seguro para la democracia”. Todas estas razones movieron a los Estados Unidos a declarar la guerra a Alemania en 1917.
El fin de la guerra: al comenzar el año 1918 Alemania se veía frente a una situación sumamente crítica. Sus reservas estaban agotadas. Empezaban a llegar las tropas y los pertrechos norteamericanos. Wilson proclamó en sus 14 puntos un tentador programa de paz. El comando militar alemán bajo los generales Von Hindenburg y Ludendorff decidió jugarse el todo por el todo, movilizar las últimas reservas y lanzar una nueva ofensiva en el frente occidental. En un comienzo los alemanes pudieron avanzar victoriosamente y acercarse a París. Pero la segunda batalla del Mame detuvo el avance alemán. Ahora las fuerzas de las potencias centrales estaban agotadas. Bulgaria, Turquía y Austria capitularon. Finalmente tuvo que rendirse también Alemania. El emperador Guillermo II huyó a Holanda. El 11 de noviembre de 1918 Alemania firmó el armisticio. Había terminado la I Guerra Mundial. Las potencias aliadas habían triunfado.
Tratados de paz
En el año 1919 se reunieron los representantes de las potencias vencedoras en París con el fin de elaborar los tratados de paz. Los vencidos tenían la esperanza de que se cumplieran las promesas de Wilson que había proclamado que después de esta guerra no debía haber vencedores ni vencidos, que la paz debía ser justa y que toda resolución debía basarse en la autodeterminación de los pueblos. Wilson luchó en París tenazmente por imponer sus puntos de vista. Más, los gobernantes europeos, ante todo el Primer Ministro de Francia Clemenceau, deseaban castigar fuertemente a Alemania con el fin de impedir por siempre un resurgimiento del militarismo alemán. Después de largas discusiones se elaboró el tratado de paz que tuvo que ser aceptado por Alemania. La Paz de Versalles obligó a Alemania a renunciar a todas sus colonias en ultramar y a una parte considerable de su territorio nacional, a limitar sus fuerzas militares y navales y a pagar reparaciones por los daños causados durante la guerra.
Luego se firmaron otros tratados con Austria- Hungría y Turquía. En lugar del imperio austro- húngaro se formaron tres estados independientes:
Checoslovaquia, Hungría y Austria. Extensas provincias del antiguo imperio fueron incorporadas a Servia y Rumania. El imperio turco quedó reducido a Constantinopla y Asia Menor y perdió todos los territorios árabes.
El tratado de paz de Versalles y los demás tratados han sido objeto de duras críticas. Francia se quejó de que no había obtenido todo lo que había pedido. Los derrotados encontraron que habían sido tratados con indebida dureza. El hecho fue que los tratados de paz de Versalles y París no lograron dar a Europa la paz que todos deseaban después de una guerra tan larga y tan encarnizada.
Países |
Bajas totales |
Muertos |
Aliados |
|
|
Bélgica |
93. 061 |
13,716 |
Estados Unidos |
325. 018 |
116.516 |
Francia |
6.160.800 |
1.357.800 |
Gran Bretaña |
3.197.000 |
908.371. |
Grecia |
27. 000 |
5.000 |
Italia |
2.197.000 |
650.000 |
Japón |
1.210 |
300 |
Montenegro |
20.000 |
3.000 |
Portugal |
33.291 |
7.222 |
Rumania |
535.706 |
335.706 |
Rusia |
9.150.000 |
1.700.000 |
Serbia |
331.106 |
45.000 |
Imperios centrales |
|
|
Alemania |
7.142,558 |
1.773,700 |
Austria – Hungría |
7.020,000 |
1.200,000 |
Bulgaria |
266, 919 |
87,500 |
Imperio Otomano ( Turquía) |
975,000 |
325,000 |
Fuente del documento : http://kmila0077myblog.files.wordpress.com/2010/05/la-primera-guerra-mundial.doc
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Primera guerra mundial resumen
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL |
Introducción: la formación de alianzas.
El dominio sobre las áreas coloniales provocó conflictos entre las potencias que se resolvían a través de acuerdos diplomáticos, o bien de guerras que se mantenían dentro de un mareo estrictamente local. A medida que crecían las necesidades de expansión de las grandes potencias industriales, las confrontaciones se fueron haciendo incontrolables. Por un lado, era difícil resolver los conflictos en un escenario que se había ampliado. Los enfrentamientos ya no sólo podían presentarse en Europa sino también en África, China o el Medio Oriente. Además, había nuevos competidores y eran muy agresivos. Estados Unidos y Japón se habían convertido en grandes potencias que se disputaban el dominio del área del Pacífico. Alemania aparecía pujante y poderosa, pero insatisfecha por haber llegado tarde al reparto colonial. Sus intereses expansionistas en China y África del Sur chocaban con el dominio que los ingleses habían establecido en esas zonas. Justamente, las posiciones irreconciliables entre Alemania e Inglaterra fueron las que generaron un sistema de alianzas permanentes que puso en peligro la paz mundial. Por un lado, se formó la Triple Alianza, que en realidad fue sólo una alianza entre Alemania y Austria-Hungría, pues Italia, el tercer integrante, no tardó en apartarse. Por otro, Francia, el Imperio ruso y Gran Bretaña se unieron en la Triple Entente.
La política interna y los nacionalismos
La situación fue tomándose aún más explosiva a raíz de los conflictos internos que atravesaban muchas de las grandes potencias. Rusia estaba amenazada por una revolución social, el Imperio austro-húngaro se desgarraba en luchas entre nacionalidades que ya no podían ser controladas por el gobierno; en el Estado alemán los enfrentamientos políticos paralizaban la política exterior. Los gobiernos parlamentarios, como los de Gran Bretaña y Francia, debían hacer frente a los reclamos de los trabajadores y los sectores medios que demandaban mayores derechos políticos y mejores condiciones de vida.
Muchos gobiernos trataron de resolver estas crisis sociales y políticas llamando a todos los sectores a dejar de lado sus diferencias y a unirse detrás de los superiores intereses nacionales. Fomentaron un sentimiento patriótico.
La escuela y el servicio militar obligatorio les sirvieron para estimular los sentimientos nacionalistas a través de ceremonias diarias, como el izamiento de la bandera. Con el mismo objetivo se establecieron nuevas fiestas nacionales, como la que conmemora la Revolución Francesa, recordada los 14 de julio en Francia.
La prensa también jugó un papel importante en todo este proceso exagerando las cualidades de la nación y ridiculizando o disminuyendo las de los pueblos extranjeros.
Pero había otro nacionalismo, el de los pueblos dominados por naciones extranjeras y que luchaban por su autonomía. Tal el caso de los Balcanes, considerado el polvorín de Europa.
La mayor parte del territorio de los Balcanes estaba dominado por los imperios turco y austro-húngaro. A principios del siglo XX, los Balcanes constituían una de las zonas más explosivas de Europa. En ella chocaban distintos intereses. Los serbios querían construir un Estado yugoslavo que reuniera a todos los eslavos de la región. Para ello, debían apropiarse de territorios que estaban en poder de los imperios austro-húngaro y turco. El imperio ruso, alejado del Extremo Oriente tras su derrota ante los japoneses en 1901. 1905, estaba interesado en extender sus dominios hasta el Mediterráneo. Para lograrlo, prometió su ayuda a los serbios.
Alemania, Francia e Inglaterra deseaban apropiarse del territorio que en la zona ocupaba el imperio turco para dominar un punto estratégico: el estrecho de los Dardanelos, puerta esencial para la comunicación entre el Mediterráneo y Asia central.
En los Balcanes confluían todos los odios, las rivalidades y las insatisfacciones que se habían ido acumulando durante las últimas décadas. Era por lo tanto previsible que una crisis en la región pudiera provocar el estallido de una guerra generalizada. El acontecimiento fatal tuvo lugar en Sarajevo, el 28 de junio de 1914. Francisco Femando, heredero del trono de Austria-Hungría, y su esposa fueron asesinados por un estudiante nacionalista serbio. Austria-Hungría quiso aprovechar el atentado para aniquilar a Serbia y le declaró la guerra. Rusia respondió movilizando sus tropas en defensa de los serbios. Inmediatamente el sistema de alianzas —la Triple Entente y la Triple Alianza— se puso en funcionamiento. El 5 de agosto de 1914 comenzaba la Primera Guerra Mundial.
Una vez declarada la guerra, una oleada de patriotismo se extendió por todos los países involucrados. En Berlín, París y Londres, los hombres acudieron fervorosos para matar o morir defendiendo la bandera de su nación. Pensaban regresar para Navidad con el orgullo de la victoria conseguida. Pero muchos no volvieron. Los que regresaron, después de cuatro largos años de penurias, enfermedades y muerte, quedaron para siempre marcados por los recuerdos de una experiencia terrible…
QUE FUE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL:
El 3 de agosto de 1914 era ya un hecho la primera guerra mundial, el ministro británico de asuntos exteriores Edward Grey se hallaba frente a su ventana de su despacho y veía sobre Londres el crepúsculo, entonces pronunció unas palabras que se han hecho famosas: "En toda Europa se apagan ahora las luces: puede suceder que jamás volvamos a verlas encendidas".
Su predicción se cumplió, la guerra que entonces empezaba significó la muerte de la vieja Europa, el final de los viejos tiempos el desmoronamiento definitivo de una concepción del mundo. Esta guerra, que tendría que haber puesto fin a las guerras, dio origen a nuevos enfrentamientos, a nuevas guerras. El conflicto fue provocado en Sarajevo, el 28 de junio de 1914 cuando el heredero del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando cayó víctima de un terrorista serbio. Pero como es natural, las causas de la guerra eran más profundas, consistían fundamentalmente en 3 antagonismos:
1.- Entre Alemania y Francia, en forma de una enemistad reactivada por la derrota francesa de 1871, y la pérdida de Alsacia- Lorena.
2.- Entre Alemania e Inglaterra, competencia en el terreno de la industria de la política colonial y del rearme marino.
3.- Entre Austria-Hungría y Rusia, por el dominio de los Balcanes.
El conflicto militar que comenzó como un enfrentamiento localizado en el Imperio Austro-Húngaro y Serbia el 28 de julio de 1914; se transformó en un enfrentamiento armado a escala europea cuando la declaración de guerra austro-húngara se extendió a Rusia el 1 de agosto de 1914. Finalmente, pasó a ser una guerra mundial en la que participaron 32 naciones. Veintiocho de ellas, denominadas aliadas o potencias asociadas y entre las que se encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, Austria-Hungría, Imperio Otomano y Bulgaria.
La causa inmediata del inicio de las hostilidades entre Austria-Hungría y Serbia fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del trono austro-húngaro, cometido en Sarajevo el 28 de junio de 1914 por Gavrilo Princip, un nacionalista serbio.
No obstante, las causas profundas del conflicto remiten a la historia europea del siglo XIX, concretamente a las tendencias económicas y políticas que imperaron en Europa desde 1871, año en el que fue fundado el II Imperio Alemán, y este Estado emergió como una gran potencia.
Entre 1914 y 1918 se desarrolló en Europa la mayor conflagración hasta entonces conocida. Motivada por conflictos imperialistas entre las potencias europeas, la "gran guerra", como se denominó originalmente a la primera guerra mundial, implicó a toda la población de los estados contendientes, así como a la de sus colonias respectivas.
Se puede decir entonces que el origen de la primera contienda mundial debe buscarse en la existencia de dos grandes bloques antagónicos: la Triple Alianza (Alemania, Imperio austro-húngaro e Italia) y la Triple Entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia), aunque su causa inmediata fue el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria el 28 de junio de 1914. Viena, que consideraba con recelo el engrandecimiento de Serbia, se apresuró a culparla del magnicidio y exigió satisfacciones como preámbulo de su declaración de guerra el 28 de julio. Rusia, erigida en campeona de los países eslavos frente a Austria, proclamó la movilización general, mientras Alemania, que había dado seguridades a su aliada para una ayuda total en caso de conflicto con Rusia, envió un ultimátum a este país, y otro a Francia como advertencia y más tarde la declaración de guerra a ambos países.
Por su parte, Inglaterra, que vacilaba en comprometerse con sus aliados, reaccionó al exigir Alemania a Bélgica paso libre para sus tropas.
Fuente: http://www.portalplanetasedna.com.ar/guerra1.htm
Fuente del documento : http://www.educa2.madrid.org/web/educamadrid/principal/files/0f3300a8-f00c-4e7b-9b47-ad932fa2ec37/PRIMERA%20GUERRA%20MUNDIAL.doc
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Primera guerra mundial resumen
La primera guerra mundial.
Objetivos.
-Descubrir la conflictividad de la Europa de pre-guerra y las alianzas internacionales que se produjeron
-Descubrir el mapa político europeo de antes y después de la primera guerra mundial
-Descubrir la importancia y el valor de la correcta administración de recursos (humanos, materiales, en la resolución de los acontecimientos históricos.
-Lectura, análisis e interpretación de información a través de fuentes para el estudio de la historia
-Fomentar el trabajo en grupo como un modo útil de trabajo
-Estimular la creatividad y la toma de decisiones
-Dar una aplicación práctica a una serie de conocimientos teóricos.
Los pasos previos.
La dinámica pretende que los alumnos, una vez puestos en antecedentes, tengan en sus manos la capacidad de dirigir el conflicto. En breve se explicarán todos los pasos que estructuran la dinámica, no obstante ésta no podrá llegar a buen puerto si antes no se ha dejado a los alumnos en la situación óptima para comenzarla.
Por lo tanto el profesor tendrá que explicar la situación de conflicto múltiple que presentaban los países europeos en la antesala del conflicto. Una vez que las tensiones de preguerra hayan quedado claras y se hayan definido las dos grandes alianzas (Triple Entente y Triple Alianza), puede pasarse a la siguiente fase.
El punto de partida.
El siguiente paso es formar grupos de alumnos y cada grupo asume el rol de un país implicado. No es necesario formar todos los países. Se puede optar por representar a Francia, Inglaterra, Austria-Hungría, Alemania y Rusia.
A cada grupo se les dejará 3 ó 4 mapas mudos de la Europa de antes de la 1ª guerra mundial (documento 1). A continuación, se les da también unas tablas donde aparecen los efectivos con que los países empezaron la guerra y con los que la acabaron (documento 2)
Un elemento que dinamiza mucho el happening es el nombramiento de espías, uno por cada país. Es importante ensalzar el papel que pueden jugar porque también en la guerra real han jugado, en ocasiones, un papel considerable (el ataque sobre Verdún fue conocido por los servicios de inteligencia franceses o “el telegrama Zimmerman” acabó de empujar a EE.UU a la participación en la guerra).
De este modo tiene que haber un espía francés, inglés, austriaco, alemán y ruso.
Mientras los grupos van elaborando su plan de ataque y su plan logístico, los espías son los únicos que pueden acceder al trabajo de los otros países. Imaginemos el caso del espía francés. Comenzará estando 5 minutos en el grupo alemán –por ejemplo- y tomará nota (por observación directa de las maniobras de sus rivales) de todas sus estrategias. Es importante dejar claro que a los espías no se les puede barrar el acceso al grupo.
Después de 5 minutos más pasa a Austria, después a Rusia, a Inglaterra y por último llega a su país donde informa de todo lo espiado contribuyendo de ese modo, a que Francia haga una mejor planificación de la guerra.
También puede darse la posibilidad de que un delegado de cada grupo pueda entrevistarse con otro, pero sólo entre aquellos bandos que constituyen una alianza. De este modo pueden entrevistarse los delegados ruso, francés e ingles (Triple Entente) para idear un plan de guerra conjunto y los delegados austríaco y alemán (Triple Alianza) para lo mismo.
Acción
Considerando las características propias de cada país (nivel de desarrollo, capacidad industrial…), sus ambiciones, sus amistades y enemistades, los grupos tienen que elaborar una serie de documentos:
a- anális “dafo” y objetivos b-plan de ataque c-el plan logístico.
a- El anális “dafo” consiste en que cada país reflexione sobre cuáles son sus debilidades, sus amenazas, sus fortalezas y sus oportunidades. Se trata de utilizar esta técnica del marqueting empresarial para que cada país efectúe un análisis sobre su situación real.
Junto al análisis “dafo” se anotarán también los objetivos que cada país pretende conseguir al implicarse en la guerra. (documento 3)
b- Plan de Ataque. En función del análisis “dafo” y de los objetivos del país que representan, los alumnos tienen ahora que dibujar sobre el mapa, la ubicación y los movimientos de sus fuerzas tanto terrestres como marítimas. Para ello pueden utilizar dibujos-símbolo como el soldado para la infantería, diferentes tipos de barcos para la armada, flechas que indiquen movimientos de tropas, etc.
Deberá tenerse en cuenta la información aportada por los espías y los acuerdos a los que hayan llegado los delegados internacionales.
c – Plan logístico o de guerra. Se trata de inventar y definir una serie de medidas de apoyo a la guerra.
La 1ª guerra mundial puso de manifiesto que la guerra era una actividad compleja, que integraba a multitud de disciplinas y que si se pretendía el éxito debía de ser cuidadosamente gestionada.
No se trata de instruir en la “eficaz crueldad” sino de hacer entender al alumnado que en el devenir histórico, cuestiones como la gestión y la administración (también de las guerras) han sido auténticos motores de cambio y factores clave para entender la resolución de los acontecimientos.
Se trata pues de diseñar un paquete de medidas que auxiliará al plan de ataque y que ayudará a que el país que representan consiga sus objetivos marcados.
El profesor deberá, seguramente, ayudar a los alumnos en esta reflexión. Algunos ejemplos pueden ser el mejor remedio:
Aquí caben cosas como descubrir que pueden hacer bloqueos marítimos o terrestres (comerciales o militares), que necesitarán reclutar a más gente, que pueden, como le pasó a Gran Bretaña, implantar el servicio militar obligatorio (1916), que reparen en la posibilidad-necesidad de recurrir a tropas coloniales. Que sean conscientes de que si sacan de las fábricas a los hombres, ello supondrá incorporar a las mujeres.
Es conveniente que reparen en priorizar la industria armamentística y en las fuentes de energía que necesitan.
Pueden apostar por la tecnología de guerra y formar grupos de ingenieros para inventar nuevo armamento que aunque vuelva a sonar fatal se hizo (el tanque o carro blindado, por ejemplo)
Todas estas medidas deberán ser anotadas en un folio aparte que puede llevar por título “Plan logístico o de Guerra” (documento 4). En este documento, se clasificaran las decisiones tomadas en cuatro apartados: económicas, socio-estratégicas, políticas y otro tipo de medidas, que será una especie de cajón de sastre.
Conclusion y Revisión
Una vez concluído el trabajo en grupo se debe hacer una puesta en común y extraer conclusiones.
*La primera sera casi inevitable: los grupos con divisiones internas han tenido que luchar contra ellos mismos. Se puede recordar que también esto ocurrió en la realidad y que países que tenían grandes divisiones internas encontraron en ello un problema añadido. Esto sirve, por citar países de ambos bandos, tanto para el caso austrohúngaro (plagado de nacionalidades hartas de represión), como para el caso inglés (a menudo acuciado por las dificultades en Irlanda)
*Repasar sus planes de guerra y contrastarlos con los reales: por ejemplo el caso alemán es paradigmático, habría que comprobar hasta qué punto los movimientos de tropas del grupo que representaba a Alemania coinciden con el plan Schliffen y repasar la viabilidad y la coherencia de los otros planes de guerra.
*Comprobar si las medidas de apoyo a la guerra que han tomado en el plan logístico, son viables, coherentes y hasta qué punto coinciden con las tomadas por los países implicados.
Se puede buscar finalmente un vencedor o no. Si se opta por la primera opción debe dejarse bien claro que el vencedor de la guerra hecha en clase no tiene porqué coincidir con el vencedor o vencedores reales, si es que de alguna guerra salió alguna vez algún vencedor.
Ganará el grupo que mejor plan de guerra haya elaborado y el que, evaluando los planes de ataque de todos, se erija como el más capaz.
A continuación se adjunta en pequeño formato los documentos necesarios para la ejecución del happening y que han sido citados en el desarrollo del mismo.
Documento 2. Número de efectivos
Número total de hombres (activos y en reserva) al estallar la contienda
Alemania |
2.398.000 |
Francia |
1.867.000 |
Rusia |
3.420.000 |
Austria-Hungria |
1.421.000 |
Inglaterra |
165.000 (1) |
(de Història del Món contemporani. Ecir, editorial)
- Se ha anotado tan sólo el cuerpo expedicionario. Para defender las islas podían contar (según Renouvin) con unos 315.000 hombres de la 2º reserva.
Número total de movilizados al finalizar la contienda (en millones de personas)
Alemania |
12,7 |
Francia |
7,7 |
Rusia |
14,5 |
Austria-Hungria |
8,8 |
Inglaterra |
6 |
(de Història del Món contemporani, Ed., Columna Assaig)
Fuerzas Navales
Países |
Grandes barcos de combate |
Cruceros acorazados |
Cruceros con artillería |
torpederos |
submarinos |
Tonaje total |
Alemania |
17 |
13 |
49 |
219 |
28 |
1.019.000 |
Francia |
10 |
22 |
12 |
234 |
55 |
731.000 |
Rusia |
14 |
6 |
8 |
125 |
28 |
328.000 |
Aus-Hun |
3 |
3 |
9 |
90 |
6 |
243.000 |
Inglaterra |
29 |
43 |
73 |
289 |
77 |
2.205.000 |
(de Història del Món contemporani. Ecir, editorial)
- Documento 3. Análisis DAFO y planificación de objetivos
DEBILIDADES
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AMENAZAS |
FORTALEZAS
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OPORTUNIDADES |
OBJETIVOS
Documento 4. Plan Logístico o de guerra.
Medidas económicas
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Medidas Socio-estratégicas |
Medidas políticas
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Otro tipo de medidas |
Por último y para finalizar esta dinámica, puede ponerse en marcha la contradinámica. Una vez conocida la información de los pasos previos, se trataría ahora de que los alumos se esforzaran por encontrar una solución negociada y pacífica del conflicto. Tendrían que sopesar los intereses de cada parte e intentar, por grupos, encontrar un plan de paz. Además del informe explicativo elaborarían un mapa que reflejara las decisiones del plan: atención a las nacionalidades, creación de nuevos estados, movimientos de fronteras, cesiones territoriales,... Una forma abierta y creativa de educar para la paz.
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Primera guerra mundial resumen
I – CONTEXTO FÍLMICO
Ficha técnica
Título original: Paths of glory
Director: Stanley Kubrick
Producción: James B. Harris, por Bryna Productions / United Artists (Estados Unidos, 1957)
Guión: Stanley Kubrick, Caldero Willingham y Jim Thompson, a partir de la novela homónima de Humphrey Cobb
Fotografía: Georg Krause
Música: Gerald Fried
Dirección artística: Ludwig Reiber
Montaje: Eva Kroll
Reparto: Kirk Douglas (Coronel Dax), Ralph Meeker (Caporal Pares), Adolphe Menjou (General Broulard), George Macready (General Mirbeau), Wayne Morris (Teniente Roget), Richard Anderson (Comandante Saint-Auban), Joseph Turkel (Armaud)
Duración: 86 minutos.
Sinopsis
Francia, 1916, el ataque suicida del ejército francés contra las posiciones alemanas en Agnoc, un punto estratégico de vital importancia para el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, se convierte en un fracaso estrepitoso. Para escarmentar a las tropas con un castigo ejemplar, el general Mirbeau, uno de los principales responsables del ataque, convoca inmediatamente un consejo de guerra: tres soldados elegidos al azar por sus superiores son acusados de cobardía ante el enemigo y se enfrentan a la pena de muerte.
Objetivos pedagógicos
Conocer y analizar el estallido y el desarrollo de la Primera Guerra Mundial a partir de los enfrentamientos entre Alemania y Gran Bretaña y del periodo del conflicto conocido como "guerra de trincheras", momento en qué está ambientada la película.
Valorar los sentimientos, las motivaciones y los principios morales que mueven a los oficiales protagonistas de la historia (el coronel Dax, los generales Broulard y Mirbeau), teniendo en cuenta los parecidos y diferencias que se pueden establecer entre ellos y su relación con los soldados que están a sus órdenes.
Relacionar el principal conflicto de la película (la relación entre dirigentes y dirigidos) con las teorías de la división de la sociedad en clases sociales superiores y poderosas e inferiores y desvalidas.
Entender y valorar los recursos narrativos y expresivos utilizados por la película para mostrar la violencia y el horror de la guerra a partir de la brutal oposición que se establece entre los oficiales y los soldados.
Aproximación a la figura del director Stanley Kubrick y al cine pacifista y antimilitarista.
Procedimientos
Valoración de la película de Stanley Kubrick como reflejo de la absurdidad y el horror de la guerra y de la ilógica implacable de la jerarquía militar.
Identificación y explicación de los referentes históricos, políticos y geográficos que aparecen en el film (la Primera Guerra Mundial, la guerra de trincheras, la ambición y las presiones de los oficiales del ejército, los líderes políticos y los medios de comunicación, etc.).
Detectar, analizar y comentar los principales problemas y las características antidemocráticas y fascistas derivadas de la organización del ejército, una jerarquía en la que los oficiales de más alto nivel tienen la potestad de decidir sobre la vida y la muerte de los soldados.
Identificación de las irregularidades y de las actitudes e ideas contrarias a los derechos humanos y a los principios básicos de libertad y presunción de inocencia que guían el desarrollo del consejo de guerra de la película.
Análisis de la estructura narrativa y temporal del film: ¿quién y cuando explica la historia?, ¿cuáles son los dos escenarios principales de la acción y qué diferencias se pueden establecer entre ellos?, ¿cuanto tiempo transcurre desde el principio hasta el final?
Análisis de la forma visual del film, especialmente de todos los aspectos formales utilizados por el director Stanley Kubrick para subrayar la voluntad crítica de la película: iluminación, banda sonora, ambientación, escenografía, vestuario, recursos narrativos y recursos técnicos (tipo de planos, movimientos de cámara, etc.).
Actitudes
Entender el valor simbólico de algunos protagonistas del film (el Coronel Dax como representación del humanismo y el idealismo, el General Mirbeau como símbolo del fascismo del ejército, el General Broulard como visualización de la corrupción y la deshumanización de los oficiales militares, etc.)
Desarrollar una actitud crítica respeto a la actuación y la manera de pensar de los oficiales del ejército y sobre las inhumanas condiciones de vida de los soldados en las trincheras.
Valoración crítica del final del film.
La guerra de los oficiales
"No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos / De sus sencillas alegrías y oscuro destino; / Ni que la grandeza escuche, cono desdeñosa sonrisa / los cortos y sencillos hechos de los pobres. / El alarde de la heráldica, la pompa del poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, / espera igual que lo hace la hora inevitable. Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba". Humphrey Cobb se inspiró en este contundente poema del escritor Thomas Gray (1716 - 1771) para titular su novela Paths off glory (1935), escrita a partir de sus vivencias en el frente durante la Primera Guerra Mundial.
El argumento y el desarrollo de la historia están basados en hechos reales: durante el conflicto bélico y como consecuencia del fracaso estrepitoso de un ataque erróneo y mal planeado, el general francés Deletoile hizo fusilar a cinco hombres de la 5ª Compañía del Regimiento 63 acusados de cobardía como castigo ejemplar para sus tropas. El director norteamericano Stanley Kubrick, que ya se había aproximado al cine bélico en su debut en la dirección, Fear and desire (1953), se interesó enseguida por la novela, uno de los alegatos antipacifistas más contundentes nunca escritos, pero la compañía United Artists, que había perdido cerca de 150.000 dólares con Atraco perfecto (1956), el anterior film del director, se mostraba reticente a financiar el proyecto. La adaptación cinematográfica de la novela, escrita por Kubrick con la colaboración de Caldero Willingham y del escritor especializado en novela negra Jim Thompson - guionista también de Atraco perfecto - llegó a manos del actor Kirk Douglas, que decidió echar adelante el film con su propia productora, Bryna. La intervención de Douglas en el proyecto explica, precisamente, algunas de las diferencias más importantes que se establecen entre el libro y la película, la historia de la cual gira en todo momento alrededor del personaje del coronel Dax, un personaje más bien secundario en la novela de Cobb, dónde la defensa de los tres soldados acusados de cobardía estaba en manos de uno de los personajes eliminados por el director, el capitán Etienne. Kubrick, Willingham y Thompson incluyeron, además, numerosos cambios en el argumento y en la estructura de la novela. El cambio más significativo, y a la vez el más representativo de las intenciones del director, radica en la gran importancia que cobran en el film las intrigas de los oficiales del ejército francés, que tienen un papel más bien irrelevante en el libro de Cobb, así como la brutal contraposición, no exenta de ironía, que se establece entre el majestuoso castillo dónde residen los máximos responsables del Estado Mayor, y las horribles trincheras, llenas de sangre, barro y muerte.
Kubrick lleva hasta las últimas consecuencias su particular visión del ejército (y, por extensión, de la sociedad), dividido de manera radical en los dirigentes y los dirigidos. No hay ningún personaje ni ningún plan intermedio entre los oficiales (los poderosos) y los soldados (los pobres y desvalidos), dos mundos separados por insuperables diferencias sociales e ideológicas y entre los que no existe el menor asomo de comunicación ni voluntad de diálogo. La perspectiva que adopta el director, de hecho, parece corresponder en muchos momentos a un análisis marxista de la realidad, sustituyendo las luchas de clases sociales por el enfrentamiento, más implícito que explícito, entre oficiales y soldados; pero no se trata, en un sentido estricto, de una lucha ni de un enfrentamiento directo: los soldados no tienen ninguna posibilidad de cambiar, ni siquiera de mejorar, su situación ni sus miserables condiciones de vida. "Aquel maldito regimiento no es nada más que una pandilla de chiquillerías, cobardes y desgraciados" exclama el general Mirbeau (George Macready) al poco de convocar el consejo de guerra.
Del mismo modo que tienen la potestad de decidir la vida o la muerte de sus hombres, los oficiales se llevan toda la gloria de las victorias y, con la excusa de animar a las tropas, organizan consejos de guerra y juicios con sentencias absurdas ya dictadas antes de empezar. Esta brutal oposición entre los oficiales y los soldados es subrayada por Kubrick a nivel visual, gracias a un elaborado trabajo de puesta en escena que confiere al film la estilización suficiente para universalizar un conflicto concreto y bien delimitado . El director norteamericano utiliza dramáticamente los movimientos de cámara para definir y marcar distancias entre los protagonistas (las diferencias que se establecen entre los largos y sinuosos travellings que acompañan al coronel Dax y al general Mirbeau mientras pasan revista a las tropas en dos momentos del film son muy significativos en este sentido) y, al mismo tiempo, ordena y dispone la iluminación a partir de violentos contrastes entre luces y sombras, dando un aire entre expresionista e irreal a las escenas del consejo de guerra, dónde la sombra negra de los miembros del tribunal se proyecta de forma amenazadora sobre los tres soldados acusados de cobardía, el caporal Philip Pares (Ralph Meeker) y los soldados Maurice Ferol (Timothy Carey) y Pierre Arnaud (Joe Turkel).
"El fusil es el mejor amigo del soldado", "La libertad es una cosa, y la insubordinación es otra" o "Sus hombres han muerto muy bien" va comentando el general Mirbeau a lo largo de la película, autoproclamándose poco después como la única persona inocente del conflicto: su actitud y sus palabras se constituyen en la más contundente visualización de la deshumanización y de la ilógica implacable de la jerarquía militar vista nunca en una pantalla de cine. Para Mirbeau, pero también para el general Broulard (Adolphe Menjou), un personaje más discreto e inteligente y por esto mucho más poderoso e inquietante - "No hay nada más estimulante para las tropas que ver morir a un ser humano", exclama al final del film -, la guerra se reduce a una lucha por el poder y el prestigio de los oficiales, a un conflicto más interno que no paso externo, es su camino de gloria particular hacia su reconocimiento por parte de los políticos y los medios de comunicación.
Para los oficiales, los derechos humanos y las vidas de sus soldados no tienen ninguna clase de importancia. En este contexto, el personaje interpretado por Kirk Douglas, el coronel Dax, radicalmente opuesto al resto de responsables del Estado Mayor, presenta todas las características del típico héroe positivo del cine norteamericano. Su lucha es la lucha del espectador por la victoria de la justicia y la razón. Kubrick, del mismo modo que utiliza elementos de algunos de los géneros más populares de la época para construir la historia (principalmente el cine bélico y las películas de intriga en las que uno o varios falsos culpables tienen que demostrar su inocencia), busca desde el principio la total identificación del público con la causa de Dax, una causa perdida mucho antes de empezar. Dax, de hecho, pese al carácter honesto, idealista y comprensivo, acaba siendo una víctima de la propia realidad a la que ha querido enfrentarse. No sólo se ve obligado a chantajear al general Broulard por intentar evitar la ejecución de los tres soldados condenados a muerte, sin conseguirlo, sino que al final, en un epílogo añadido por Kubrick a la novela, se ve obligado a volver al frente para dirigir a sus hombres hacia una muerte segura.
Senderos de gloria es la personal visión del director Stanley Kubrick sobre un episodio real de la Primera Guerra Mundial. ¿Qué sabes de este conflicto? Estudia y comenta el papel que jugaron Francia y Alemania a partir del periodo conocido como "la guerra de trincheras", momento en qué está ambientado el film.
Senderos de gloria se constituye en una crítica brutal a la lógica implacable de la jerarquía militar y al horror de la guerra. Estudia y analiza el funcionamiento del ejército y los valores morales e ideológicos que defienden sus principales responsables. El consejo de guerra que decide la vida o la muerte de los tres soldados acusados de cobardía, ¿es justo? ¿Crees que hechos similares a los que relata la película pueden tener lugar en la actualidad.
El título original de la película de Stanley Kubrick, así como también el de la novela de Humphrey Cobb en qué se basa la historia, proviene de un poema del escritor Thomas Gray (1716 - 1771): "No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos / De sus sencillas alegrías y oscuro destino; / Ni que la grandeza escuche, con desdeñosa sonrisa / los cortos y sencillos hechos de los pobres. / El alarde de la heráldica, la pompa del poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, / espera igual que lo hace hora inevitable. Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba". Valora y comenta esta cita en relación con el desarrollo de la acción.
La ambición, la corrupción y la deshumanización de los oficiales, que sólo piensan en ganar batallas, celebrar bailes y recibir medallas, contrasta con las condiciones de vida infrahumanas en qué viven los soldados, que no tienen ni voz ni voto en el desarrollo del conflicto. Enumera y comenta las diferencias más importantes que se establecen entre los oficiales y los soldados, relacionando los resultados obtenidos con las teorías marxistas sobre la división de la sociedad en clases sociales ricas y poderosas y pobres y desvalidas. ¿Crees que la sociedad se divide en dirigentes y dirigidos? ¿Por qué?
Al poco del estreno del film, el director Stanley Kubrick afirmó: "El soldado es un personaje interesante porque todas las circunstancias que le rodean tienen una clase de carga de histeria. A pesar de los pesares de su horror, la guerra es drama puro, probablemente porque es una de las pocas situaciones en las que todavía quedan hombres que defiendan aquello que consideran sus principios". Valora este comentario en relación con la actitud que el Coronel Dax (Kirk Douglas) mantiene a lo largo de la película.
Haciendo un balance de lo que pasa en la película de principio a final, ¿llegas a alguna conclusión?, ¿se trata de un final optimista o pesimista?, ¿la lucha del coronel Dax ha servido para algo?
II – CONTEXTO HISTÓRICO
Sería en alto grado aventurada la sugerencia de que la primera guerra mundial (1914-1918) fue una muestra más de la crisis del siglo XX, por más que muestre una tremenda dosis de irracionalismo y de falta de sentido común. Pudo ser una consecuencia de la concepción puramente positivista de la balance of powers, aunque como hecho resulte muy distante del planteamiento realista y pragmático del positivismo. Pero forme o no parte del «espíritu de crisis», no cabe duda de que contribuyó a potenciar esta crisis, y sobre todo a imprimirle una amplísima resonancia social. A partir de entonces todo iba a ser distinto. Quedaba en entredicho la idea del progreso indefinido, o la convicción de que el hombre civilizado había superado viejas calamidades. Al contrario, la guerra hizo patente todo lo que de brutal, instintivo e impremeditado hay en las acciones humanas, incluso por parte de los hombres más cultos y educados. Con ello, las críticas y las dudas que habían sido patrimonio hasta entonces de las minorías fueron aceptadas o asumidas por gran parte del mundo occidental
Los orígenes del conflicto
Una cadena fatal de acontecimientos y de decisiones, una de las cuales no pretendía la guerra, o al menos su generalización, dio lugar a una tragedia inesperada. «Los hechos llegaron más allá que las decisiones conscientes» (W. Churchill), y de pronto los responsables se encontraron con que tenían que hacer frente a sus consecuencias. Aunque a un espectador de fines del siglo XX pueda parecer irónico, la primera causa mecánica de la guerra mundial radicó en el hecho de que los bosnios querían ser serbios. El 28 de junio de 1914, el heredero del imperio austrohúngaro, el príncipe Francisco Fernando, era asesinado en Sarajevo por un terrorista bosnio perteneciente a la banda La Mano Negraque, alentada por Belgrado, pretendía unificar todos los territorios sureslavos en una Gran Serbia. El movimiento formaba parte de una corriente paneslavista que, fomentada a su vez por Rusia, existía desde mucho tiempo antes.
La noticia del atentado causó sensación en Europa, pero casi nadie pensó en una guerra, ni siquiera en una más de las menudas y molestas guerras balcánicas. A los pocos días, la prensa francesa daba más importancia al proceso de madame Cailloux, los británicos al problema de Irlanda o a las regatas de Plymouth, y el kaiser de Alemania, Guillermo II, emprendió un distendido crucero por el mar del Norte. Por otra parte, la mayoría de los cancilleres europeos eran pacifistas, más incluso que los de años antes.
Después de varias semanas de casi total tranquilidad, los hechos se precipitaron dramáticamente. Tras de activas indagaciones de su servicio de inteligencia, Austria llegó a la certeza moral —pero sin pruebas documentales— de que el magnicidio de Sarajevo había sido preparado en Serbia, y, lo que era peor, el resto del mundo se lo imaginaba también. El canciller austríaco, Berchtold, llegó a la conclusión de que era necesario castigar a Belgrado si el imperio quería mantener su prestigio en el espacio danubiano. Es cierto que Rusia apoyaba a Serbia, pero Alemania podía disuadir a Rusia de intervenir. Berchtold, negoció con el canciller alemán Bettmann-Hollveg para conseguir que Alemania, en caso de tensión, convenciera a Rusia de que se mantuviera al margen. Bettman Hollweg era el más pacifista de los diplomáticos europeos, pero accedió a esos buenos oficios, porque Alemania no podía permitirse el lujo de perder el único aliado seguro que le quedaba. Asistidos por esta seguridad, y en la convicción de que iba a tratarse de una campaña breve y limitada, el 28 de julio —un mes después del atentado— los austriacos entraron en Serbia, y en un plazo de horas conquistaron Belgrado, aunque los serbios continuaron defendiendo el resto del territorio con más tenacidad de la esperada. Rusia consideró que no podía permitir la alteración de la situación en los Balcanes sin sufrir un golpe moral, y para presionar —se suponía que sólo diplomáticamente— a las potencias germanas, ordenó una movilización general, tanto en la frontera austriaca como en la alemana. El kaiser envió un telegrama entre amistoso y patético a Nicolás II, pidiendo un entendimiento, y el zar, pacifista como casi todos, estaba dispuesto a negociar antes de movilizar; pero el mando ruso, que no podía anular una orden que ponía en movimiento a millones de hombres, y que podía dejar por los suelos su decisión y su prestigio, cortó las comunicaciones telefónicas con San Petersburgo y siguió adelante. Guillermo II se sintió desairado y Alemania amenazada; de suerte que ordenó a su vez la movilización general; pero no sólo contra los rusos, sino contra los franceses. En efecto, el famoso Plan Schlieffen, previsto para el caso de un conflicto, contemplaba la defensiva en un hipotético frente oriental y la ofensiva en el occidental. Y los alemanes eran extraordinarios planificadores, pero malos improvisadores.
La cancillería de Berlín consultó a Francia cuál sería su actitud ante un conflicto germanorruso. La respuesta de París fue «Francia obrará de acuerdo con sus intereses». Francia tampoco deseaba la guerra, pero de manera alguna estaba dispuesta a dar su brazo a torcer ante los alemanes. Y estos aceleraron su movilización de tropas ante la frontera francesa, sabiendo que podían hacerlo más rápidamente que los de enfrente. Fracasó un intento británico de mediación. Los alemanes se sentían escarmentados de su inferioridad numérica en una mesa de negociaciones, como ya se había visto en los conflictos de Tánger y Agadir; y estaban seguros de que una conferencia internacional obligaría a Austria a retirarse de Serbia, con la consiguiente humillación de las potencias germanas (o la ruptura de la alianza entre ellas). Preferían la limitación del conflicto en el espacio serbio mediante la amenaza disuasoria de la poderosa maquinaria alemana puesta preventivamente en pie de guerra. La tesis de Bettmann-Hollweg era que si Austria se sentía obligada a ajustar sus cuentas con Serbia, las demás potencias europeas no tenían por qué intervenir en un contencioso tan limitado. Después de unas horas dramáticas y de una serie precipitada de órdenes y contraórdenes, el 2 de agosto, y más por obra de los Estados mayores que de los políticos, las tropas rusas entraron en Alemania, y poco después las alemanas en Francia. Hoy no se sabe quién efectuó el primer disparo, aunque la cosa no tuvo más remedio que empezar con disparos de unos contestados por otros. La versión alemana sobre una invasión rusa previa a toda declaración de guerra, aunque probable, fue desoída después del conflicto, y hoy apenas es tenida en cuenta. Más todavía, y en este punto la culpabilidad alemana no ofrece dudas: el «plan Schlieffen» preveía la invasión de Bélgica para envolver al ejército francés, y así lo hicieron las tropas de von Moltke al mismo tiempo que entraban en Francia. El 3 de agosto, Gran Bretaña declaraba la guerra a Alemania con el pretexto de la invasión de un débil país neutral, y el acercamiento de las tropas del Reich a una zona vital para Inglaterra.
En virtud de un fenómeno parecido al llamado «efecto dominó», una serie de hechos, en principio poco más que anecdóticos, y luego una serie de medidas que se consideraban puramente disuasorias, fueron encadenándose hasta producir una conflagración en la que intervenían con millones de hombres las cinco mayores potencias de Europa, además de las pequeñas Serbia y Bélgica. Es difícil disculpar a la mayoría de ellas, aunque unas podían tener más culpa que otras. Austria creyó imprudentemente que su castigo a Serbia iba a ser un hecho aislado, y Alemania sufrió su ya conocido síndrome de «gato acorralado». Nadie quiso bajar cabeza, y el cálculo de que la amenaza disuasoria de cada potencia hiciese ceder a las demás fracasó estrepitosamente. Hay que unir a ello las decisiones casi unilaterales de los respectivos mandos militares. Todos sabían muy bien que en una guerra moderna lleva ventaja decisiva quien moviliza antes y mejor; y en este caso las prisas locas fueron fatales. La guerra mundial fue ante todo efecto del orgullo. Una vez rotas las hostilidades, el «efecto dominó» seguiría operándose casi hasta el infinito. A los pocos días, Turquía se unía a las Potencias Centrales (Alemania y Austria), y más tarde lo haría Bulgaria: y en un plazo de menos de tres años, veintidós países, incluidos los Estados Unidos, Italia (presunta aliada de los centrales, pero que a la hora de la verdad cambió de bando) y Japón, se unirían a los aliados.
La explicación de la primera guerra mundial, por supuesto, no es tan simple como da a entender este proceso de acontecimientos encadenados y decisiones precipitadas en un momento de locura. Existen también motivos de fondo, como la sacralización de los nacionalismos, el control de los mares y de territorios ultramarinos, los enormes intereses económicos de las grandes potencias que se disputaban los mercados del mundo o la obtención de las materias primas. Pero esta rivalidad de fondo, subsistente con la idea, generalizada también, de que una guerra no sería beneficiosa para nadie, no hubiera estallado por si sola si no hubiese sobrevenido un acontecimiento emocional y «disparador». Cuando este disparador se produjo, un defecto de cálculo condujo a la catástrofe.
La guerra de movimientos
Los estadistas y los militares quedaron desbordados por la rapidez de los acontecimientos; pero, por su parte, una vez se hizo inevitable la hecatombe, se dispusieron a obrar con la misma rapidez. Millones de hombres se pusieron sobre las armas en pocos días, hasta constituir una fuerza de choque como jamás habían visto los siglos. La movilización fue más popular y entusiasta de cuanto hoy pudiéramos imaginar. Aquellos jóvenes, embriagados por el fervor patriótico que sus educadores respectivos les habían inculcado, acudieron jubilosos al combate, seguros de una fácil y espectacular victoria. No todos los mandos suponían tales facilidades, pero sí una guerra rápida. Los inmensos medios, los sistemas de transporte masivo y las armas de repetición de los ejércitos del siglo XX causarían enormes pérdidas, pero decidirían la contienda en pocas semanas. «Vencedores o vencidos, para las Navidades, todos en casa»: eso pensaban tanto los políticos como los Estados Mayores.
En un principio, los hechos parecieron confirmar estas predicciones. De acuerdo con las reglas del pragmatismo militar, unos y otros no atacaron al enemigo que podían considerar más agresor, sino al que consideraban más peligroso. Los rusos, que habían movilizado antes, en vez de castigar a Austria, invadieron Alemania por Prusia Oriental con una celeridad que nadie esperaba de ellos; mientras los alemanes, fieles a sus planes —unos planes que eran buenos solo en teoría— atacaron Francia a través de Bélgica, con el 85 por 100 de sus efectivos, mientras empleaban solo el 15 restante para defenderse de los rusos. Ello supuso en ambos casos un corrimiento del frente de este a oeste. El general Samsonov avanzó en los primeros días casi un centenar de kilómetros, amenazando a toda Prusia. El mariscal von Moltke, obediente ciego al «plan Schlieffen» —lo que le costó muy caro: la entrada en guerra de la Gran Bretaña— invadió Bélgica, que ofreció una inesperada resistencia, sobre todo en las poderosas fortificaciones de Lieja. Sin embargo, la maquinaria bélica alemana, una vez salvado este obstáculo, ganó en quince días la frontera francesa, y arrolló a sus enemigos por el sector menos defendido.
El plan Schliefen consistía en un gigantesco movimiento de conversión, que haría moverse solo al ala derecha, describiendo un arco, como un abanico que se despliega, que acabaría envolviendo en los Vosgos y Alsacia a todo el ejército francés. Pero Moltke tuvo que prescindir de una buena parte de sus divisiones, necesarias para contener a los rusos, y que fueron enviadas precipitadamente el frente oriental; y quedó en inferioridad numérica. Aún así, la excelente calidad de sus tropas y material le permitió avanzar en tromba, aunque realizando el movimiento envolvente con un radio menor del previsto en un principio. Los alemanes marcharon primero hacia el Oeste, luego al suroeste, finalmente al Sur, en un despliegue que fue envolviendo a los franceses. Pero al mismo tiempo el arco del abanico se hacía cada vez mayor, y sin fuerzas suficientes de cobertura para mantenerlo. El mayor error de los alemanes fue quizás dejar a París a un lado del abanico: lo que interesaba a Moltke era el movimiento envolvente y no la conquista inmediata de la capital francesa. Los taxis de París cumplieron por primera vez una misión histórica, y permitieron al generalísimo Gamelin lanzar sus reservas contra el flanco alemán. Se libró así durante muchos días —fines de agosto y comienzos de septiembre—, la dura batalla del Marne, que si bien no consiguió su objeto de expulsar a los alemanes, los fijó sobre el terreno. (La batalla del Marne fue, como símbolo de la guerra moderna, la primera de la historia que duró semanas, y no horas o pocos días, como había venido ocurriendo desde los tiempos antiguos.) Los intentos de uno y otro bando por romper el frente a partir de entonces resultaron estériles, y los soldados cavaban trincheras para sentirse a seguro. Así, a la espectacular guerra de movimientos siguió la tediosa guerra de posiciones.
La historia en el frente oriental fue aproximadamente la misma. El avance ruso fue arrollador, pero la propia celeridad fue dispersando y desarticulando sus unidades y dificultando los aprovisionamientos. Este hecho fue hábilmente explotado por el general Hindenburg y su ayudante Ludendorf, que llevaron a cabo primero una retirada en orden y luego un fulminante contraataque, que les permitió enfrentarse a las divisiones rusas por separado. A fines de agosto batían consecutivamente a dos grandes ejércitos rusos en las batallas de Tannenberg y luego la de los lagos Mazurianos, donde los sorprendidos moscovitas sufrieron trescientas mil bajas y perdieron la mitad de su material. El general Samsonov se suicidó. Los alemanes recobraron todo el terreno perdido, pero con la mayor parte de su ejército en el frente occidental, no podían ni soñar en la invasión de la inmensa Rusia. También aquí el frente se detuvo indefinidamente. Por su parte, los austriacos, que habían invadido Serbia y penetrado en Belgrado, hubieron de retirarse para hacer frente al avance ruso, que en septiembre quedó detenido. Mes y medio después de comenzada la guerra salvo el saliente alemán en Bélgica y nordeste de Francia, todo estaba como al principio. La decepción en los mandos y en la propia población civil, que esperaba una fácil victoria, fue inmensa. Nunca hubo un momento más apropiado para entrar en razón y firmar una paz general. Se impusieron, sin embargo, los orgullos nacionales y el temor a dar el brazo a torcer. Fracasó el generoso intento de mediación de Benedicto XV, que llegó a ofrecer su vida por la paz (y fallecería poco después). La contienda se prolongaría irracionalmente durante tres años más.
El fracaso de la guerra
¿Qué había sucedido? Todos esperaban que la poderosa maquinaria bélica del siglo XX, con su capacidad de movilización de grandes masas —la de unos se figuraba más rápida que la de los otros—, su impresionante capacidad de fuego, su posibilidad de maniobras fulgurantes y la existencia de armas de tiro rápido, singularmente la ametralladora, iba a deparar a la contienda una celeridad espectacular. Sin embargo, las previsiones de los Estados Mayores se vinieron abajo. A la rapidez de unos respondió la rapidez de otros, y todas las «operaciones de flanqueo», corriendo el centro de gravedad de la operación a derecha e izquierda, fracasaban a los pocos días, y al fin se descubrió que eran inútiles. Por su parte, las armas de tiro rápido (singularmente la ametralladora, pero también la artillería de campaña fácilmente transportable) tuvieron un efecto inverso al esperado, puesto que favorecían mucho más al bando que parapetado en sus posiciones se defendía, que a aquel que no podía usarlas por tener que avanzar a la carrera. Por otra parte, toda aceleración del avance tiende a desarticular las unidades propias y a dificultar los abastecimientos, cuando los que se mueven son millones de hombres. Los técnicos hubieron de reconocer su error demasiado tarde, y durante años no encontraron la fórmula para sostener una ofensiva continuada.
En lo que sí estaban de acuerdo la mayor parte era en que una guerra rápida favorecía a los alemanes, mejor adiestrados para una campaña ofensiva que sus adversarios, y excelentemente entrenados y pertrechados. Una guerra larga favorecería, por el contrario, a los aliados, que disponían de más reservas humanas, y cuyo dominio de los mares les permitía contar con los recursos de todo el mundo. Alemania, Austria y Turquía —los llamados Imperios Centrales— dibujaban una diagonal sobre el mapa de Europa, del Mar del Norte al Asia Menor y parte de Arabia y Mesopotamia; pero estaban cercados por los aliados, tanto al Este como al Oeste. Los países aliados contaban con una población de 250 millones de habitantes, y los centrales con 140. Esta desproporción se iría incrementando todavía más conforme nuevos países se alineaban con el bando que terminaría siendo vencedor.
Sin embargo, en la primera mitad de 1915, los alemanes pudieron ganar la guerra. Tanto unos como otros habían previsto una campaña corta. Pero los alemanes, con su característico sentido planificador tenían totalmente preparado un plan de conversión de su industria convencional en industria de guerra, mientras los aliados tuvieron que improvisarlo. A comienzos de 1915, los alemanes podían mantener una acción ofensiva continuada por espacio de un año, en tanto los aliados no disponían de municiones más que para tres meses. Un intento sostenido y a toda costa de romper la guerra de posiciones aunque hubiese fracasado el avance, hubiera obligado a los aliados a rendirse, por falta de municiones. Pero los alemanes no lo sabían.
Prefirieron atacar en el frente Este, único donde parecía posible volver a la guerra de movimientos. Y aunque al principio con dificultades, los germanoaustriacos recuperaron Galitzia y ocuparon Polonia y parte de Lituania. Fue el mayor avance obtenido en toda la guerra, pero la enorme Rusia, aunque maltrecha, seguía en pie. Por otra parte, la entrada de Italia en la contienda, a favor de los aliados, aunque no supuso avance alguno sino todo lo contrario, obligó a los centrales a una nueva dispersión de fuerzas. No variaron las cosas en 1916, año en que los tremendos esfuerzos por romper el frente occidental por unos y otros —los alemanes por Verdun, los aliados por el Somme (donde se enmarca la película Senderos de Gloria)— tropezaron con enconada resistencia, a costa de un enorme número de bajas por uno y otro bando, sin avances significativos. Era el fracaso de la guerra. Tanto los centrales como los aliados habían sufrido pérdidas espantosas, sin haber obtenido ventaja alguna. La guerra podía durar indefinidamente y convertirse —¡si no lo era ya!— en una tremenda carnicería sin sentido.
El papa volvió a ofrecer su mediación, y el nuevo presidente de los Estados Unidos, Wilson, ofreció una paz blanca, «paz sin anexiones ni indemnizaciones», que dejase las cosas como habían estado al principio. Los centrales, que ya sabían que no podían ganar la contienda, estaban interiormente dispuestos a un arreglo, pero los francobritánicos, que lo sabían también, impusieron unas condiciones drásticas, que no fueron aceptadas. De cualquier modo, el «fracaso de la guerra» cundió en todas las conciencias, y en 1917 hizo crisis. La desmoralización fue grande, y los partidarios de la revolución social, conscientes del desengaño de las masas obreras, creyeron llegada su ocasión. Lenin, refugiado en Suiza, fundó la Tercera Internacional, esgrimiendo la tesis de que la guerra era consecuencia del imperialismo, y éste hijo del capitalismo. En Rusia, donde la población civil vivía en la miseria, y tanto los políticos como los militares estaban totalmente desacreditados, estallaron tres revoluciones en el mismo año, una liberal, otra socialista y una tercera comunista, que sería la llamada a imponerse. En Alemania hubo movimientos espartaquistas —versión germana de los soviets en Rusia—, así como deserción de tropas. Los generales Hindenburg y Ludendorf proclamaron una dictadura —desde entonces la autoridad del kaiser quedó en segundo plano— y consiguieron imponer el orden. En Francia cientos de miles de hombres desertaron del frente, y fue precisa la autoridad carismática de un místico de la guerra, el mariscal Foch, acompañado de la sobrehumana energía de Clemenceau, el hombre de la guerre, rien que la guerre, para restablecer la situación; aunque tanto en Francia como en Inglaterra proliferaron los movimientos pacifistas.
El resultado de la crisis general de 1917 fue la imposición del régimen soviético en Rusia, el reforzamiento del poder en la mayor parte de los países beligerantes, y la entrada en la guerra de los Estados Unidos. Efectivamente, los alemanes comprendieron la imposibilidad de derrotar a sus enemigos mientras estos dispusieran de casi todos los recursos del mundo. A tal efecto, impulsaron un arma que desde el primer momento les había reportado resultados sorprendentes: el submarino. No podían dominar la superficie de los mares, pero sí atacar desde debajo de ella. Los submarinos hundieron tal cantidad de barcos, que Gran Bretaña se vio desabastecida, Y en una situación cada vez más crítica. Pero el arma submarina tenía un doble filo, pues perjudicaba los intereses norteamericanos, que eran los principales proveedores de Inglaterra. En 1917, el presidente Wilson, decidido a salir de un secular aislacionismo, pasó de su proyecto de árbitro de la paz al de árbitro de la guerra. Y realmente la decidió.
La decisión de la guerra
Al mismo tiempo, la revolución rusa significó la victoria de Alemania en el frente oriental. Desmoralizados, los rusos se defendían cada vez con menos eficacia, y los austrogermanos ocuparon territorios inmensos en el espacio báltico, Rusia Blanca y Ucrania. Lenin una vez en el poder, comprendió que era preciso firmar la paz para consolidar el sistema soviético. Fue la paz de Brest-Litowsk, signada en el otoño de 1917. Rusia perdía Finlandia, los tres estados bálticos, Polonia y de momento Ucrania; pero quedaba por lo demás con las manos libres.
Los germanos se vieron con las manos libres también en el Oeste. Fue una auténtica y desesperada carrera contra el tiempo, porque necesitaban aplastar a los francobritánicos antes de que la ayuda norteamericana fuera decisiva. Ludendorf calculó fríamente las posibilidades: si hasta junio de 1918 inclusive, los alemanes conseguían decidir la batalla, suya sería la victoria. De lo contrario, vencerían los aliados.
Los alemanes atacaron con todas sus fuerzas. Contaban con nuevas armas, entre ellas el monstruoso cañón Bertha, capaz de alcanzar con sus proyectiles un centenar de kilómetros. Derrotaron a los británicos en el sector de Yprés, hasta llegar cerca de Amiens, donde fueron detenidos. Desplazaron su acción a otras zonas, obteniendo continuas victorias, ninguna de ellas decisiva. En mayo, a 60 kilómetros de París, emplazaron sus Berthas y comenzaron a bombardear la capital francesa, donde empezó la evacuación de la población civil. Entretanto, los americanos mantenían un espléndido ritmo de 250.000 hombres desembarcados en Europa.
En junio de 1918, la situación quedó igualada, y en julio el mariscal Foch, que contaba con una considerable superioridad numérica, se lanzó a la contraofensiva. Los alemanes retrocedieron ordenadamente, pero ya no fueron capaces de sostener sus líneas. Alemania había perdido la guerra, y lo sabía. La moral se hundió en la retaguardia, y lo mismo ocurrió en Austria —que había dado escasas muestras de su capacidad militar— y en Turquía, que perdía rápidamente territorios en Oriente Medio. La guerra estaba técnicamente decidida. En el otoño de 1918 el kaiser huyó a Holanda y se proclamó un gobierno provisional. Alemania trató de obtener una paz honrosa, pero estallaron revoluciones de carácter espartaquista, y, lo mismo que en Rusia, se sublevaron los soldados de marina, enarbolando la bandera roja. Se dio el caso, extraño en la historia, de que una potencia que ocupaba aún territorios en varios países enemigos, perdía una guerra. Alemania se rindió incondicionalmente en noviembre de 1918.
La primera guerra mundial fue la mayor catástrofe bélica que recordaba la historia. Participaron en ella cerca de cuarenta naciones, incluyendo a todas las grandes potencias. Setenta millones de hombres fueron movilizados, de los cuales murieron once, y veinte resultaron heridos. Ocho naciones fueron invadidas. Millares de poblaciones quedaron destruidas y doce millones de toneladas de buques se fueron al fondo de los mares. Volvió al fin la paz al mundo, pero la belle époquedel amable progreso y la seguridad del hombre occidental en sí mismo y en sus propios destinos había terminado para siempre.
EL PERIODO DE ENTREGUERRAS (1918-1939)
La paz de 1918 suscitó explosiones de júbilo en los países vencedores —un total de 35—, esperanzas en los neutrales (uno de los más importantes, España), y cuando menos alivio en los vencidos. Sin embargo, la alegría duró poco. En lo económico pronto se hizo patente lo que Keynes llamaría «los desastres de la paz»: en este aspecto todos resultaron vencidos, excepto los Estados Unidos, que no habían sufrido daños en su territorio, y habían vendido bienes o prestado sumas ingentes al resto del mundo: fue un hecho que revalorizó el papel de los norteamericanos en el conjunto planetario, aunque no tanto como en la segunda posguerra mundial. Por lo demás, en muchos países, y singularmente en Europa, había que reconstruir lo destruido, que reconvertir de nuevo la industria, que pagar deudas enormes, y que encontrar empleo para treinta y cinco millones de hombres desmovilizados. Otros muchos problemas se plantearían enseguida. Por de pronto se vio que la vuelta a la paz no era la vuelta a lo de antes. Otros tiempos se abrían al paso de la historia, y ya no era posible el retorno a la «belle époque» y a la era de las confianzas ilimitadas.
Tres hechos definen principalmente el periodo de entreguerras. El primero, la inestabilidad, la crispación, la imposibilidad de una reconciliación completa. Los golpes que las grandes potencias se habían asestado recíprocamente resultaban difíciles de olvidar, y las paces de 1919-1921, paces dictadas por los vencedores a los vencidos, que no negociadas, nada hicieron por garantizar un clima de reconciliación. Tampoco la creación del primer órgano mundial de la historia, la Sociedad de Naciones, aseguró, a pesar de sus buenos oficios e intenciones, la paz y la estabilidad del planeta. El grado de desconfianzas —y en su caso el de los revanchismos— llegó a tal punto, que muy pronto comenzó a hablarse de la posibilidad de una segunda guerra mundial. Roto el clima de respeto mutuo «entre caballeros» propio de la generación anterior, ya todo era posible.
El segundo hecho fue la conversión de Rusia y algunos países adyacentes en Unión Soviética. Por primera vez en la historia un gran país estaba gobernado por un régimen comunista —en sentido estricto, «marxista-leninista»—, y el hecho tuvo una repercusión universal, más que por las posibilidades de la gran potencia rusa, por la aspiración de los soviets a la expansión ecuménica de la vigencia de sus doctrinas. Realmente, la «vocación» de la Unión Soviética unía de forma curiosa el viejo «destino manifiesto» de la Rusia imperial a un prurito no ruso, sino «soviético», de unión de todos los países bajo la misma causa de redención del proletariado en una inmensa «república de trabajadores y campesinos». Este segundo prurito, aunque desechado oficialmente con la caída en desgracia de Trotski, no dejó en realidad de estar latente en todo momento. Desde entonces, el resto del mundo hubo de contar con la posibilidad de una expansión del sistema comunista a estilo soviético, ya por efecto de una guerra, ya mediante sucesivas revoluciones en distintos ámbitos. Los grandes imperios autocráticos o autoritarios habían caído con la guerra mundial; pero una nueva y más radical forma de imposición de un poder incontestable —con su consiguiente reforma de las estructuras políticas, sociales y económicas vigentes en los países libres— venía a sembrar desconfianza y recelo en muchas naciones de Occidente y aun de otras partes.
Y en tercer lugar, se aprecia muy claramente, aunque no siempre con características homogéneas ni fáciles de definir, un nuevo ambiente de incertidumbre, de crisis en las conciencias, de falta de algo seguro infalible en que apoyarse... Esta crisis, ya lo hemos visto, comenzó a operarse antes de la guerra, con el cambio de siglo; pero la guerra la confirmó, la endureció y le confirió un amplísimo alcance social. Lo que en otro tiempo había sido una corriente intelectual y minoritaria, no desprovista de rasgos «snobs», se generaliza ahora como una actitud vital. Se potencian las actitudes rupturistas en el arte, la literatura, la música, las modas y las actitudes, se quiebran para siempre viejas convenciones que parecían respetables. Y esta ruptura con los vínculos del pasado, aunque muchas veces se presenta como progresista, tiene poco de prometedora. La conciencia de la decadencia se hace patente en Europa, la principal responsable y al mismo tiempo principal víctima de la catástrofe, y también en este caso el decadentismo deja de ser una actitud puramente estética. Cuando, en plena posguerra, Oswald Spengler publica La Decadencia de Occidente,millones de lectores estaban preparados mentalmente para quedar convencidos por sus tesis.
Otros muchos rasgos, algunos positivos, tiene el mundo de entreguerras. Uno es la por lo menos momentánea tendencia a la democracia en Europa central; Alemania se dio una Constitución democrática en 1919; Austria y Checoslovaquia en 1920; Polonia y Yugoslavia en 1921, y Rumania en 1923. Esta tendencia quedaría en gran parte contrapesada por el triunfo de la dictadura bolchevique en la Unión Soviética, y más tarde por la tendencia a los gobiernos autoritarios o totalitarios, especialmente después de la Gran Depresión. Un hecho notable es el ingreso de la mujer en la vida pública. La necesidad de reemplazar a los varones movilizados en muchas tareas y cometidos favoreció una política de reconocimiento hacia la mujer en los años de la guerra, y hacia sus derechos en la posguerra; también pudo influir en ello un cambio de las mentalidades. El hecho más visible, pero no el único, de este cambio fue la implantación del sufragio femenino en Gran Bretaña y países escandinavos (1918), Alemania, Holanda (1919), Estados Unidos (1920), Checoslovaquia, Polonia (1921) y hasta Japón (1925). En otros aspectos se echa de ver también una mayor consideración de la mujer en la vida social y profesional.
No sólo las monarquías autoritarias o semiautoritarias, sino la posición de la nobleza y de la «aristocracia» decaen a partir de la guerra. Los apellidos de prosapia fueron con frecuencia menos valorados que los de los magnates de los negocios, y en muchos de los nuevos países —o de los países vencidos— los viejos aristócratas perdieron no solo su preponderante papel en la vida pública, sino una gran parte de sus propiedades. En Rusia, por supuesto, lo perdieron todo, incluso la vida. Todo ello no pudo menos que provocar no ya una transformación en la estructuras de la sociedad, sino de las convenciones y de las consideraciones sociales. Un ambiente menos respetuoso con lo tradicional, más desenfadado, iba a predominar en el mundo de entreguerras.
Un último hecho merece quizás ser destacado. La propia contienda contribuyó a hacer el mundo todavía más pequeño. Las potencias usaron e instruyeron tropas coloniales, las guarniciones y las flotas viajaron por todo el mundo, los adelantos científicos, técnicos y sanitarios trascendieron, a veces por necesidad, a muy distantes países. Comenzaba a despertar lo que luego se llamó el «tercer mundo». La India alcanzó un notable desarrollo y contaba ya con excelentes ingenieros, técnicos y administradores; unificada por la propia maquinaria británica, adquirió una conciencia cada vez más clara de su identidad y de su capacidad para erigirse en una gran nación soberana. China no necesitaba esa conciencia, que ya poseía; pero desde los tiempos de Sun Yat-sen, como en su momento veremos, experimenta un movimiento de modernización y cohesión internos que la convierten en otra gran potencia virtual. En América, no sólo los Estados Unidos se colocan a la cabeza de la economía planetaria, y Nueva York desbanca a Londres como «banquero del mundo», sino que muchos países iberoamericanos, especialmente —pero no sólo— los del cono sur, viven una etapa de expansión, caracterizada tanto por la fuerte emigración europea como por un incremento inusitado de su tasa de exportaciones. Y aunque África no vivirá su movimiento de emancipación hasta la segunda posguerra mundial, muestra a partir de la primera sus inequívocos deseos de hablar ante el mundo por cuenta propia.
LA ORGANIZACIÓN DE LA PAZ
Después de una guerra mundial, era preciso asegurar un nuevo orden mundial. La tarea no resultó fácil, y no por la resistencia de los vencidos a ese nuevo orden, que les fue impuesto sin contestación posible, sino por las enormes transformaciones que se habían operado en el mundo, y por la propia división de los vencedores.
Las negociaciones para concluir los tratados de paz, que tuvieron lugar en viejos palacios del entorno de París, fueron laboriosas, y tardaron en concluirse casi cuatro años (1919- 1923), tantos como había durado la guerra. Así, las conocidas paces de Versalles, Neully, Trianon y Sévres no fueron más que distintos capítulos de una laboriosa «paz de París». Se quiso erigir, además, un primer organismo de ámbito universal, la Sociedad de Naciones, con la pretensión de garantizar el mundo del futuro y su necesaria estabilidad.
Más de cuarenta estados soberanos participaron en las paces de París, de ellos cuatro —Alemania, Austria, Bulgaria y Turquía— sin voz ni voto. Tampoco la mayor parte de los vencedores tuvieron una intervención decisiva. La voz cantante la llevaba el «Comité de los Diez», que no representaba a diez países, sino a cinco, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. Como los demás condicionaron a Japón a conformarse con las colonias alemanas en el Pacifico, el protagonismo de las paces de París lo ejercieron casi en exclusiva los «Cuatro Grandes», Wilson, Lloyd George, Clemenceau y Orlando. Rusia, vencida de antemano por Alemania, y sumida en plena revolución, no tomó parte en las negociaciones. Eso sí, la exclusión de Rusia permitió dar a la paz un sentido que antes no hubiera podido tener: era el triunfo de la democracia sobre la autocracia. Y el nuevo orden se implementó sobre bases democráticas. Pero, es preciso advertirlo, en su construcción no hubo una verdadera democracia, puesto que la paz se hizo a gusto de muy pocos más que los « cuatro grandes».
Los catorce puntos de Wilson
El presidente norteamericano quiso erigirse de nuevo en árbitro de la paz, esta vez de una paz victoriosa. Era el símbolo de unos Estados Unidos que parecían decididos a salir de su secular aislacionismo, y tomar en la dirección del mundo un papel al que ya le hacían acreedores su potencial demográfico, económico y militar. A este fin, desembarcó en Europa y se convirtió en figura preponderante de las paces de París. Wilson era un intelectual, y vino rodeado de un equipo de técnicos. Pretendió plantear la paz de acuerdo con una filosofía que muchos calificaron de idealista; aunque no falta quien vea en el fondo de aquella filosofía un intento de debilitar a Europa y afianzar la hegemonía norteamericana. Wilson llegó con un programa de catorce puntos, en el cual los fundamentales eran el «principio de las nacionalidades» y el proyecto de crear un organismo de carácter mundial, que acabaría siendo la Sociedad de Naciones.
El «principio de las nacionalidades» afectó profundamente a las conversaciones de paz, pues se trataba de organizar el nuevo mapa de Europa de acuerdo con las divisiones naturales que en cada ámbito establecieran la raza, la lengua, la religión y la cultura de sus habitantes; amén, por supuesto, de la manifestada voluntad de éstos a través del sagrado «principio de autodeterminación de los pueblos», una expresión que viene sonando desde entonces. Wilson, que venía de un país de contextura mucho más simple, no supo comprender tal vez la complejidad de Europa y sus problemas. No podía trocear el mapa de acuerdo con «principios científicos» ni con «líneas de demarcación claramente manifiestas», porque si algo ocurría era que estas líneas parecían sumamente confusas. Las razas no se correspondían con las lenguas, ni éstas con las religiones. La propiedad de la tierra podía corresponder a nacionales de un país distinto que sus trabajadores. Los campesinos podían sentirse de una nación diferente que los habitantes de las ciudades enclavadas en el mismo territorio. En muchas comarcas un referéndum hubiera producido un empate, y no sólo entre dos, sino a veces tres nacionalidades distintas. Era prácticamente imposible poner de acuerdo a la geografía con la historia y a cualquiera de ellas con la «voluntad manifiesta» —a veces no tan manifiesta— de los naturales.
Wilson, rodeado de sus expertos, trabajaba para trazar sobre el mapa de Europa líneas de nacionalidad que hubieron de ser una y otra vez modificadas, y nunca, por desgracia, a gusto de todos. El resultado fue que aunque Alemania apareció moralmente como la máxima responsable de la guerra y sus daños, la más perjudicada desde el punto de vista territorial fue Austria, que desapareció como gran potencia. Aparte de la separación entre Austria y Hungría, las regiones de Bohemia, Moravia, Eslovaquia y Rutenia constituyeron la nueva nación de Checoslovaquia, mientras Eslovenia, Croacia y Bosnia, unidas a Serbia y Montenegro, pasaron a formar Sureslavia o Yugoslavia. La mitad de Hungría fue transferida a Rumania, y Galitzia a Polonia. La descomposición de Rusia permitió crear las repúblicas de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Ucrania fue por un tiempo independiente (1919-1921). Con todo, las «líneas de nacionalidad claramente delimitadas» no pudieron ser fijadas nunca con precisión. Y con frecuencia quedó conculcado el principio de las nacionalidades. Hubo rusos que se convirtieron a la fuerza en estonios, lituanos que tuvieron que hacerse polacos, alemanes que pasaron a ser daneses, franceses, polacos o checos; húngaros que se convirtieron en rumanos, austriacos que resultaron ser italianos, y turcos que pasaron a ser griegos. Relatar las guerras que se produjeron en territorios de Europa centrooriental (sobre todo en los países eslavos) entre 1920 y 1931 exigiría todo un libro.
Por otra parte, tanto franceses como ingleses sostenían criterios muy distintos a los de Wilson. Este acabó cansándose de la tarea, y dejó obrar cada vez más a sus socios, agarrándose al más caro de sus proyectos, la Sociedad de Naciones. Muchos de los puntos de Wilson, como el que contemplaba la desaparición paulatina de las barreras arancelarias o la libre navegación por todos los ríos del mundo, no fueron cumplidos jamás.
La paz de Versalles
Alemania había sido la más fuerte y agresiva de las potencias centrales, y por lo mismo apareció a la hora de la paz como la máxima responsable del conflicto, y la más digna de castigo. Aunque Wilson buscaba cierta generosidad, para mantener el equilibrio de Europa, Francia e Inglaterra trataron de diezmar a Alemania hasta hacerla inofensiva. Pero tampoco estaban de acuerdo entre sí: los franceses pretendían una política de anexiones, y hasta soñaban con dominar toda la orilla izquierda del Rhin, como en los tiempos de Luis XIV o Napoleón, mientras los británicos deseaban la ruina de Alemania, pero no a costa del engrandecimiento de Francia. Ante la creciente indiferencia de los americanos, las discusiones entre franceses e ingleses fueron tensas, por supuesto sin participación alguna de los alemanes.
La paz, firmada en Versalles (junio de 1919), obligaba a Alemania a ceder a Francia Alsacia y Lorena; los franceses ocuparían también el Sarre, con derecho a beneficiarse de sus yacimientos carboníferos, en tanto no se celebrase un plebiscito, y provisionalmente la orilla izquierda del Rhin, con tres cabezas de puente en Colonia, Coblenza y Maguncia. Alemania cedía también a Bélgica Eupen y Malmedy, a Dinamarca Schleswig del Norte, y a Polonia, Posnania, parte de Silesia y el «corredor» que permitía a los polacos una salida al mar. Las ciudades de Dantzig (Gdansk) y Memel serían libres. Alemania quedaría dividida en dos, con Prusia Oriental separada del resto.
En lo militar, Alemania dejaba de ser una potencia. Su ejército no podría pasar de 100.000 hombres, no tendría aviación, y habría de entregar toda su escuadra a los ingleses (la mayoría de los barcos fueron hundidos por sus propias tripulaciones alemanas). En lo futuro, no podría contar con barcos de guerra mayores de 10.000 toneladas.
Las condiciones económicas eran las más duras. Los alemanes habrían de entregar como indemnización de guerra una cantidad equivalente a 33.000 millones de dólares (de entonces), habrían de reparar a su cuenta todos los daños inferidos a Francia y a Bélgica, y restituir a los vencedores el valor de los buques hundidos (o construir otros para ellos), así como utillaje, locomotoras y vagones de ferrocarril, y hasta obras de arte. El economista británico J. M. Keynes, que participó en la Conferencia de la Paz, declaró que las indemnizaciones exigidas eran impagables, y condenaban al pueblo alemán a muchos años de hambre. Poco a poco fueron un tanto dulcificadas, pero Alemania vivió tiempos de miseria. Se disparó la inflación, y en 1923 los precios —contados en marcos— eran mil millones de veces más caros que en 1919; el dinero había perdido casi todo su valor.
Otras paces
Con Austria se firmó en septiembre la paz de St. Germain, y con Hungría la de Trianon. Desaparecía el imperio austro- húngaro. No solo se separaron los dos antiguos reinos (desde entonces repúblicas) de Austria y Hungría, sino que perdieron todo el enorme patrimonio territorial del imperio de los Habsburgo. Austria quedaba reducida a un pequeño país de 100.000 kilómetros cuadrados, y ocho millones de habitantes. La verdadera Austria solo perdió terreno en el sur, pues hubo de ceder a Italia parte del Tirol (el Alto Adigio), Trieste y la península de Istria, mientras el resto de Dalmacia iba a engrosar la nueva Yugoslavia. Al Norte, ocupando los espacios imperiales —pero no específicamente austriacos— de Bohemia, Moravia, Eslovaquia y Rutenia, aparecía la alargada figura de la nueva república de Checoslovaquia, no tan homogénea como pretendía la diplomacia de Praga, pero que perduró por largo tiempo. Los territorios sureslavos de Eslovenia, Croacia, Bosnia y Dalmacia constituían con Serbia y Montenegro —dos coronas que se fundían— la nueva monarquía de Yugoslavia. Con la constitución de estas nuevas unidades nacionales, Italia, que figuraba en las conversaciones de paz como uno de los «Cuatro Grandes», no pudo obtener todos los territorios que ambicionaba, entre ellos la mayor parte de la costa dálmata, de vieja tradición italiana, pero de población mayoritariamente eslava, que le hubiera deparado el control indiscutible del Adriático. Italia se vio así desairada frente a la habilísima diplomacia del ministro yugoslavo, Nicolás Pasic, y Orlando, indignado —«Orlando furioso»— se retiró de la Conferencia de la Paz. El malhumor de Italia tendría importantes consecuencias en el futuro.
De la descomposición rusa nacía el nuevo estado de Polonia, un país de vieja historia y personalidad, que, vecino de otros más poderosos, había sido con frecuencia invadido y repartido, aunque en esta ocasión fue remunerado con propinas de territorios fundamentalmente alemanes, lituanos y ucranianos; más las nuevas repúblicas bálticas, según ya queda indicado: Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania. Por su parte, más de la mitad de Hungría —Transilvania— fue absorbida por Rumania.
El tratado de Neully desmembró, aunque no tan duramente, a Bulgaria, que perdió territorios en beneficio de Yugoslavia, Rumania y Grecia. Turquía europea quedó reducida a un estrecho hinterland en torno a Constantinopla-Estambul.
Con todo ello, se transformaba drásticamente el mapa de Europa oriental y balcánica. Nacían seis nuevas naciones, y, hecho también importante, la longitud de las fronteras internas europeas se duplicó. En tiempos de nacionalismos agudos y recelos aduaneros, lo que esto significó fue una reducción notable de los intercambios, que no dejó de jugar un cierto papel en la decadencia del continente.
Otra potencia que salió espectacularmente desmembrada fue Turquía, que dejó —como Alemania y Austria— de ser un imperio. Aquí la paz de Sévres (1920) hubo de ser retocada en 1923, como resultado de nuevas guerras y de la conmoción interna del viejo imperio turco. El sultán Mohamed VI fue derrocado, y tomó el mando un dictador enérgico, Mustafá Kemal —llamado después Kemal Ataturk—, que tuvo que consentir la pérdida de inmensos territorios a costa de la modernización y parcial democratización de la Turquía propiamente dicha. Mesopotamia (Irak), Siria, Líbano, Jordania y Palestina no alcanzaron la independencia, sino que se convirtieron en «mandatos» cuya administración y control se repartieron Francia e Inglaterra. El inmenso y desierto, y entonces pobre territorio de Arabia adquirió soberanía propia, aunque bajo protección británica. Curiosamente sólo se concedió la independencia a un país que no la ha logrado hasta 1990: la república de Armenia.
La Sociedad de Naciones
Junto con el principio de las nacionalidades, que tanto contribuyó a modificar el mapa de Europa, fue el más importante de los Puntos de Wilson, con el que el presidente americano quiso afianzar el nuevo orden mundial. La Sociedad de Naciones fue la primera organización política a nivel planetario, aunque, a diferencia de la ONU, nunca todos los estados soberanos llegaron a integrarse en ella. Claro precedente en su estructura interna de lo que hoy son las Naciones Unidas, constaba de una Asamblea, a la que pertenecían todos los países miembros, y que debatía cuestiones y criterios; sus resoluciones pasaban al Secretariado que era el encargado, aunque no con estricta capacidad ejecutiva, de gestionar su cumplimiento Para afianzar el papel de los países más importantes se creó el Consejo (equivalente al hoy Consejo de Seguridad), formado por cinco países permanentes (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón), y cuatro electivos, renovables periódicamente.
La Sociedad de Naciones realizó actos meritorios en pro de la cooperación internacional, pero su autoridad fue siempre limitada y su papel en las decisiones históricas no cambió apenas las tomadas por los distintos países, especialmente las potencias. Casi nunca consiguió evitar las pequeñas y complicadas guerras que siguieron a la grande. Faltaban en la Sociedad de Naciones dos países de suma importancia, la vencida Alemania y la revolucionaria Unión Soviética, y muchas naciones neutrales rehusaron entrar en ella. Pronto Italia y Japón mostraron sus reticencias, y la defección más sensible fue la de los mismísimos Estados Unidos. Wilson, criticado por idealista y contradictorio, no se presentó a las elecciones de 1920, que ganó el republicano Harding. Este, de acuerdo con un amplio movimiento de la opinión americana, se desentendió del avispero europeo, y los Estados Unidos se retiraron de la Sociedad de Naciones. Esta quedó en manos de Francia e Inglaterra, cada vez con menos autoridad física y moral para resolver conflictos. Entraría en franca decadencia por los años treinta.
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Pese a esto, Senderos de gloria sería prohibida de manera fulminante por el gobierno socialista francés de la época que, bajo las presiones de las asociaciones de excombatientes, consideraría el film como un atentado contra los valores nacionales. La película de Kubrick no se estrenaría en Francia hasta el 1972. En España, prohibida durante más de veinte años por el gobierno franquista, se exhibiría por primera vez en el Festival de Cine de San Sebastián de 1980 en el marco de una retrospectiva-homenaje a su director.
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Primera guerra mundial resumen
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
- LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA: LA ÉPOCA DE LA “PAZ ARMADA”
Entre 1870 y 1914 Europa vivió una época de paz, pero llena de tensiones. Como resultado de estas
tensiones, las potencias europeas van a iniciar una carrera de armamentos para prepararse para una posible guerra. Todos los países van a aumentar sus ejércitos y su armamento, así como sus presupuestos militares.
- TENSIONES ENTRE LAS POTENCIAS
- Tensiones coloniales
En esta época son continuas las rivalidades por la posesión de colonias. Tanto Francia como
Inglaterra chocan en algunas zonas, mientras que cuando Alemania comienza su expansión colonial se encuentra con que quedan pocas zonas por colonizar. A partir del 1900 la principal zona de conflicto será Marruecos, que había sido repartido entre Francia y España con permiso de Inglaterra (Conferencia de Algeciras, 1906). Alemania no está de acuerdo con este reparto, y va a intentar intervenir en la zona francesa. En 1904 y 1911 estuvo a punto de estallar una guerra por este motivo.
- Tensiones territoriales
Además de las colonias, también existían otras tensiones territoriales en la misma Europa. Los
principales focos de tensión eran:
- Los Balcanes: esta zona siempre ha sido conflictiva, hasta el punto de que es conocida como “el avispero de Europa”. En esta época toda la zona pertenecía al Imperio Turco, pero muchos pueblos balcánicos luchaban por hacerse independientes. Por su parte, algunas potencias como el Imperio Austro-húngaro o Rusia querían quedarse con algunas partes, a lo que se oponían otras potencias.
- Alsacia y Lorena: Estas dos provincias francesas pasaron a Alemania tras la guerra de 1870. Los alemanes van a intentar programas de germanización, lo que provocará una tensión permanente entre Francia y Alemania.
- Las islas del mar Egeo: cuando el Imperio Turco se descompuso, varias potencias quisieron quedarse con estas islas, de gran valor estratégico.
- Polonia: se encontraba dividida entre Alemania, Austria-Hungría y Rusia. Los nacionalistas polacos provocarán tensiones entre estas potencias.
- Tensiones económicas
Inglaterra había sido, desde la Revolución Industrial, la primera potencia mundial. Pero ahora le
saldrá un duro competidor: Alemania, que había conocido un gran desarrollo económico. Ambos países van a tener una dura lucha para conseguir mercados, lo que provocará grandes tensiones políticas.
- Tensiones psicológicas
Para lograr que los ciudadanos aceptaran el aumento de los presupuestos militares, los ejércitos y
los gobiernos exageraron continuamente el peligro de guerra. Al mismo tiempo, la prensa lanzaba campañas hostiles contra las potencias adversarias, lo que tenía como consecuencia el aumento de la rivalidad. En todos los países se ensalzaba el patriotismo y se insultaba a las otras potencias.
- LA CRISIS FINAL: JULIO DE 1914
Todas estas tensiones generaron un auténtico polvorín, que podía saltar con cualquier chispa. Y esta
chispa va a saltar en la zona más conflictiva: los Balcanes. El 28 de junio de 1914 el heredero del Imperio Austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando, se encontraba de visita oficial en Serbia. Cuando se dirigía a un acto oficial en la ciudad de Sarajevo fue asesinado por un estudiante nacionalista bosnio. La indignación en Austria fue grandísima, hasta el punto de que muchos austriacos pidieron a su gobierno que atacara militarmente a Serbia. En un principio parecía un nuevo conflicto local de los Balcanes, pero entonces entraron en juego tantos años de rivalidad y las alianzas militares que se habían ido formando. Rusia, que tenía un pacto con Serbia, advirtió a Austria que le declararía la guerra si atacaba a Serbia. Entonces Alemania, aliada de Austria, advirtió a su vez a Rusia de que entrarían en la guerra. Por su parte, Francia y Gran Bretaña advirtieron a Alemania que si estallaba la guerra ellos no permanecerían neutrales. Cuando el 29 de julio los austriacos bombardearon la capital de Serbia, Belgrado, la guerra se hizo ya imparable.
- CONTENDIENTES
Se enfrentaban dos grandes bloques:
- Los Imperios Centrales: Alemania y el Imperio Austro-húngaro, a los que posteriormente se unirían Turquía y Bulgaria.
- Los aliados o “la Entente”: Inglaterra, Francia, Rusia, Serbia y Bélgica. Posteriormente se les unirían Rumanía, Italia y Estados Unidos.
Pero estos países poseían muchas colonias, que también van a entrar en guerra, por lo que la
guerra pronto se convirtió en una guerra mundial.
Los aliados eran superiores en población, en materias primas y además dominaban los mares. Pero los imperios centrales se habían preparado mejor para la guerra, tenían más soldados y mejor preparados y también poseían mejor armamento.
- ARMAMENTO
Una de las características de la Primera Guerra Mundial fue la gran innovación en el armamento.
Surgen nuevas armas que van a convertir esta guerra en distinta a las anteriores:
- Las ametralladoras: se trata de fusiles de disparo continuo y automático. Aparecieron en 1915 y van a convertir las posiciones defensivas en prácticamente inexpugnables. Esto hará que las tácticas sean cada vez más defensivas.
- Los gases asfixiantes: Fueron utilizados por primera vez por los alemanes en la ciudad belga de Ypres. Al principio parecían un arma totalmente decisiva, pero pronto los aliados aprendieron a neutralizarlos con la producción masiva de máscaras antigás.
- Los lanzallamas: La utilización de esta cruel arma va a intensificar todavía más las tácticas defensivas, al impedir que los soldados enemigos se acerquen a las trincheras.
- Los aviones: todavía no lanzaban bombas, pero permitían, al igual que los dirigibles, observar a los enemigos desde el aire.
- Los submarinos: van a ser un arma clave para intentar bloquear los barcos de otros países.
- Los tanques: aparecieron en 1917 y, aunque todavía son torpes y poco maniobrables van a ser casi la única forma de romper las posiciones defensivas.
- Los camiones de transporte de tropas: van a revolucionar las tácticas ofensivas, al poder efectuar maniobras envolventes a una velocidad hasta entonces impensable.
- LA GUERRA DE MOVIMIENTOS (1914)
Los alemanes fueron los primeros en atacar. Tenían enemigos por los dos lados (Francia y Rusia), y
querían evitar tener que luchar en dos frentes. El plan alemán, llamado plan Schlieffen consistía en atacar y vencer rápidamente a Francia para concentrar luego todo el ejército contra Rusia, pues se preveía que los rusos tardarían más en entrar en combate.
Pero este plan tenía un problema: los franceses, desde 1871, se habían dedicado a fortificar su frontera con Alemania mediante trincheras, cañones, fuertes, etc., por lo que no iba a ser fácil penetrar rápidamente por allí. Para evitar esto, los alemanes atravesaron Bélgica y Luxemburgo, que eran dos estados neutrales.
El plan alemán pareció dar resultado. Los alemanes cruzaron rápidamente Bélgica y llegaron a estar a 25 kilómetros de París. El gobierno francés huyó a Burdeos. Pero entonces tuvo lugar el contraataque francés, que se concentró sobre el río Marne. Los alemanes, ante el riesgo de ser desbordados, se olvidaron de París y se desplegaron rápidamente hacia el mar para proteger sus comunicaciones. Cuando llegaron al mar, el frente se estabilizó. El plan alemán había fracasado: querían evitar un frente en el Oeste, pero se encontraron con que tenían que atender un frente de casi mil kilómetros entre el mar y Suiza.
En el frente oriental las cosas parecían ir mejor para los alemanes. Tras las victorias de Tannenberg y de los lagos Masurios, el ejército alemán ocupó una parte del territorio ruso.
A finales de 1914 todos los países empiezan a darse cuenta de que la guerra va a ser larga.
- LA GUERRA DE POSICIONES (1915)
Con la falta de fuerza de los contendientes y la multiplicación de las ametralladoras, aparece una
nueva forma de lucha: la guerra de trincheras. Se excavan cientos de kilómetros de fosos, se protegen con sacos terreros, se refuerzan con casetas de cemento...parece imposible que cualquiera de los ejércitos pueda romper el frente.
Mientras, en el frente oriental, los alemanes siguen avanzando, y obligan a los rusos a retroceder con un millón y medio de bajas. Sin embargo, no consiguen que Rusia pida la paz por separado.
- VERDÚN (1916)
A principios de 1916 parece imposible romper los frentes. El general alemán Falkenhayn piensa
entonces en elegir un punto sobre el que pueda efectuar una guerra de desgaste y utilizarlo después como punto de penetración. El lugar elegido es Verdún. La táctica: ataques incesantes. La ofensiva contra Verdún comienza en febrero de 1916. Los franceses, mandados por Petain, resisten con tenacidad. Entre febrero y junio mueren 240.000 alemanes y 275.000 franceses.
Desde julio, el general francés Foch inicia ofensivas sobre el río Somme, lo que obliga a los alemanes a retirar a parte de su ejército de Verdún. Tras diez meses de combates, el plan alemán ha fracasado.
- LA CRISIS DE 1917
El año 1917 se va a caracterizar por tres acontecimientos decisivos, que van a cambiar el curso de la
guerra:
- La Revolución Rusa
En Rusia, los sufrimientos de la guerra, junto a otros factores, provocaron una revolución en el transcurso de la cual el zar fue destronado y el Partido Bolchevique tomó el poder. Uno de los puntos del programa bolchevique era acabar con la guerra. Así, al acceder al poder los bolcheviques van a pedir la paz por separado a Alemania, a pesar del pacto que habían firmado con Francia e Inglaterra. De esta manera se firmo la Paz de Brest-Litovsk, por la que los rusos abandonaban la guerra y cedían muchos territorios a Alemania mientras que otros se hacían independientes. Los alemanes se frotaban las manos: tras firmar la paz con Rusia podrían concentrar toda su fuerza en el frente francés.
- La entrada de los Estados Unidos en la guerra
Al comienzo de la guerra, los Estados Unidos manifestaron su intención de permanecer neutrales. Sin embargo, durante la guerra, EEUU había prestado mucho dinero a Francia e Inglaterra, y la única forma de recuperar ese dinero era que estos países ganaran la guerra. Además, en enero de 1917, los alemanes declararon que hundirían cualquier barco que llevara mercancías a Francia o Inglaterra, fuese del país que fuese el buque. Esto era un gran peligro para el comercio americano. El 19 de marzo un submarino alemán hundió el vapor americano “Vigilentia”, muriendo toda su tripulación. Como consecuencia, los Estados Unidos declararon la guerra a Alemania. Esto no pareció preocupar a los alemanes. EEUU no tenía ejército y se calculaba que tardarían por lo menos un año en enviar tropas. Pero la enorme potencia industrial de los EEUU va a terminar reflejándose en el desarrollo de la guerra.
- La crisis de cansancio
A mediados de 1917 un gran cansancio físico y moral parece afectar a todos los contendientes. Los ciudadanos están hartos de los sufrimientos de la guerra y presionan para que se acabe mediante huelgas, rebeliones, etc. Muchos soldados franceses intentan amotinarse y marchar hacia París. Petain tiene que restablecer la disciplina mediante fusilamientos. Todos quieren que acabe la guerra.
- EL RETORNO A LAS GRANDES OFENSIVAS Y EL FIN DE LA GUERRA (1918)
La desaparición del frente de Este permitió a los alemanes disponer de más soldados en el frente francés. Con estos nuevos soldados lanzaron en marzo una gran ofensiva en la región de Picardía. Esta ofensiva logró abrir una brecha de 80 kilómetros entre las tropas francesas e inglesas. Parecía que los alemanes podrían llegar hasta París, pero la ofensiva tuvo que detenerse por falta de reservas.
Por su parte, en junio, los franceses, al mando de Foch, iniciaron una serie de ofensivas simultáneas en varios puntos del frente. No consiguieron romper el frente, pero comprobaron, con sorpresa, que el ejército alemán estaba muy debilitado. El material de guerra norteamericano había producido ya la inferioridad alemana. El hundimiento del ejército alemán es muy rápido. En agosto los alemanes tienen que retroceder muchos kilómetros en la zona de Montdidier. En diciembre, los generales alemanes dijeron al kaiser que toda resistencia era inútil. El 11 de diciembre se firmaba el armisticio en el bosque de Compiegne.
¿Cuál fue la causa del hundimiento de Alemania? Sus posibilidades militares estaban prácticamente agotadas. Los generales alemanes habían calculado que necesitaban 600.000 hombres más, pero solo podían sacarlos de las fábricas. Mientras, los Estados Unidos estaban preparando un millón de hombres para combatir en Europa.
- LAS PÉRDIDAS DE LA GUERRA
La Primera Guerra Mundial provocó pérdidas humanas y materiales en una magnitud desconocida
hasta entonces:
- Pérdidas demográficas: Fueron terribles. Unos diez millones de personas han muerto en la guerra. Alemania tuvo unos 1.800.000 muertos, es decir el 12% de sus hombres entre los 15 y los 50 años. Francia ha perdido unos 1.400.000 hombres, Gran Bretaña unos 900.000, Austria-Hungría 1.200.000, Rusia unos 1.700.000, a los que habría que añadir los muertos en la guerra civil…Además, la mayoría de los muertos fueron jóvenes, lo que va a tener repercusiones en los nacimientos. A los muertos hay que añadir varios millones de heridos y mutilados. Otro gran problema fue el elevado número de huérfanos, que supusieron una gran preocupación para los gobiernos.
- Destrucciones materiales: Fueron también muy intensas. El país más afectado fue Francia. Tres millones de hectáreas quedaron devastadas, la red ferroviaria interrumpida, cientos de puentes, carreteras y miles de casas quedaron destruidos. También hubo destrucciones en Alemania, Rusia, Austria…El coste de la guerra supuso para Francia el 30% de su riqueza nacional, para Alemania el 22%, para Inglaterra el 32%, para Italia el 26%, para los Estados Unidos el 9%.
- Transformaciones sociales: Fueron muy intensas. Se aceleró la incorporación de la mujer a una serie de trabajos, hasta entonces monopolios masculinos. También se aceleró el éxodo rural hacia las ciudades. Millones de familias se han empobrecido y apenas tienen nada. Muchos antiguos combatientes no van a conseguir reintegrarse a la vida normal.
- LOS TRATADOS DE PAZ
Una vez acabada la guerra, en enero de 1919 se inicia en París una conferencia de paz con los
representantes de los países aliados (excepto Rusia). Los principales protagonistas fueron el presidente norteamericano Wilson, el francés Clemenceau, el inglés Lloyd George y el italiano Orlando. Los representantes de los países vencidos no intervinieron en las reuniones y se limitaron casi exclusivamente a la firma de los tratados. Ello dio lugar a que se hablara después de una paz impuesta. Los alemanes hablaron de “dictado” de paz en vez de “tratado”.
La principal cuestión tratada por los aliados fue el trato que se le daría a Alemania. Los políticos y generales franceses querían hundirla y que pasaran a Francia las ricas regiones del Sarre y Renania. Pero los americanos e ingleses se oponían a esto, no querían “unas nuevas Alsacia y Lorena” y para evitar nuevas invasiones desde Alemania preferían obligarla a reducir su ejército. Al final se llegó a una solución intermedia y el Sarre y Renania fueron divididas en tres partes que Francia ocuparía solo temporalmente.
Otro tema de discusión giró en torno a las reparaciones que debería pagar Alemania. Los franceses querían que Alemania pagara todos los gastos de la reconstrucción de Francia, pero estadounidenses e ingleses pensaban que Alemania no podría pagar tanto dinero, sobre todo con sus regiones más ricas e industrializadas ocupadas por Francia, por lo que eran partidarios de que Alemania pagara menos y en más tiempo. Al final los franceses impusieron sus puntos de vista.
También se discutió mucho sobre la posibilidad de que la nueva Austria (a la que se había separado de su antiguo imperio) y Alemania pudieran unirse formando un solo país. Americanos e ingleses aceptaron esta posibilidad, pero franceses e italianos se opusieron rotundamente, por lo que la posibilidad de unión quedó descartada.
Las discusiones duraron casi dos años, en los que se firmaron los principales tratados de paz: Versalles, que regulaba la situación de Alemania; Saint Germain, que hacía lo propio con Austria; Neuilly, con Bulgaria; Sevres, con Turquía y Trianon con Hungría.
- El tratado de Versalles: Fue el primero en firmarse. Sus acuerdos, referidos a Alemania, pueden resumirse en cuatro apartados:
- Pérdidas territoriales: Las regiones de Alsacia y Lorena pasaron de nuevo a Francia, mientras que las ciudades de Eupen y Malmedy pasaron a formar parte de Bélgica y la región de Schleswig pasó a Dinamarca. Polonia se reconstruye e independiza con territorios alemanes (parte de Prusia oriental), austriacos y rusos, y consigue una salida al mar (el llamado corredor de Dantzig), pero para ello el territorio alemán queda dividido en dos partes desconectadas entre sí. Por último, las regiones del Sarre y Renania quedan ocupadas temporalmente por Francia.
- Aspectos militares: Se procede al desarme de Alemania. El ejército alemán no podría pasar de 100.000 hombres, que serían reclutados por doce años. Se le prohíbe organizar un Estado Mayor, así como tener aviación. La marina debía ser entregada a los aliados, pero los marinos alemanes prefirieron hundir sus barcos antes que entregarlos.
- Cláusulas económicas: Provisionalmente se fijó en concepto de reparaciones una cifra de 220 millones de marcos, cantidad altísima que provocó la protesta de economistas como Keynes y de los Estados Unidos. En este punto, los franceses fueron intransigentes: “Alemania pagará” repetía Clemenceau. Una comisión especial determinaría en 1921 la cantidad definitiva y la forma de pago. En fechas posteriores esta cantidad hubo de ser reducida.
- Cláusulas morales: Hirieron la sensibilidad de los alemanes. Se declara a Alemania responsable de la guerra y, como país enemigo de la paz, no se le permite integrarse en los organismos internacionales.
- Tratado de Saint Germain: Por él se confirma el desmembramiento del Imperio Austro
Húngaro, que se divide en varios países: Austria (que es reducida a solo 80.000 km2), Hungría y Checoslovaquia. Además, se ceden territorios a Serbia (que pasa a denominarse
Yugoslavia), Rumanía, Polonia e Italia. El ejército austriaco queda limitado a 30.000 soldados profesionales. Se le prohíbe unirse a Alemania. Y por último, Austria es condenada igualmente a pagar indemnizaciones a los países aliados.
- Tratado de Trianon: Fue firmado en junio de 1920. Por este tratado, Hungría nace como nuevo
estado independiente, aunque debe ceder parte de sus antiguos territorios. Su ejército es también reducido y tiene también que pagar indemnizaciones.
- Tratado de Neuilly: Bulgaria fue tratada con menor severidad. Solo tiene que ceder sus
territorios mediterráneos, que pasan a Grecia.
- Tratado de Sèvres: Fue firmado el 20 de agosto de 1920 con Turquía, pero tuvo que ser revisado con posterioridad, porque los turcos no lo aceptaron y defendieron sus territorios con las armas. Según este tratado, Turquía debe ceder todos sus territorios europeos excepto Estambul. Pierde las islas del Egeo y Esmirna, que pasan a Grecia .Otras muchas posesiones turcas, como Siria, Palestina, Irak, Arabia, etc., van a ser administradas a partir de ahora por Inglaterra y Francia, mientras que otras obtienen la independencia (Armenia) o una
amplia autonomía.
- LA SOCIEDAD DE NACIONES
Otro acuerdo al que llegaron los países aliados fue la creación de una Sociedad Internacional que
tendría como cometido el mantenimiento de la paz en el Mundo. Esta sociedad fue conocida como Sociedad de Naciones, y tuvo su sede en la ciudad suiza de Ginebra. En un principio la integraron 40 miembros: 27 estados vencedores y 13 neutrales; no se aceptó a los vencidos y hubo ausencias tan significativas como la de los Estados Unidos y Rusia.
La Sociedad de Naciones tenía entre otros cometidos el imponer sanciones económicas y militares contra cualquier país que agrediera a otro. También se encargaría de hacer planes de desarme de todos los estados y de administrar las colonias de los países vencidos en la guerra.
Aunque tuvo muchas limitaciones, la creación de la Sociedad de Naciones fue un intento nuevo de establecer un papel arbitral que sustituyera a la guerra como forma de resolver los conflictos entre países.
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Primera guerra mundial resumen
- La Primera Guerra Mundial, 1914-1918.
- Causas de la guerra.
- Causas territoriales: en los años anteriores a la guerra se produjeron numerosas disputas territoriales entre países, que crearon un clima de fuerte tensión entre las principales potencias europeas. Francia y Alemania estaban enfrentadas por las regiones de Alsacia y Lorena. Polonia estaba dividida entre 3 imperios, Imperio Ruso, Imperio Alemán e Imperio Austro-Húngaro. Otra fuente de conflicto era la existencia de múltiples nacionalidades dentro del Imperio Austro-Húngaro. Por último el enfrentamiento entre el Imperio Ruso y el Imperio Austro-Húngaro por el control de los Balcanes era otra fuente de tensión.
- Causas militares: Francia y Alemania se disputaban el dominio militar sobre el continente europeo, mientras que Alemania disputaba el dominio naval a Gran Bretaña. Estas rivalidades militares provocaron una fuerte elevación del gasto militar, lo que se conoce como “carrera de armamentos”.
- Causas económicas: competencia comercial entre Gran Bretaña y Alemania.
- Causas ideológicas: la defensa del nacionalismo más radical contribuyó a incrementar las tensiones entre los principales estados europeos.
- El desarrollo de la I Guerra Mundial
- El detonante de la guerra.
El detonante de la guerra lo supuso el asesinato del heredero del Imperio Austro-Húngaro, el Archiduque Francisco Fernando, por un terrorista serbio en la ciudad de Sarajevo, en junio de 1914.
Tras el atentado el Imperio Austro-Húngaro declaró la guerra a Serbia. Esto hizo que el Imperio Ruso, aliado de Serbia, declarase la guerra al Imperio Austro-Húngaro, lo que provocó que en el verano de 1914 los países de la Triple Entente, (Rusia, Francia y Gran Bretaña), entrasen en guerra contra los países de la Triple Alianza, (Austria-Hungría y Alemania.
- Bandos contendientes.
Triple Entente: Rusia, Francia, Gran Bretaña, a los que se unieron Bélgica, Serbia, Japón, Italia, Rumanía, Grecia y Estados Unidos.
Triple Alianza: Austria-Hungría, Alemania, a los que se unen Imperio Turco y Bulgaria.
- Fases de la guerra.
1ª Fase, Guerra de movimientos, (1914): se caracteriza por rápidos movimientos de los ejércitos, buscando una guerra corta y poco costosa. El ejército alemán invadió Francia a través de Bélgica, pero fue frenado por las tropas francesas cerca de París, en la batalla del Marne. En el este Alemania invadió Polonia y Rusia, pero el frente se estabilizó.
2ª Fase, Guerra de posiciones o de desgaste, (1915-1917): los frentes se estabilizan, no hay grandes avances. Para defender sus posiciones los ejércitos construyen miles de kilómetros de trincheras. Las ofensivas dan lugar a grandes batallas, como el Somme y Verdún, con miles de víctimas sin avances significativos. En el mar Alemania desarrolla la guerra submarina contra Gran Bretaña.
3ª Fase, Conclusión, (1917-1918): en 1917 los Estados Unidos entraron en guerra a favor de la Triple Entente, desequilibrando la guerra a favor de este bando. También en 1917 Rusia se retiró de la guerra, tras la revolución comunista, firmando con Alemania el Tratado de paz de Brest-Litovsk. En 1918 el agotamiento de los recursos materiales y humanos de Alemania precipita el final del conflicto. En noviembre de 1918 se firmó el Armisticio, con la rendición de Alemania.
- La paz y las consecuencias del conflicto
- Consecuencias sociales y económicas: la guerra provocó cerca de 10 millones de muertos y una cifra similar de heridos, huérfanos, etc. En el terreno social el conflicto favoreció la incorporación de la mujer al trabajo y un auge del socialismo. La economía europea quedó muy afectada por los daños en industrias, campos de cultivo, infraestructuras y viviendas. El centro económico mundial se desplazó de Europa a Estados Unidos.
- Consecuencias políticas, los Tratados de Versalles y los cambios territoriales en Europa: las condiciones de paz impuestas por los países vencedores a los vencidos, quedaron recogidas en diferentes tratados, conocidos en su conjunto como los Tratados de Versalles: - Alemania sufrió una gran humillación por las durísimas condiciones que le fueron impuestas: cesión de Alsacia y Lorena a Francia, pérdida de sus colonias en beneficio de Francia y Gran Bretaña, reducción de su ejército y el pago de enormes reparaciones de guerra a los países vencedores. - El Imperio Austro-Húngaro desapareció, en su lugar surgieron nuevos estados: Austria, Hungría, Yugoslavia, Checoslovaquia y Polonia. – Rusia perdió territorios que dieron lugar a la aparición de nuevos países: Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania. – El Imperio Turco también desapareció, en su lugar se creó la actual Turquía y los territorios turcos en Próximo Oriente pasaron a ser administrados por Francia, (Siria y Líbano), y por Gran Bretaña, (Iraq, Palestina y Jordania).
- La Revolución Rusa
- Antecedentes. La Revolución de 1905.
- Rusia a comienzos del siglo XX
Era el país más grande del mundo, con enormes recursos naturales, pero muy atrasado. En lo político el Zar Nicolás II tenía el poder absoluto, con el apoyo de los nobles y de la Iglesia. En lo económico era un país pobre y atrasado, la economía se seguía basando en la agricultura, la mayor parte de las tierras estaban en manos del Zar, de los nobles y de la Iglesia. La industria estaba concentrada en las grandes ciudades y era de capital extranjero. La sociedad presentaba enormes desigualdades entre una minoría que disfrutaba de la mayor parte del poder y de la riqueza y una mayoría de la población que vivía en la miseria, con un escaso desarrollo de las clases medias.
En este contexto se creó el Partido Socialdemócrata Ruso, de ideología socialista, cuya principal figura era Lenin.
- La Revolución de 1905
En enero de 1905 se llevó a cabo una manifestación popular contra el Zar en la capital, San Petersburgo, provocada por la derrota rusa en la guerra contra Japón y por la subida de los precios de los alimentos. El Zar ordenó disparar contra los manifestantes, lo que provocó la extensión de las protestas por toda Rusia. El Zar se vio obligado a dar al pueblo una Constitución y un Parlamento o Duma, aunque estas medidas no cambiaron la situación del país.
- La Revolución de 1917.
En febrero de 1917 se produjo una revolución contra el Zar Nicolás II, provocada por la derrota del ejército frente a los alemanes en la I Guerra Mundial y por la falta de alimentos.
Se crearon soviets, (consejos de obreros, campesinos y soldados), en las principales ciudades, controlados por los socialistas rusos. Ante las protestas el Zar se vio obligado a abdicar. Se creó un Gobierno Provisional, dirigido por los mencheviques, (socialistas más moderados), representados por Kerensky. Mientras tanto los bolcheviques, (socialistas radicales partidarios de la revolución proletaria), dirigidos por Lenin, se hicieron con el poder en los soviets.
En octubre de 1917 los bolcheviques, de Lenin y Trotski, llevaron a cabo una nueva revolución. Tras asaltar el Palacio de Invierno de San Petersburgo los bolcheviques detuvieron al Gobierno y a la familia del Zar y se hicieron con el poder. Entre las primeras medidas del nuevo gobierno revolucionario destacaban la petición de la paz a Alemania y la nacionalización de las tierras y las fábricas.
- La creación de la U.R.S.S.
- La Guerra Civil, (1918-1920).
En 1918 se inició una guerra civil entre los partidarios del Zar, Ejército Blanco, con el apoyo de algunos estados occidentales, y el gobierno comunista surgido de la revolución, que creó el Ejército Rojo, organizado y dirigido por Trotski, que logró la victoria en 1920.
- La NEP y la creación de la U.R.S.S.
Tras el fin de la guerra se introdujeron cambios en la economía para lograr la recuperación económica de Rusia. Esos cambios se conocen como NEP, (Nueva Política Económica). Se permitía la existencia parcial de la propiedad privada, junto a la gestión pública y el control estatal de la economía.
En 1922 se aprobó una nueva Constitución que establecía que Rusia debía de ser una República Federal, la U.R.S.S. (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), en la que el poder estaba en manos de los Soviets y en la que solo estaba permitido un solo partido político, el Partido Comunista.
- La sucesión de Lenin
Al morir Lenin en 1924 se inició dentro del Partido Comunista una lucha por el poder que enfrentó a Trotski y a Stalin. Finalmente Stalin se hizo con el poder, iniciando una cruel dictadura hasta su muerte en 1953.
- La política de “entreguerras”
El periodo de “entreguerras” es el que se extiende entre la I y la II Guerra Mundial, (1918-1939).
Se caracteriza por:
- La crisis de la democracia y el ascenso de las dictaduras totalitarias, (fascismo y comunismo).
- La creación de la Sociedad de Naciones, organismo internacional creado en 1919 para garantizar la paz en el mundo. La Sociedad de Naciones fracasó en ese objetivo a partir de los años 30 al actuar numerosos países al margen de sus resoluciones.
- La economía. La Crisis del 29
Durante la década de los años 20, en particular a partir de 1924, se produjo una recuperación de la economía mundial, tras la crisis provocada por la I Guerra Mundial, convirtiéndose Estados Unidos en el gran motor económico del mundo.
Esta época de crecimiento finalizó bruscamente en otoño de 1929, iniciándose una crisis económica mundial que se extendió durante los años 30 y que conocemos como la Crisis del 29 o la Gran Depresión.
En octubre de 1929 se produjo el hundimiento de la Bolsa de Nueva York, (Wall Street). Esto provocó que las empresas estadounidenses dejaran de invertir en el extranjero, con lo que la crisis se extendió al resto del mundo, en particular a Europa.
Consecuencias de la crisis:
- Caída de la producción industrial, cierre masivo de fábricas y desaparición de empresas.
- Paralización del comercio mundial.
- Aumento espectacular del paro, en especial en Estados Unidos y Alemania.
- Ruina de las clases medias y aumento generalizado de la pobreza.
Las soluciones a la Crisis del 29, el “New Deal” de Roosevelt: para salir de la crisis en 1932 el presidente de EE.UU. Roosevelt, puso en marcha una serie de medidas económicas conocidas como el “New Deal”. Se trataba de convertir al Estado en el motor de la economía por medio de la inversión en obras públicas, al tiempo que se mejoraban las condiciones laborales de los trabajadores y se reducía la producción agrícola para hacer subir los precios. Con ello se logro recuperar el consumo y reactivar la economía. En Alemania los nazis relanzaron la economía mediante el desarrollo de la industria militar para reducir el desempleo.
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