Unión de Armas del Conde-Duque de Olivares resumen y tema
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Unión de Armas del Conde-Duque de Olivares resumen y tema
TEXTO : UNIÓN DE ARMAS DEL CONDE –DUQUE DE OLIVARES.
1:LA CRISIS DEMOGRÁFICA DEL SIGLO XVII.LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS.
-El siglo XVII(Barroco)se caracteriza por la crisis económica, social y demográfica que afectó a Europa.
-A lo largo de este siglo la población se estancó(unos ocho millones en 1700,cifra ligeramente superior a la de principios de siglo), siendo Castilla la zona mas afectada; las causas derivan de :las sucesivas crisis de subsistencia(debido a las malas cosechas), las epidemias ( peste, tres brotes a lo largo del siglo,1250000 muertes a lo largo del siglo), las guerras(rebeliones de Cataluña y Portugal), la expulsión de los moriscos(unos 300000,sobre todo en Valencia y Aragón),y la emigración a América.
-Expulsión de los moriscos: en 1609 se decretó su expulsión de los reinos peninsulares, acusados de practicar en secreto su religión y colaborar con los piratas turcos y berberiscos. Graves consecuencias para Valencia y Aragón al perder mano de obra muy cualificada para el trabajo en el campo.
El otro hecho importante de la política interior del reinado de Felipe III fue la expulsión de los moriscos en el año 1.609. Los moriscos eran los musulmanes convertidos al cristianismo. Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1.492, establecieron la posibilidad de que los musulmanes que así lo quisieran permanecieran en sus hogares e incluso continuaran con la práctica de su religión. Un gran número de ellos decidieron quedarse, pero unos años más tarde, en 1.502, los reyes decretaron la conversión forzosa de éstos a la religión cristiana so pena de ser expulsados del reino. Esta decisión se enmarca dentro de la política de unidad religiosa que pretendían llevar a cabo los Reyes Católicos (y que les había llevado a adoptar la misma decisión respecto a los judíos). Pero en este caso, la inmensa mayoría de los musulmanes granadinos decidieron aceptar el bautismo antes que abandonar sus hogares, fingidamente, claro. Desde entonces pesó sobre ellos la sospecha de la Inquisición, que descubrió en un buen número de casos la falsedad de dichas conversiones. A ello se sumó una fuerte hostilidad por parte de las autoridades locales y de la población cristiana vieja ante la sospecha de una posible alianza con los musulmanes del Imperio Otomano y ante su probado apoyo a la piratería norteafricana en la costa mediterránea andaluza. Esta minoría continuaba con su cultura (lengua, vestido, alimentación y costumbres) y no se había integrado –ni deseaba hacerlo- con el resto de la población cristiana a pesar de los esfuerzos de los sucesivos reyes y de las autoridades locales. Tanta presión dio lugar a un levantamiento armado en la sierra granadina de las Alpujarras en 1.568, duramente reprimido por Don Juan de Austria tres años después. Tras su derrota, Felipe II decretó su dispersión por distintas regiones del territorio peninsular (unos 75.000).
Sin embargo, esta medida no fue suficiente. Esta minoría continuaba sin asimilarse con el resto de la población cristiana: continuaban hablando su propia lengua, mantenían sus costumbres en la vestimenta y en la alimentación y en otros rasgos culturales. El recelo de la mayoría cristiana, la intransigencia religiosa y la desconfianza gubernamental –que seguía sospechando un nuevo levantamiento morisco con apoyo turco- provocaron la expulsión definitiva por el duque de Lerma en 1.609. Los moriscos fueron embarcados a la fuerza y obligados a abandonar España.
Este éxodo masivo tuvo notables repercusiones de tipo demográfico (algunas zonas de Aragón y Valencia, donde la comunidad morisca representaba el 20% de la población total, quedaron semidespobladas) y económico (falta de mano de obra agraria) para nuestro país.
2:ECONOMÍA Y SOCIEDAD DEL SIGLO XVII.
-Economía:1/agricultura y ganadería; reducción de la producción agrícola(cargas fiscales sobre los campesinos, reducción de la demanda).Muchas tierras comunales fueron vendidas a particulares por la Corona para obtener financiación. Aumentaron los latifundios, y muchos campesinos se convirtieron en jornaleros al vender sus tierras. Ciclos de malas cosechas entre 1630-1680.
-Hubo hechos positivos como la introducción de nuevos cultivos americanos, maíz y patata, claves para el crecimiento demográfico.
-En la ganadería, la exportación de lana fue la actividad mas rentable.
-Industria y comercio: no existía así un mercado para los productos industriales ni para el comercio interior(las élites compraban productos de lujo, los pecheros poca capacidad adquisitiva).
-Las élites, nobleza y clero, no invertían en empresas comerciales y artesanales, sino en la tierra que era la que daba prestigio y status social.(el trabajo era mal visto, buscaban ser rentistas sin necesidad de trabajar).
-La industria castellana entró en recesión, sobretodo la textil, por su falta de competitividad por sus elevados precios(la revolución de los precios del siglo XVI, así como por la emisión de moneda de vellón-cobre-por parte del estado para paliar sus deudas)
-la metalurgia vasca y la naval entraron en crisis, ya que casi todo el material era importado.
-El comercio exterior exportaba materias primas e importaba productos manufacturados, por lo que la balanza de pagos era deficitaria, compensada merced a la llegada de oro y plata americanos; con estos metales se financiaban también las guerras europeas. Por tanto, el comercio colonial con las Indias se convirtió en un elemento imprescindible de la economía peninsular. Por este motivo Sevilla era el puerto mas importante de la península, y a finales de siglo, Cádiz.
-El comercio con América decayó notablemente entre 1630-1680, debido al aumento de los intercambios entre las propias colonias, así como el comienzo del autoabastecimiento indiano, la caída de la producción de plata, y presencia de comerciantes extranjeros en América.
-Sociedad: su estructura seguía siendo medieval, de carácter estamental, con dos estamentos privilegiados, nobleza y clero, y uno no privilegiado, el Estado Llano o Tercer estado.
1-Nobleza; cerca del 10% de la población, en la cúspide de este grupo, los Grandes de España, la alta nobleza ha dejado de ser guerrera y es sobretodo cortesana, obteniendo sus rentas de tierras que nunca visitaba y compraba cargos y juros al monarca.
-el número de nobles se incrementó a lo largo del siglo por la venta de títulos debido ala necesidad de recursos de la monarquía. Compraron las tierras comunales puestas en venta. Exentos del pago de impuestos y llevaban una vida ociosa. En definitiva, aunque la nobleza era un grupo teóricamente cerrado, el dinero en la práctica permitía acceder a él.
2-Clero:estamento mas reducido aunque no dejó de crecer a lo largo del siglo; el alto clero disfrutaba de una buena posición económica; eran de origen nobiliar normalmente(segundones)
3:LA POLÍTICA INTERIOR DEL CONDE-DUQUE DE OLIVARES. El reinado de Felipe IV (1.621 – 1.665).
Felipe IV fue un monarca especialmente preocupado por la cultura y ejerció una importante labor de mecenazgo. Entregó el poder a su valido, el conde-duque de Olivares, cuyo programa político combinó la recuperación del prestigio exterior de la Monarquía Hispánica y la reforma interior.
Las reformas interiores de Olivares.
Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares y valido de Felipe IV, procedía de la clientela del duque de Lerma. Fue el político más capaz y activo del siglo XVII. Tras una cruenta lucha por desplazar a sus rivales de los puestos claves de dirección, emprendió un programa de reformas económicas, administrativas y políticas que tuvieron un resultado desigual.
Olivares expresó lo esencial de su política reformista en el llamado Gran Memorial, enviado al rey en 1.624. En él reflexionaba sobre las instituciones y los instrumentos de gobierno de la monarquía y proponía la necesidad de una mayor uniformidad en la legislación y la contribución a las cargas de la monarquía por parte de todos los reinos, siguiendo el modelo fiscal y legal castellano. La idea principal era reforzar la autoridad real y alcanzar la unidad efectiva entre los distintos reinos de la monarquía.
Su esfuerzo se tradujo, sobre todo, en un incremento de la presión fiscal y en la formación de un ejército permanente, sostenido proporcionalmente por todos los reinos y provincias del imperio.
Las reformas administrativas y económicas.
Olivares trató de poner en marcha, a través de la Junta Grande de Reformación, un ambicioso plan de reformas administrativas y económicas, entre las que destacaron las siguientes propuestas:
La reducción de oficios y empleos cortesanos, así como de los excesivos gastos suntuarios.
La protección de las actividades artesanales y del comercio. Para ello se propusieron, entre otras medidas, la realización de obras de canalización para hacer navegables los principales ríos y la supresión de las aduanas y puertos interiores.
La creación de una red de erarios públicos que liberasen a la Corona de su dependencia de la banca extranjera. Los erarios actuarían como bancos: pagarían un interés a quienes depositaran en ellos su dinero y concederían préstamos a la Corona, que así obtendría la ayuda de sus súbditos y no se endeudaría con bancos extranjeros. El capital fundacional necesario para su creación sería aportado por todos los súbditos cuya fortuna superase los 2.000 ducados, de forma obligatoria y proporcional a su riqueza. Las Cortes se opusieron a la obligatoriedad de esta aportación inicial, que habría supuesto una investigación sobre las fortunas particulares; a cambio, aceptaron un aumento del servicio de millones. De este modo, fracasó un proyecto innovador y se sustituyó por un recurso tradicional de efectos limitados.
Medidas para aumentar la población, como las exenciones fiscales a los matrimonios jóvenes y con gran número de hijos y la fundación de colonias de artesanos extranjeros católicos, buscando al mismo tiempo revitalizar la industria.
Las resistencias a las reformas fueron múltiples en toda la monarquía. Las medidas propuestas lesionaban los intereses de propietarios, oligarquías locales y comerciantes. Se produjeron diversos motines contra la nueva fiscalidad y las Cortes se negaron a aprobar, entre otras, la propuesta de creación de los erarios y la introducción de un sistema tributario nuevo y unitario.
La Unión de Armas.
Una de las ideas de Olivares era implicar a todos los reinos por igual en los esfuerzos bélicos, que, hasta ese momento, habían recaído principalmente sobre Castilla. Para ello, ideó en 1.626 la creación de la llamada Unión de Armas. Ésta establecía un sistema de cuotas por el cual cada reino debía proporcionar un número determinado de hombres armados y pagados en caso de guerra.
El resultado sería la formación de un ejército de 140.000 soldados reclutados en todos los reinos de la Monarquía hispánica (incluidos los italianos y los Países Bajos) cuyo objetivo sería garantizar la seguridad de todos los territorios, geográficamente muy dispersos, ante cualquier ataque que pudieran sufrir. A Castilla se la descargaba de un peso que llevaba, prácticamente, en solitario y se creaban lazos de solidaridad entre todos los súbditos de un mismo rey, con independencia de su lugar de origen.
Al proyecto se opusieron las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña, que recelaban de una monarquía a la que consideraban ajena y poco respetuosa con sus leyes e instituciones. Su intento de aplicación provocaría rebeliones en diversos territorios de la monarquía y daría lugar a la independencia de Portugal.
- 1.640: las rebeliones de Cataluña, Nápoles y Sicilia. La independencia de Portugal.
La causa inmediata de la rebelión catalana se encuentra en los excesos cometidos por los soldados castellanos e italianos enviados a la frontera del Rosellón con motivo de la guerra contra Francia. Hubo enfrentamientos entre campesinos y soldados en diferentes partes y la rebelión se extendió a la propia ciudad de Barcelona, donde un grupo de rebeldes iniciaron un gran motín y asesinaron al virrey en la festividad del Corpus Christi de 1.640, hecho que se conoce como “Corpus de Sangre”. Pero en realidad, fue una revuelta anticentralista, una contestación al intento de aplicación del proyecto de Unión de Armas, ya que la situación bélica que se vivía obligaba al reclutamiento forzoso de hombres para la guerra. En 1.641, lo catalanes solicitaron ayuda militar a Francia, reconocieron a Luís XIII conde de Barcelona y mantuvieron un enfrentamiento militar con la monarquía española. Sin embargo, la crisis económica, unida a un nuevo brote de peste y a la opresión francesa, peor que la castellana, provocó el agotamiento de los catalanes, que se rindieron en 1.652 a las tropas del rey. Éste indultó a los revolucionarios y se comprometió a respetar los fueros y leyes propias de Cataluña, a cambio de ayuda en la guerra contra Francia y del reconocimiento de la intervención real en el nombramiento de ciertos cargos municipales de Barcelona.
En 1.647 se inició una gran revuelta popular en Nápoles y Sicilia que, en principio, no tenía tintes secesionistas. La causa de ambos levantamientos se hallaba en la situación de guerra por la que atravesaba la monarquía y en la creciente presión fiscal. Dos hechos provocaron el estallido del descontento: una serie de malas cosechas, que agravó la situación de los sectores populares; y la aplicación de la Unión de Armas, con las constantes levas militares de la población. Francia intentó aprovechar la situación de debilidad española ocupando algunos puertos de la zona. El conde-duque de Olivares trató de calmar los ánimos suspendiendo los nuevos impuestos y ofreciendo un indulto a los revolucionarios. Estas medidas surtieron efectos positivos en Sicilia, con el apoyo de la nobleza, pero no así en Nápoles, donde la revuelta adquirió un carácter secesionista. El levantamiento fue sofocado militarmente por don Juan José de Austria, al tiempo que se buscaba una conciliación duradera mediante indultos, la supresión de los impuestos más gravosos y la sustitución del virrey.
La rebelión portuguesa tuvo desde el principio un marcado carácter anticastellano o independentista. Amplios sectores de la sociedad portuguesa consideraban que la incorporación de su reino a la monarquía hispánica en tiempos de Felipe II les había acarreado más inconvenientes que ventajas: Portugal había atraído hacia sus territorios coloniales a los enemigos de España, como los holandeses, que habían atacado Brasil y ocupado algunas plazas, sin que el rey fuera capaz de defenderlas. Así pues, en 1.640, con motivo del intento de aplicación del proyecto de Unión de Armas, estalló una rebelión capitaneada por la nobleza de aquel país. Felipe IV y Olivares, incapaces de atender dos frentes a la vez, optaron por concentrar sus esfuerzos en Cataluña. El duque de Braganza (último descendiente directo de la antigua casa reinante antes de la anexión) fue proclamado rey de Portugal con el nombre de Juan IV. La Iglesia portuguesa desempeñó un importante papel como canalizadora del movimiento antiespañol, ya que enlazó el descontento popular con el de la nobleza y los comerciantes, insatisfechos por los impuestos, por la marginación política y por la incapacidad de la monarquía para asegurar el crecimiento económico de Portugal y defender sus posesiones coloniales. La nueva monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra, y España tuvo que reconocer su independencia en 1.668, ya en el reinado de Carlos
4:LA POLÍTICA EXTERIOR DE LOS AUSTRIAS MENORES/SIGLO XVII)
La política exterior de Felipe III ha sido calificada como pacifista por comparación con la actividad bélica de su padre, Felipe II, y de su hijo, Felipe IV. Contribuyeron a ello, tanto el carácter y temperamento del monarca como una serie de coincidencias, manifestadas en la muerte de dos tradicionales enemigos: Isabel I de Inglaterra y Enrique IV de Francia. La monarquía española vivió un período de paz que se conoce como Pax Hispánica.
La paz con Francia. A pesar de la paz de Vervins firmada en 1.598, las relaciones entre España y Francia siguieron siendo tensas debido al apoyo que los franceses dieron a los rebeldes holandeses y a los sectores descontentos con el dominio español en Italia. En 1.601, Enrique IV de Francia ocupó las comarcas fronterizas con el ducado de Saboya, impidiendo de esta manera a España la comunicación directa entre Flandes y Milán. La muerte de Enrique IV en 1.610 supuso para España unos años de paz, ya que su viuda se mostró partidaria de la amistad española.
La paz con Inglaterra. La paz de Londres, firmada en 1.604, puso fin a una guerra concebida para evitar el apoyo inglés a los rebeldes holandeses. Las negociaciones supusieron la concesión de facilidades al comercio inglés, a cambio de que se cortara el suministro de armas a los holandeses y se suspendieran las actividades de los piratas en el Atlántico.
La Tregua de los Doce Años. Desde el reinado de Felipe II, las Provincias Unidas (Holanda) mantenían la lucha por su independencia del dominio español. La abdicación de Felipe II en su hija Isabel Clara Eugenia y su marido el archiduque Alberto de Austria, como regentes de aquellos territorios, no puso fin al problema, ya que se mantuvieron los enfrentamientos y continuó solicitándose el apoyo español.
El cansancio y las dificultades financieras de ambos contendientes para sostener la guerra llevaron a la firma, en 1.609, de una tregua de doce años, en la que intervinieron también otras razones:
El coyuntural triunfo de los intereses pacifistas en Holanda. La burguesía comercial e industrial holandesa obligó al partido belicista, integrado básicamente por la nobleza, el clero y los corsarios, a buscar la paz.
Las revueltas de los tercios españoles por la falta de paga, lo que demostraba, por otro lado, la penuria económica que atravesaba Castilla.
El virtual equilibrio en el desarrollo de la guerra por tierra y por mar.
La tregua, de la que quedaban excluidas las colonias, supuso temporalmente el final de los enfrentamientos abiertos. Se mantuvo, en cambio, una guerra económica soterrada contra la monarquía, llevada a cabo a través de distintos medios:
El bloqueo del comercio con Flandes.
La intromisión constante en el tráfico del Mediterráneo. Los holandeses firmaron acuerdos con Argel y Marruecos e iniciaron acercamientos a ciertos reinos italianos.
El continuo hostigamiento en las colonias, donde trataron de eliminar la competencia española y portuguesa.
A pesar de la tregua, el gobierno español no tenía intención de retirarse. Ante la evidencia de que la tregua beneficiaba claramente a Holanda, en 1.621 se decidió no renovarla. Se reanudaron las hostilidades.
Política exterior del Conde-Duque de Olivares
En materia de política exterior, el objetivo de Olivares era recuperar el prestigio internacional del que había gozado la monarquía española (política de reputación). Esto llevaría a España a implicarse desde su comienzo en la Guerra de los Treinta Años (1.618 – 1.648), conflicto en el que se enmarca la política exterior del reinado de Felipe IV.
Esta guerra surge como un conflicto exclusivamente alemán, entre protestantes y católicos: los príncipes protestantes alemanes se habían rebelado ante las aspiraciones políticas y religiosas del emperador Fernando II, católico intransigente de la dinastía austriaca de los Habsburgo, a la que también pertenecían los monarcas españoles. Pero este conflicto acabó siendo europeo, y las cuestiones religiosas se convirtieron en un mero pretexto, ya que lo que realmente se planteaba era el mantenimiento o la modificación del orden internacional, basado hasta entonces en la hegemonía en Europa de la Casa de Habsburgo a través de sus dos líneas emparentadas: la española y la austriaca. Esto explica que una monarquía católica como la francesa no tuviera escrúpulos en aliarse con los protestantes.
El estallido del conflicto fue aprovechado por los rebeldes holandeses para reanudar las hostilidades contra la monarquía española a partir de 1.621, año en que finalizó la Tregua de los Doce Años. Tampoco por parte española hubo deseo de reanudar la tregua debido al recelo ante el crecimiento del poderío económico y marítimo de Holanda. Los comerciantes holandeses habían aprovechado la Tregua para penetrar en las redes comerciales españolas y portuguesas en África, India e Indonesia, así como en el comercio con América. Se hacía necesario por tanto frenar el poderío comercial y colonial holandés, que había ido en detrimento de España.
Durante la primera fase, se produjeron grandes éxitos de los tercios españoles, como la toma de Breda en 1.625 (inmortalizada por Velázquez en el famoso cuadro de Las lanzas), pero no sirvieron para someter a los holandeses, que contaron con el apoyo de Francia y del rey de Suecia (también protestante). También contra Francia hubo una primera fase de éxitos militares españoles; sin embargo, la rebelión de Cataluña y su anexión a la monarquía francesa desde 1.641, junto con la alianza franco-holandesa dieron un giro a la guerra. La derrota de Rocroi en 1.643 supuso el principio del fin. Las acciones conjuntas de Francia y Suecia llevaron al emperador austriaco a pedir la paz y a abandonar a España en la contienda.
La Guerra de los Treinta Años finalizó con la Paz de Westfalia en 1.648, que tuvo para España dos consecuencias importantes:
a) El reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas (Holanda), aunque los Países Bajos católicos siguieron bajo dominación española.
b) La pérdida de la hegemonía española en Europa. Quedó sancionada la supremacía marítima de ingleses y holandeses, mientras que Francia se perfilaba como la nueva gran potencia territorial, económica y política de Europa.
La paz no puso fin a la guerra contra Francia, que España continuó en solitario (al margen de Austria). Los resultados fueron igualmente negativos. La Paz de los Pirineos de 1.659 confirmó el declive de la monarquía hispánica y supuso la cesión a Francia de los condados del Rosellón y la Cerdaña (en la parte francesa de los Pirineos, en posesión española desde que los Condados Catalanes se independizaran del Imperio Carolingio en el siglo X), la región del Artois y algunas plazas flamencas.
El final de la dinastía: el reinado de Carlos II (1.665 – 1.700).
El reinado de Carlos II, un monarca débil y crónicamente enfermo durante toda su vida, fue largo y difícil. En él se diferencian dos etapas:
La regencia de su madre, Mariana de Austria (1.665 – 1.675).
El gobierno personal de Carlos II (1.675 – 1.700).
En líneas generales, el reinado se caracterizó por la sensación general de desgobierno, por las constantes luchas por el poder, la pérdida definitiva del prestigio internacional de España en beneficio de Francia y la preocupación por la cuestión sucesoria.
Aunque esta época ha sido tradicionalmente considerada como la de la definitiva decadencia española, deben considerarse ciertas matizaciones:
Por una parte, tuvo lugar una relativa recuperación económica y demográfica, favorecida, en parte, por la menor implicación en grandes esfuerzos bélicos internacionales.
Por otra parte, las tensiones internas adquirieron el carácter de reivindicación social de los campesinos y no tanto de conflictos territoriales o de matiz separatista. La aristocracia, los propietarios y los comerciantes de los territorios descontentos, en especial Cataluña, buscaron la protección de la monarquía frente a la tensión social.
Por último, España mantuvo durante el reinado cuatro nuevas guerras con Francia, en las que defendió con cierto éxito sus posesiones en Italia y Flandes. Las aspiraciones expansionistas francesas inquietaban cada vez más al resto de las potencias europeas.
.- La regencia de Mariana de Austria (1.665 – 1.675).
Cuando murió Felipe IV, el príncipe Carlos sólo contaba con cuatro años de edad. El poder fue encomendado a su madre, Mariana de Austria, y a una Junta de Gobierno compuesta por cinco miembros.
La reina regente gobernó en los primeros años aconsejada por su confesor, el jesuita austriaco Nithard, que pronto suscitó la antipatía del pueblo. Su nombramiento como Inquisidor General y, por lo tanto, miembro de la Junta de Gobierno, sembró también la desconfianza entre los grandes de España, que encabezaron la oposición contra él hasta lograr su sustitución por Fernando Valenzuela.
La crítica situación que atravesaba el reino se complicó aún más con la declaración de guerra por parte de Luís XIV, bajo el pretexto de que no había recibido la dote de su mujer, la infanta María Teresa, hija mayor de Felipe IV. Francia atacó los Países Bajos, lo que le supuso, a pesar de la fuerte resistencia que opusieron las tropas españolas y flamencas, la rendición de una serie de plazas fuertes y la entrega del Franco Condado. Sin embargo, las potencias europeas empezaron a ver con preocupación y desconfianza la política expansionista francesa.
.- El gobierno personal (1.675 – 1.700).
La mayoría de edad de Carlos II no cambió sustancialmente las cosas. El monarca cedió el gobierno efectivo a su hermanastro, don Juan José de Austria, hijo natural de Felipe IV, que había prestado con éxito sus servicios en los Países Bajos, en Italia y en Cataluña. Don Juan José de Austria se convirtió en uno de los hombres más destacados de la política del reinado. Tras su muerte en 1.679, el gobierno fue confiado primero al duque de Medinaceli y, posteriormente, al conde de Oropesa. Estas dos figuras instauraron en España el cargo de primer ministro.
El rey no llegó nunca a tener descendencia. El problema de la sucesión se convirtió en la cuestión prioritaria de la política interior y en el eje de la política internacional. Se plantearon dos alternativas:
Ante el temor de que a la muerte de Carlos II se disgregase la Monarquía Hispánica, el rey y sus más cercanos colaboradores decidieron que la mejor solución era nombrar como heredero a un príncipe francés, Felipe de Borbón, nieto de Luís XIV. Pensaban que sólo la fuerza y el prestigio que había adquirido Francia serían capaces de evitar el desmembramiento de los territorios que formaban parte de la monarquía.
Inglaterra, Holanda y Austria se opusieron a la extensión del poderío francés que implicaba esta fórmula de sucesión y que supondría el final de la tradicional alianza que unía a las dos ramas de los Habsburgo. Propusieron por ello un candidato austriaco, apoyado por ciertos sectores de la población española.
La falta de acuerdo desembocó a la muerte de Carlos II en 1.700 en la llamada guerra de Sucesión española (1.700 – 1.713), que fue, al tiempo, una guerra civil y una guerra europea.
5:LA FORMA DE GOBIERNO DE LOS AUSTRIAS MENORES:LOS VALIDOS.
Desde el punto de vista político, el siglo XVII se caracterizó por la costumbre del valimiento o privanza. El valido es una especie de primer ministro en el cual el rey va a delegar todo su poder. Se trata de una persona unida al rey por la confianza y por una relación de amistad personal. Los validos compartieron una serie de rasgos comunes:
Eran los protectores del poder real y los mediadores entre el rey y sus reinos.
Pertenecían a la aristocracia y disfrutaban de cargos en la Corte.
Crearon una red de clientelas de familiares y amigos sobre las que se apoyaron para incrementar su poder, favoreciendo su asentamiento en los puestos decisivos, así como los mecanismos de ascenso social y económico de la época.
La aparición de esta figura no puede achacarse sólo al desinterés por el poder y a la debilidad de carácter de los monarcas de la época, sino que intervinieron otros factores: la creciente complejidad de las tareas del gobierno y la imposibilidad para el monarca de ocuparse personalmente de todos los asuntos. La maquinaria administrativa era cada vez más complicada y la afluencia de documentos y personas a la corte cada vez mayor.
Con el paso del tiempo, el valido se convirtió en el responsable de los logros y desaciertos del reinado.
La aparición de la figura del valido supuso también la sustitución de los consejos tradicionales por las juntas. Los consejos eran difíciles de coordinar, por lo que se mostraban incapaces de hacer frente a situaciones que requerían una actuación inmediata. Las juntas, en cambio, se mostraban más ágiles en la toma de decisiones. Se trataba de pequeños comités compuestos por miembros de la aristocracia más cercana al valido. En el siglo XVII se convirtieron en el elemento esencial de la administración española. Se puede decir que la figura del valido surgió, en parte, para agilizar la toma de decisiones.
Por otra parte conviene señalar que el valimiento no fue algo exclusivo de la monarquía de los Austrias, sino que fue algo común a las monarquías europeas contemporáneas.
6:LOS ARBITRISTAS.
Autores surgidos durante los reinados de Felipe II y especialmente en el siglo XVII. Se trata de intelectuales, economistas, políticos… en cuyas obras ofrecían un diagnóstico de la situación económica y social del Estado español y al mismo tiempo exponían una serie de recetas, remedios o medias para paliar y hacer frente a esos problemas económicos y políticos. Recibían ese nombre porque una de las soluciones pasaba por poner arbitrios o impuestos sobre la propiedad, tratando de arreglar con esa medida los graves déficits de la hacienda real. Entre los arbitristas destacaron Cellórigo, el padre Tomás de Mercado, Sancho de Moncada, Caxa de Leruela, Fernández Navarrete y en el siglo XVI Luís de Ortiz. Todos ellos denunciaban los problemas financieros del Estado y la crisis de la artesanía y el comercio; recomendaban medidas proteccionistas tendentes a impedir la salida de las materias primas, el oro y la plata del país; y a impedir la entrada de productos manufacturados del exterior; fomentar la artesanía propia…
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